17°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

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"Ahora mi persona se ve por encima del periodista"

El conductor de "Síntesis" y coach ontológico tuvo que soltar muchos sentimientos dolorosos en su vida para poder sanar "algunos infiernos". Hace cuatro años que se dedica a ayudar a quienes ahora se encuentran en la misma situación que a él le tomó 20 años superar.

Por Astrid Moreno García
| 22 de marzo de 2021

El mensaje más latente que deja Mario Massaccesi con quien habla sobre su vida es el de “soltar” dolores, angustias, viejos rencores, venganzas y todo aquel sentimiento que genera negatividad. Si bien se considera una persona muy reservada sobre su intimidad, el periodista reconoce que ahora la gente ve más su costado humano y no al conductor del noticiero nocturno de Canal 13.

 

En un recorrido que le llevó 20 años de autodescubrimiento y sanación, el cordobés, que jugaba de chico a ser periodista en el patio de su casa, se asienta en su rol como coach ontológico para ayudar a otra gente a apagar aquellos incendios que los queman por dentro. Esa nueva forma de conexión con los otros, que ya no está detrás de una pantalla o un micrófono, le permitió desarrollar un “periodismo distinto”.

 

—¿En qué consiste tu rol como coach ontológico?
—Es la parte menos conocida de mí que empecé a mostrar porque cada vez se nota más, trabajo mucho con equipos y en talleres que pueden ser presenciales o virtuales. Mi labor como coach es hacerle preguntas amorosas a quienes vienen a mis talleres, sin cuestionar ni opinar, eso los lleva a encontrar soluciones que no podrían descubrir solos. A través de cuestionamientos ayudamos a diseñar su propio futuro y darle nuevas oportunidades en la vida, independientemente de lo que le haya pasado, o a partir de eso ¿qué es lo que quiere que le suceda en el presente? Hemos dado, con Patricia Dalerio, muchos cursos sobre sexualidad, abundancia, cuarentena y el que más éxito tuvo es el de soltar para ser feliz, que después terminó convirtiéndose en un libro.

 

—¿De qué se trata “Soltar para ser feliz”?
—Desde la editorial El Ateneo me llamaron un día y me dijeron que en las fotos que subía de los talleres se veía gente feliz y era eso lo que le faltaba al país. Me ofrecieron pasar esa experiencia a un libro y no lo pensé ni cinco minutos. Lo estuvimos escribiendo durante tres o cuatro meses y lo presentamos antes de que empezara la cuarentena. Ahora está entre los libros más vendidos en muchas provincias y va por la cuarta edición, para nosotros es un gran éxito. Se trata de 15 capítulos y en cada uno desarrollamos el soltar, el pasado, nuestros hijos, el control, la autoexigencia, las relaciones tóxicas, el desamor, el control, el miedo, la vergüenza y los abusos. Lo bueno es que se puede leer de corrido, de atrás para adelante o el capítulo que más te interesa. A nosotros lo que más nos llega es cuando la gente nos dice que le ayudó muchísimo a correrse de lugares tristes en los que estaban.

 

—¿Cómo es el trabajo de, por un lado, ayudar a la gente a través del coaching y por otro ser el vocero de noticias trágicas en tu rol de periodista?
—Son dos mundos que tengo que unir y ahí está el desafío, tengo que conectarlos todos los días en mi vida. Los dos mundos tienen diferencias porque el periodismo tiene un lenguaje descriptivo, cuenta una historia, y uno escucha desde la información, en cambio el coaching tiene un lenguaje generativo porque plantea cosas a futuro y tiene una escucha comprometida que es a partir de hacer las preguntas. En el primero se opina, hay juicios de valor, sugerencias, en el segundo no. Son dos contextos que en apariencia son totalmente diferentes, pero que están unidos porque a todos nos ocurren las mismas cosas. Aquellas situaciones que yo cuento en el noticiero después son las que se me presentan como desafío de la gente que quiere a través del coaching buscar una mejor calidad de vida y está buenísimo. Me estoy acostumbrando a complementarlos, por momentos me resulta más difícil, por otros más fácil, pero es parte del desafío, ambos me siguen gustando y atrayendo.

 

—¿Influyó en algo el coach al periodista?
—Tal vez opino menos que antes, me reservo más. Además, tengo menos juicios y hago los reportajes desde un lugar de escuchar y reaccionar menos, el coach le sirvió mucho al periodista para, a mi juicio, hacer un periodismo distinto. Ni mejor ni peor, sino para desarrollar un profesional con otras herramientas. A mí me gusta ese intercambio que se genera, lo que no significa que sea perfecto, sino que noto una calidad superior y una evolución al periodista que era. Lo he notado en la gente, me dicen “te sentimos que sos más vos”, me dicen que soy más humano y yo siempre lo fui, lo que pasa es que ahora puedo mostrar otras partes de mí.

 

 

 

—¿Sentís que alguna vez tu profesión “se comió” al ser humano que había detrás?
—Durante toda mi vida o gran parte de ella, la gente vio al periodista porque mi costado humano no se veía. Yo tengo una vida muy privada y me dediqué a ser periodista, ahora lo que siento es que el ser humano tiene un lugar visible que hace unos años atrás no. Ahora la persona que soy está por delante de los demás, tal vez porque me siento más seguro y libre conmigo. Tengo menos miedos porque he perdido la vergüenza. Hice un trabajo con muchas cosas que me pasaron, y que me llevó más de 20 años, siento que ahora hay una solidez como persona que antes no la tenía.

