SAN LUIS - Lunes 13 de Mayo de 2024

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La capacitación es clave para tener alfalfa de calidad

El especialista Mario Funes brindó detalles de un ensayo destinado a conocer más sobre el semiárido que está realizando Alfazal en el campo "Don Hugo", con siete variedades.

Por Marcelo Dettoni
| 29 de agosto de 2021

El cultivo de alfalfa requiere cada vez de más capacitación de parte de los productores, que encuentran en la pastura una salida económica rentable siempre y cuando puedan hacerla con la calidad que exige el mundo. Porque el verdadero negocio, si uno va a reemplazar a viejos conocidos como la soja y el maíz, es la exportación. Por supuesto, más allá de sus cualidades ambientales, que bien se conocen en la Cuenca del Morro, donde los excesos hídricos encontraron en la alfalfa una barrera más que interesante que bien supo aprovechar el gobierno provincial.

 

Y en plan de poder aprovechar las virtudes de la alfalfa, es justamente San Luis, a través de Alfazal, el que está permanentemente organizando charlas para que los productores que decidieron apostar por la pastura puedan ver realizados sus proyectos sin otros contratiempos que los que dicta el clima. La provincia les da las semillas, les brinda el servicio logístico a partir de su infraestructura armada en la Zona de Actividades Logísticas (ZAL), va con sus técnicos a los lotes para ayudar en los cortes y el desarrollo y también ofrece capacitaciones en todos los formatos a través de las Jornadas Alfalferas, que ya llevan cuatro encuentros y tendrá un quinto en septiembre.

 

 

La helada juega su partido en los lotes, que están un poco amarillos, pero por otro lado ayudó estos meses a que no se propagaran las malezas.

 

 

A razón de una por mes, las jornadas organizadas por Alfazal ya fueron repasando los indicadores de suelo que actúan como limitantes, los aspectos generales y las mejores prácticas de manejo de la alfalfa en suelos anegadizos como los de la Cuenca del Morro; mostraron el funcionamiento de la planta procesadora ubicada en la ZAL y desmenuzaron las características que tienen los mercados que reciben la pastura, tanto en la Argentina como en el exterior, donde San Luis encontró un buen nicho de negocios en Medio Oriente para cerrar el círculo virtuoso entre economía y medioambiente.

 

El cuarto encuentro se desarrolló en el campo "Don Hugo", unas 600 hectáreas que Alfazal alquiló en febrero pasado al norte de Villa Mercedes, en la cuenca baja, una de las zonas más problemáticas en cuanto a excesos hídricos, al punto que el lote en cuestión tiene tierras aluvionales que son muy distintas a las de origen, producto de que el agua les pasó por arriba más de una vez.

 

 

 

Este cronista estuvo en marzo, en los días posteriores a la siembra, cuando todo era de una tonalidad marrón que hacía difícil pensar en el verde intenso que irradia la alfalfa. Ahora, heladas mediante y una salinidad que aflora desde las profundidades, no era un vergel, pero la pastura va surgiendo de a poco y avanza hacia el primer corte, que sería allá por octubre si las condiciones lo permiten.

 

 

Es importante observar la latencia, es el momento en el que envían los carbohidratos por la raíz.

Capacitación y ensayo

 

La idea no era solo llevar adelante una jornada de capacitación más, que contó con el lujo de ser conducida por Mario Funes, un técnico del INTA que está considerado como uno de los especialistas más destacados en materia de alfalfa. También era un buen momento para hablar sobre los ensayos que llevan adelante en conjunto Alfazal con el Ministerio de Producción, para que a futuro los productores tengan datos más certeros sobre las mejores variedades que se pueden utilizar en esa zona, que es la que más desarrollo tiene en materia de alfalfa debido a la emergencia ambiental de la cuenca.

 

Los ensayos están parcelados en la zona intermedia del campo, que tiene 300 hectáreas cultivadas y otras 300 que posiblemente sean intervenidas en la próxima campaña, ya que la pandemia retrasó los planes. Entre las plantas se divisa algo de cebadilla, que pronto será exterminada con algún graminicida como ocurrió con la ortiga mansa, pero la lucha importante se libró en los lotes del fondo del campo, contra el yuyo colorado, que fue combatido con éxito con una mezcla de 2.4D y bromoxinil, aunque es justo reconocer que la helada, que amarillea los lotes, también resultó eficaz para cortar el desarrollo de la maleza que más difundida está en el centro del país.

 

Todavía esta alfalfa naciente depende mucho del clima, y es sabido que en invierno hacer cultivos en secano en el semiárido puntano es toda una aventura, porque no llueve lo suficiente. De acuerdo a los últimos estudios del suelo, el agua aparece a tres metros de profundidad, por lo que las largas raíces de la alfalfa, que son la razón por la cual se implanta en la cuenca, llegarían recién el año que viene para hidratar a las plantas.

 

La jornada, denominada “Genética en variedades, ensayo demostrativo”, contó con la presencia de Juan Lavandeira, el ministro de Producción, quien aseguró luego de agradecer el apoyo técnico del INTA, que el objetivo del gobierno provincial es “potenciar este sembradío, que los productores obtengan datos para sus campos y seguir combatiendo así los excesos hídricos en la Cuenca del Morro”.

 

En la presentación también habló Agustín Martínez, el jefe del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural, quien apuntó que “las jornadas técnicas son importantes para aumentar la producción y hacer que la alfalfa sea cada vez más representativa en San Luis. Y aclaró que también participa activamente la Secretaría de Medio Ambiente y Parques con sus ensayos con especies nativas, como los álamos y los sauces, que son otra herramienta contra el avance irrefrenable del agua en la zona.

 

A su turno, Alejandro Marín, el titular de Alfazal, aseguró que las jornadas tienen como premisa básica “generar información para que los productores tengan una alternativa rentable y asociada al ambiente, una combinación que luego, en un tono más técnico, reafirmó Facundo Díaz, el jefe del Subprograma Producción Agrícola, Cultivos Intensivos y Pasturas: “¿Por qué es tan importante la alfalfa, que es una pastura noble y rendidora? Primero por su rinde, ocupa solo el 5% de la superficie agrícola de San Luis, pero es superior a la soja, que les puede dar 22 quintales por hectárea, o el maíz, que está en unos 50. Con poca tecnología y pobre manejo, hoy estamos en 8 a 10 rollos por hectárea, pero el potencial es enorme”, apuntó el ingeniero agrónomo.

 

“La alfalfa mejora la condición de los suelos, es una pastura perenne que con una rotación adecuada les va a dar satisfacciones. Ojalá puedan hacer 4 años de alfalfa por tres de cultivos de grano, van a ver la diferencia”, completó Díaz, quien aseguró que la exportación demanda calidad, pero el mercado interno también, porque los criadores de chivos del norte puntano, por ejemplo, se están dando cuenta de que ayuda a mejorar la lactancia”.

 

Entre los técnicos del INTA se destacó la presencia de Claudio Sáenz, quien tiene una doble condición porque también es productor agrícola en la cuenca, así que conoce de primera mano el problema. “Los cultivos anuales usan menos agua subterránea, lo que sumado al aumento de las lluvias, a razón de 1,8 milímetro por año de promedio, hizo que aparecieran ríos subterráneos en la superficie, que se generaran cárcavas y roturas de suelo que provocaron pérdidas en la superficie productiva”. Según Sáenz, las pasturas perennes como la alfalfa, que consumen agua todo el año, son parte vital en la solución: “Hasta beneficiaríamos a provincias como La Pampa y Buenos Aires por la regulación del río Quinto. Es un gran negocio vender el agua que nos sobra a los que la necesitan, y todo en formato alfalfa”, concluyó.

