Sueños de látex construidos por personas de grafito
El colectivo por las calles de Buenos Aires, las frenadas y el desliz del lápiz por el papel inflaronlos globos del deseo de la historietista de los viernes.
Cinco rayitas, dos para las piernas, una para el torso y el último par para los brazos; un círculo para la cabeza y una decena de líneas más que forman el cabello. Un globo rojo entre sus dedos que solían ser de grafito, pero como todo en la actualidad fueron reemplazados por pixeles. Es impinchable y está lleno de sueños que no pesan, que son ligeros como el aire y que le dan forma a la circunferencia de látex. Esa niña es la historietista Camila Levato, más conocida como Cami Camila. Ella infló el globo con sus deseos más profundos.
La niña hecha de palitos que sostiene un globo rojo es la imagen que Camila utiliza desde 2015 para representar, primero en su página de Facebook y luego en todas sus redes, a sus historietas. Aquella primera caricatura, que empezó como un garabato en los márgenes de sus hojas del colegio, se convirtió en su sello: “Tal vez me conozcas como la piba que hace palitos, o no me conozcas ni a palitos”, reza en su descripción.
“Sentía que me identificaba porque era una nena mirando para adelante y el globo eran los sueños a los que me quería aferrar. Cuando tuve que elegir una imagen para el perfil de la fanpage no quise poner una foto mía, sentía que me identificaba mucho esa nena optimista con su globo impinchable y terminó convirtiéndose en el estilo de dibujo que uso para las tiras”, explicó Camila en una charla con Cooltura.
Primero en un call center y más tarde en una empresa de publicidad, Cami Camila acompañó a su escritora en todas las facetas. La joven tomaba reflexiones y situaciones de la vida cotidiana y las representaba con viñetas de diálogo y personajes de escasa elaboración.
“Nunca me formé en dibujo, desde chica siempre quise ser escritora, para mí convertirme en historietista fue una sorpresa. Los palitos surgieron primero por mi carencia de talento en esa rama y segundo porque los primeros seis meses de Cami Camila trabajaba en una agencia de publicidad y ya me había comprometido a publicar una tira semanal. Cuando había semanas muy intensas y no tenía tiempo las hacía en el almuerzo o en el viaje de regreso a casa”, recordó.
Así, parada en un pequeño y asfixiante espacio en los colectivos saturados de Buenos Aires, entre frenada y frenada del chofer, Camila dibujaba, escribía y soñaba. El globo se inflaba cada vez más. Cuando la suerte la acompañaba y conseguía un asiento, su labor se hacía un poco más fácil. La principal misión era subir, al menos, una historieta todos los viernes.
La artista completó: “Usé eso, lo aproveché para que los personajes de palito fueran casi como borradores, al principio algunos no tenían brazos, ni piernas, ni pelo, eran simplemente siluetas a medio hacer diciendo cosas. Eran un dibujo tan universal, algo que hacemos cuando somos niños. Al final eso me jugó a favor porque resultaban familiares y creo que sumó a la identificación también. Después reemplacé el papel por una tablet y ahora los hago digitalmente”.
El público de la joven empezó con dos lectores. Hoy tiene, solo en Facebook, más de 900 mil seguidores que leen, comparten, comentan, se emocionan, apoyan o a veces critican sus posteos. Los títulos de sus historietas van desde “Gracias a los memes, que me han dado tanto”, “Me hice la re película” y “La generación de la impaciencia”, hasta “Ser o no ser madre”. Esa niña que soñaba con ser escritora y vivir de su prosa, finalmente lo había logrado.
“Cuando apareció el álbum en Instagram y me permitió publicar las tiras, sentía que me quedaba muy corta siempre, que las 10 viñetas no me alcanzaban. Después me di cuenta que eso estaba buenísimo, no decir todo, dejar que complete la lectora con su experiencia, con lo que siente y con lo que le pasa. Siempre intenté desarrollar temas que generaran conversación y que me importaran. Muchos incluso son un garrón y difíciles de digerir porque nos duelen y nos dan bronca. El humor siempre me permitió transformar eso, visibilizar y compartirlo”, explicó.
La niña no creció, Camila sí
La primera historieta que compartió en sus redes se llamaba “Hablemos del conchudismo”. El relato reflejaba una historia de la vida real de Camila. En ese entonces, la escritora estaba en pareja con un compañero de trabajo y otra chica, de la misma compañía, le enviaba mensajes a su novio. Algo que a la joven le generó mucho enojo.
“Años más tarde me critiqué mucho a mí misma por el enfoque que había usado en la tira, especialmente por la palabra 'conchuda'. Si bien el mensaje era bien intencionado, ‘no compitamos entre nosotras, unámonos’, aprendí que con las buenas intenciones no es suficiente. Por mucho tiempo me incomodó muchísimo la clase de chistes que hice al respecto, la connotación negativa que le di y el abordaje general. Tuve unos meses de turbulencia emocional, me cuestioné muy duro todo el trabajo inicial y me perseguí pensando que había llegado a un montón de mujeres con un mensaje que no estaba del todo bueno”, recordó.
Esta, pequeña/gran crisis la llevó a hacer una revisión de todo su contenido. Luego, tomó la decisión más sensata: se puso a estudiar. Incursionó en talleres de género y diversidad, y se relacionó con activistas y especialistas en feminismo. Al mismo tiempo que el Ni Una Menos crecía, los lectores de Cami Camila y la propia escritora se adentraron también en el movimiento.
Ahora, los personajes de palitos hablaban sobre violencia de género, sexualidad, masturbación, discriminación, género y diversidad corporal. “El alcance que tengo es una gran responsabilidad y lo tomé como un compromiso con las lectoras que esperan todos los viernes leer la historieta. Esto me valió varios seguidores que se fueron corriendo y con mensajes violentos”.
Sin embargo, muchas lectoras apoyaron el cambio de lineamiento en sus historietas, se sumaron nuevas y otras tantas se reeducaron con ella. “Es un camino del que estoy muy orgullosa”, contó. Y finalizó: “El personaje va a morir el día en el que sienta que ya no tengo nada nuevo para decir. Ojalá no pase nunca”


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