 

—¿Qué cosas tuviste que trabajar para poder tener esa solidez que describís?
—Solté el miedo que paraliza, la culpa que es como un ácido que te carcome por dentro, la vergüenza por muchas cosas que me pasaron y me hicieron y de las que no fui responsable. Dejé ir los juicios terribles que tenía sobre mí mismo y el control de pretender esconder estas situaciones que me atormentaban. Pude salir de un infierno que me afectó durante mucho tiempo y me costó tomar la decisión, recién a los 33 años decidí que quería algo nuevo para mi vida. Ese fue un gran trabajo y recorrido. Muchos me dicen: "ahora escribís", pero en realidad recién se ve, es el resultado de 20 años de trabajo conmigo donde hice todo lo que tuve a mi alcance para poder sanarme y estar bien. La conclusión hoy es que lo he conseguido. Soltar es una posibilidad que tenemos a mano y en la medida en que lo hagamos vamos a tener un resultado.

 

—¿Cuándo te diste cuenta que querías ser periodista?
—Tengo dos comienzos, uno cuando tenía ocho años y jugaba en el patio de mi casa en Río Cuarto a ser periodista, armábamos un estudio de televisión donde mis amigos eran los camarógrafos, ayudantes, los que estaban en el detrás de escena y yo era el conductor, porque era pobre, pero no tonto. Después mi segundo comienzo, luego de la facultad, fue en mi ciudad natal. Hice gráfica, radio y televisión hasta que me vine a Buenos Aires y pasé por distintos lugares, en cablevisión, América TV y Radio Rivadavia. Ahora hace 20 años que trabajo en Canal 13, empecé como movilero y ahora estoy como conductor del noticiero “Síntesis”. Fue un largo camino recorrido, pero me siento un privilegiado con mi vida.

 

—Jugabas a ser periodista, ¿resultó al final ser lo que imaginabas?
—Fue mucho más grande, me acercó a mundos que de otra manera no los hubiera podido conocer, algunos de los cuales me han sorprendido, me han impactado y maravillado y otros me han desilusionado, pero en definitiva me permite pasar por esa experiencia. Desde el trabajo pude hacer viajes, conocer personas, personajes, lugares, situaciones y hacer coberturas históricas. En retrospectiva volvería a hacer exactamente lo que hice si tuviera la posibilidad, incluso lo haría un poco mejor todavía.

 

—¿Cuál fue la cobertura que te resultó más difícil?
—Hice muchas, desde la recuperación de Maradona en Cuba, el juicio de Antonini Wilson en Miami, el crash financiero en Wall Street en 2008, la vuelta de los sobrevivientes de Los Andes a Chile, el casamiento del Príncipe Harry y Kate Middleton y la beatificación de Juan Pablo II en Roma. Pero sin dudas si tuviera que elegir una, la que más me impactó fue la de la tragedia de Cromañón, si bien sabía que existía por primera vez, vi en carne propia lo que es el no saber dónde está la persona que amás, no saber si está vivo, herido o muerto, ese momento de desesperación de no tener noticias de tu hermano, tu compañero de trabajo, tu padre y tu hijo es desesperante y no tiene calma. Estuve durante casi 16 horas en la puerta y vi pasar mucha gente preguntando dónde estaba los suyos y debe ser la situación más incierta de la vida, cuando no tenés noticias, no hay nada y eso le vuela la cabeza a cualquier ser humano, fue muy difícil trabajar y a la vez contener a muchas madres, padres, hermanos, novias, compañeros de trabajo y amigos que pasaban por nuestro móvil buscando noticias de los suyos y nosotros no las teníamos.

 

—Tu sobrino falleció a manos de un policía, ¿cuál es tu mirada sobre el gatillo fácil?
—La opinión es la que le digo a Soledad, la madre de Blas, cada vez que hablo con ella y se lo dije el día que murió y lloramos juntos. Hace poco se cumplieron seis meses. Sé la mamá que ella fue, sé quién era ese hijo y lo que queda ahora es acompañarla en el reclamo de justicia y yo asumí un compromiso como el resto de mis primos, hermanos y toda mi familia. La vez que lo conté por primera vez me llamaron varios primos y me dieron las gracias porque fui la voz de todos en esto de poder llegar cuando no se podía, porque estábamos en cuarentena extrema y no nos podíamos mover. Entonces no tengo mucho para opinar, sí para acompañar a viva voz en el pedido de justicia por Blas de acá hasta que caigan todos los responsables y que la Justicia esté a la altura de las circunstancias. Espero que el caso sirva para que no siga habiendo abuso policial como hubo no solo en Córdoba, sino también en otros lugares. Es una situación muy dolorosa, de mucho respeto con la mamá que es la que se puso al frente y yo solo puedo acompañar todas la veces que sea necesario ese pedido de justicia.

 

—¿Conocés la provincia?
—Fui a San Luis varias veces, fui de chico a la capital y a Villa Mercedes, tengo amigos ahí y es una provincia maravillosa y hermosa. Me gusta mucho el interior. Hay una sola cosa que no me perdono de San Luis y es que no conozco Calle Angosta, ese lugar en la voz de Mercedes Sosa es uno de los temas que más me gustan sobre todo la estrofa que dice: “Si me habrán ‘ladrao’ los ‘chocos’”, que me parece bien del interior. Es una cuenta pendiente en mi vida.

 

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