SAN LUIS - Jueves 10 de Julio de 2025

SAN LUIS - Jueves 10 de Julio de 2025

EN VIVO

Detrás de la cámara y del velo

La foto titulada “Madre, hija y muñeca” reflotó en las redes sociales por los sucesos recientes en Afganistán, pero fue tomada en 2010 y con un objetivo diferente.

Por Agustina Bordigoni
| 27 de septiembre de 2021

Uno de los mecanismos más perversos que refuerza la ideología intervencionista consiste en culpabilizar constantemente a quienes se oponen a las guerras recientes. Uno de los mejores ejemplos que ilustran la fuerza de los mecanismos de culpabilización es el de las mujeres afganas. ¿Quién se preocupa hoy por ellas? ¿Quién intenta informarse sobre su suerte, especialmente en las zonas rurales? Las mismas preguntas podrían haberse planteado en septiembre de 2001. Pero, a partir del momento en que Estados Unidos decidió declararle la guerra a Afganistán, era necesario encontrar una justificación ‘noble’ para el ataque, sobre todo para aquellos que tenían poca simpatía por la ‘guerra contra el terrorismo’ y menos simpatías aún por las aventuras imperiales de EE.UU.”, señala Jean Bricmont en su libro "Imperialismo humanitario. El uso de los Derechos Humanos para vender la guerra" (2005).

 

Es sobre ese “imperialismo humanitario” que menciona el autor del que habla la fotógrafa yemení Boushra Almutawakel cuando dice que “Occidente no necesita salvarnos. Queremos salvarnos a nosotros mismos y tenemos voces. Occidente no puede seguir hablando por nosotras”.

 

Boushra es la autora de la foto que circuló en las redes sociales después de la toma del poder por parte del talibán en Afganistán. La obra se llama “Madre, hija y muñeca”, pero en el mundo virtual fue titulada erróneamente como “La desaparición de la mujer” e interpretada como una crítica al Islam.

 

En la foto se puede observar una secuencia en la que la madre, su hija y una muñeca van desapareciendo debajo de una tela cada vez más oscura: un pañuelo, un hiyab y una burka. Esas imágenes fueron entendidas como la opresión hacia las mujeres musulmanas, pero su autora aclaró que no era ese el objetivo. La imagen es una crítica a cualquier tipo de opresión y, sí, una crítica a cualquier tipo de extremismo. “Las mujeres también son oprimidas en Occidente. Son esclavas de la maquinaria mediática de ventas, que dicta cómo se deben vestir y cuánto deben pesar”, señaló Boushra a algunos medios.

 

En efecto, el extremismo no es propio de ninguna religión en particular. Y es ese el problema que enfrenta Afganistán hoy: la llegada al poder de quienes hacen una lectura extremista (y hasta tergiversada) de la ley islámica o Sharía.

 

 

 

Qué dice la ley islámica
La Sharía es una ley religiosa que regula muchos aspectos de la vida para quienes la aplican, pero tiene múltiples interpretaciones y no siempre se aplica a la vida pública. No es una ley en el sentido occidental del término: no existe un documento único que concentre sus preceptos, más bien es un conjunto de textos que son entendidos y aplicados de diferentes maneras. Sus fuentes son el Corán, el Hadiz, el Ijma y el Ijtihad: esto es, los relatos de la vida de Mahoma y las decisiones de los religiosos que forman el marco moral. Ninguno de estos textos establece un conjunto de leyes de conducta. Algunos países, como Arabia Saudita, Irán, Yemen y Afganistán (al menos durante el período 1996- 2001), las aplicaron a la vida pública y jurídica.

 

Si bien las generalizaciones no son buenas, y menos en este caso, la aplicación de algunas interpretaciones de la Sharía a veces puede implicar serias violaciones a los derechos humanos y es ahí donde entra el caso específico de las mujeres. Durante el gobierno talibán en Afganistán, entre 1996 y 2001 (cuando los talibanes fueron derrocados por la ocupación estadounidense) la aplicación estricta de esta ley islámica llevó a las mujeres a no poder trabajar fuera de su casa, no poder salir sin compañía de un hombre ni educarse, en el caso de las niñas. Además, el régimen talibán obligó a las mujeres a usar burka, cubriendo su cuerpo y su rostro, y haciéndolas pasibles de terribles castigos en caso de no cumplir con estas reglas morales aplicadas a la vida pública. 

 

La preocupación que surge hoy es que esos tiempos vuelvan 20 años después y algunos de esos aspectos ya se están notando.

 

La realidad y la foto
La serie “Madre, hija y muñeca” fue replicada miles de veces tras la toma talibán en Afganistán como una muestra del peligro que podrían sufrir las mujeres con su llegada al poder, lo que implicaría una aplicación estricta de la ley islámica.

 

Boshra, en cambio, aseguró que su fotografía (en la que ella y su hija son protagonistas) es parte de su trabajo como mujer musulmana, árabe y yemení que usa hiyab, y que no se avergüenza de eso. Usarlo no la hace invisible ni oprimida. La fotógrafa aseguró que le preocupa la llegada del talibán al poder, pero también la forma en la que fue utilizada su foto: aumenta la islamofobia, que ya creció exponencialmente después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. “La parte misógina, la extremista, eso de cubrir completamente a las mujeres, esconderlas, usarlas como propiedad, no es parte del Islam”, aclara.

 

El “imperialismo humanitario”, basado o justificado en una visión de mundo Occidental, deja de lado el hecho de que se para a observar desde sus propios sesgos: es el extremismo y no el Islam lo que está mal (y siempre lo estuvo) en el mundo.

 

Entender que Occidente es único pero no universal probablemente sea el primer paso para empezar a mirar las cosas desde una perspectiva diferente.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Temas de nota:

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo