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Espinosa dijo que no fue ella, sino Abel Ortiz quien baleó a un joven

Aseguró que su ex, que hace casi siete años que está desaparecido, fue uno de los que atacó a la familia del adolescente.

Por redacción
| 29 de agosto de 2021
Espinosa. En 2016, cuando fue detenida por la desaparición de Abel. Foto: Archivo.

A cuatro días de que el juez Leandro Estrada resuelva si la procesa o no por intentar matar a tiros a un adolescente de su barrio, María Alejandra Espinosa pidió declarar ante el magistrado que ordenó su detención y la de su hija. Una vez en el Juzgado de Instrucción Penal 2, la peluquera se defendió de las sospechas en su contra. Reconoció que ella tuvo un problema con los Figueroa, una familia vecina del barrio Eva Perón 1 de Villa Mercedes, porque, según ella, uno de ellos había abusado de su hijo. Pero negó haber sido ella quien en marzo de 2014 les incendió el domicilio y baleó en la pierna a uno de ellos. Aseguró que quien era su pareja, Abel "Pochi" Ortiz, le pegó un tiro a un adolescente de esa familia porque tenía en su poder un pendrive con fotos y videos de Ortiz y Espinosa teniendo relaciones. Ortiz está desaparecido desde septiembre de 2014 y Espinosa es investigada también por esa causa.

 

La mujer de 45 años y su hija, Dayana Villegas, están detenidas desde hace una semana. Están imputadas por "Homicidio simple calificado por el empleo de un arma de fuego en grado de tentativa" en perjuicio de A.F. El lunes pasado, cuando las dos fueron llevadas ante el juez instructor para ser indagadas, se abstuvieron de declarar. Pero luego, la peluquera rompió el silencio.

 

A través de su abogado, Emmanuel Correa Otazú, solicitó la ampliación de su declaración indagatoria. Declaró y respondió todas las preguntas del juez, la fiscal Verónica Alonso Ernst, la abogada de la familia Ortiz y el defensor del excomisario Marcelo Acevedo, quien en su momento estuvo detenido, al igual que ella, por la desaparición de Abel.

 

Espinosa narró que un día de marzo de 2014, no recordaba con exactitud cuál, notó un tanto raro a su hijo más chico. Le dijo que podía confiar en ella, para contar lo que le pasaba. En ese instante, según ella, su hijo se largó a llorar y le confesó que J., el vecino adolescente que prácticamente vivía en su domicilio, abusaba de él. "Yo lo quería como a un hijo a ese chico, comía y dormía en mi casa, lo iba a buscar a la escuela, todo", aseguró.

 

Relató que de inmediato se cruzó hasta lo de los Figueroa y habló con Mariela, la madre de J., porque quería charlar con él y aclarar todo. Pero la mujer le respondió que su hijo se había ido a jugar al fútbol y le prometió que cuando volviera irían hasta lo de Espinosa a hablar.

 

Pero las horas pasaron, se hizo de noche y ni J. ni su madre fueron a su domicilio, contó. "Yo me quedé con mi hijo, que me seguía diciendo lo que J. le hacía. Le tapaba la boca y le hacía cosas que él debía hacer cuando fuera grande con alguna novia", aseguró. "Pasaron muchas horas. Deben haber sido tipo 23:30 cuando me crucé a lo de Mariela y le dije cómo podía ser que desde las 17 no venía su hijo y me respondió 'no ha venido y no ha venido' y me cerró la puerta", continuó. Espinosa dijo que en ese momento entró en crisis. Comenzó a gritarles a los Figueroa y a decirles que salieran. Abel, su pareja por entonces, y otros familiares intentaron calmarla.

 

"Los vecinos empezaron a salir. Me preguntaron qué pasaba y así se corrió la voz de lo que me pasaba a mí, cosa que ya le había pasado a muchas familias del barrio...", aseveró. De hecho, según la peluquera, previamente otros residentes del Eva Perón 1, cansados de los Figueroa, habían elevado al Ministerio de Seguridad una petición, con la firma de unos 400 vecinos, para que el Gobierno "le diera una casa en otro lado a esa familia para que se fueran del barrio".

 

 

Dijo que su hija también estaba armada ese día, pero no afirmó ni negó que haya disparado. 

 

 

Respecto al día del ataque, relató que "la gente se empezó a juntar. Estaba todo el barrio", frente a lo de los Figueroa. "Yo estaba adentro, con una crisis de nervios. Lloraba y gritaba en un sillón", cuando "Abel Ortiz salió con María Vázquez a buscar combustible". La mujer a la que se refería Espinosa es su amiga, quien también estuvo detenida por la desaparición de "Pochi".

 

"Cuando yo salgo afuera estaban quemando la casa (de Mariela), la estaban quemando Abel y la gente del barrio", aseguró. Querían lincharlos. "Después llegó un patrullero y dos policías me agarraron de los brazos y me los pusieron para atrás. Yo gritaba. Todo seguía y, en un momento, se siente un disparo", narró. Según ella, Ortiz le había pegado un tiro a A., uno de los hijos de su vecina. "Acá no están todos los imputados. Acá faltaría Abel Ortiz, porque legalmente él está vivo. Yo lo vi a él disparar", refirió. Al día siguiente se enteró de que ese balazo había impactado en la pierna del adolescente.

 

Espinosa también dijo que no solo "Pochi" estaba armado, sino que su hija, Dayana, también lo estaba. Pero no afirmó ni negó que ella haya usado el arma de fuego esa noche.

 

Cuando Mariela Figueroa denunció a la peluquera, dijo que los conflictos entre ellos se originaron cuando uno de sus hijos le robó un pendrive a la imputada. Y sobre eso le preguntó su abogado en la indagatoria.

 

—Dijiste que fueron a buscar combustible con Vázquez... ¿Ortiz por qué tenía tanto interés en hacer estos hechos?— le consultó Correa Otazú.

 

—Se hablaron muchas cosas sobre ese pendrive, que habían cosas porno con abogados, con gente del Juzgado, que yo quería ese pendrive para extorsionar a la gente. Todo eso era mentira— respondió Espinosa.

 

Según la mujer, el dispositivo de almacenamiento solo contenía "cosas sexuales" de ella y Abel. Y el joven no quería que se supiera sobre sus gustos bisexuales, refirió la mujer. "Yo creo que también puede haber sido pudor de su persona, porque a algunos les cuesta hablar con la familia y amigos sobre eso, y Abel era bisexual", dijo.

 

Relató que al día siguiente del intento de linchamiento a los Figueroa, esa familia se mudó y el barrio "quedó más tranquilo".

 

—Si el barrio quedó más tranquilo, entonces ¿por qué se fue Abel de su casa?— le preguntó Florencia Ochoa, la abogada de los Ortiz.

 

—Porque ellos, los Figueroa, siguieron pasando en moto y nos apedreaban. Tenían una restricción de acercamiento a mi casa, pero nunca la respetaron. Todos son iguales— aseguró la imputada.

 

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