 

Otro ingeniero agrónomo muy involucrado en el proyecto es Federico Costanzo, de Alfazal, que tiene la experiencia de haber trabajado con una empresa árabe que se dedica a la alfalfa. Él se refirió al campo alquilado por San Luis Logística. “Teníamos una disyuntiva, porque venía de dos años de descanso y lleno de malezas. ¿Era mejor moverlo y arriesgarse a los peligros de la erosión eólica? Finalmente le hicimos los controles para lograr una buena cama de siembra y terminamos con malezas como el alcanfor y el yuyo colorado”, explicó.

 

Sobre el ensayo, Costanzo contó que pusieron 7 variedades para probar la adaptación y el rinde con tres tratamientos con posemergentes con graminicidas y doble aplicación de trips. “La densidad de siembra fue de 18 kilos de semilla peleteada, unas 250 plantas logradas por metro cuadrado. La napa está a tres metros, cuando es salina como esta sería mejor hallarla a los cuatro, pero cuando tiene alta conductividad ya a los 20 centímetros se nota la humedad”, aseguró.

 

La palabra del especialista

 

Finalmente fue el momento de Funes, quien arrancó mostrando publicaciones amarillentas de 1991, para demostrar la evolución tecnológica de la alfalfa. “Usábamos grupos 3 y 4, que ya no existen más. Hoy la genética avanzó mucho, no hay más alfalfa de tallo macizo, son todas huecas. En esta zona siempre anduvieron bien las de grupo 5 a 7”, contó el especialista, quien reafirmó las dificultades que siempre planteó esta zona: “Por ejemplo la Pionner 555 la sacaron del mercado por pudrimiento de la corona, pero acá siempre anduvo bien”.

 

Para Funes, “no existe la variedad ideal, están las que se adaptan mejor a cada clima y suelo”. Luego detalló un trabajo de la estación INTA-Manfredi, que analizó la interacción entre genotipo y ambiente, que llegó a la conclusión que las de grupo 8 a 10 “funcionan bien si llueve y hay buenas temperaturas, pero son más lábiles para esta región, por eso digo que son mejores las de grupo intermedio, del 5 al 7”.

 

Sobre la forestación, otro de los frentes que encaró San Luis para mejorar la condición hídrica de la cuenca, aseguró que “es buena pero más lenta que la alfalfa, que es ideal para chupar los excedentes de agua. Es una pastura que te da 20 kilos de materia seca por cada milímetro de agua. Estamos lejos, en 8 a 10 kilos en este momento, por eso hay que potenciarla. Pero para eso hay que elegir bien los cultivares, lo que no es fácil”, evaluó.

 

 

Alfazal arrancó hace dos años entregando semillas con un doble propósito: sanear la Cuenca del Morro y plantear la exportación.

 

 

Una de las recomendaciones fue la de fijarse en el reposo invernal de cada variedad, ver cuáles permanecen en latencia cuando empiezan los fríos. “Es el momento en el que envían los carbohidratos por la raíz para rebrotar en primavera”. Funes dice que “antes no me animaba a recomendar las de grupo 8 o 9 porque tenían menos persistencia, no más allá del tercer año. Pero ahora sí, porque lograron más plasticidad. Los fríos de Villa Mercedes igualan todo”.

 

Consultado por un productor sobre la utilidad del peleteado, dijo que es bueno: “Crea un microambiente, pero siempre hay que medir el coeficiente de logro. En este ensayo vimos raíces grandes, pero con menos nodulación que otras plantas más pequeñas. Esa nodulación floja puede tener varias razones, quizá es un campo que venía de tener maní”, especuló mientras ofrecía bandejitas plásticas con semillas de los distintos tipos que usó en el ensayo para que los productores pudieran ir sacando sus propias conclusiones. Al fin de cuentas era el motivo de la jornada, que entre todos pudieran mejorar la producción de alfalfa de San Luis para ir remediando suelos y ambientes, a la vez que puedan vislumbrar a futuro que la pastura es un buen negocio en todos los aspectos.

 

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