En Argentina, el impacto ambiental es relativamente bajo

El ingeniero agrónomo, Ernesto Viglizzo, disertó en el Salón Blanco de Terrazas del Portezuelo, sobre un estudio que realizó en 2021, para conocer cuál es la posición de Argentina y de los otros países del Mercosur con respecto al impacto ambiental de la producción agropecuaria. “Durante años se miró al Cono Sur con cierta sospecha por tener indicadores ambientales negativos. Esto fue muy emitido por los medios. En determinado momento empecé a dudar de todo lo que expresaban los medios internacionales, sobre todo los del hemisferio norte”, dijo el investigador, y en contra de lo que se dijo durante años, aseveró que el impacto ambiental en Argentina es relativamente bajo.

Viglizzo postuló que durante varios años “hubo una política extractiva de los países productores de petróleo que sacaron de foco los problemas que ellos estaban generando, para distribuirlos entre otros países. Por ejemplo la crítica sobre que las vacas son las principales emisoras de metano, y resulta que no es como nos hicieron creer”.

Para realizar este estudio el especialista se basó en datos estadísticos nacionales y de otros países, y fuentes internacionales como la FAO.

El sector agropecuario en los últimos cien años ha ido evolucionando. “Los factores que generan incertidumbre hoy son la pandemia y la guerra de Rusia con Ucrania, pero que van a terminar en algún momento. Hay otros de tipo estructural: la cantidad de habitantes del planeta, la hambruna en el futuro y el impacto ambiental”, indicó el científico.

En Sudamérica, hay enormes espacios libres todavía, las poblaciones se concentran sobre las costas y lo mismo pasa en el hemisferio norte, estas zonas serán inevitables proveedores de alimentos en un futuro al resto del mundo, que se pronostica que será de 10 mil millones de habitantes en el 2050. Además el planeta está cada vez más caliente y ocurren eventos climáticos extremos: sequías e inundaciones.

Las dos actividades más importantes del Mercosur son la producción de carne bovina y el cultivo de soja. “Lo que se está viendo (desde 1960, hasta 2020) es que Brasil se está convirtiendo en una verdadera potencia ganadera que crece linealmente en número de cabezas, este incremento acarrea la deforestación. En Argentina no ocurre lo mismo, el stock ganadero está estancado desde hace muchos años, oscilamos entre los 50 y los 60 millones de cabezas y marca en ese sentido una diferencia muy grande con Brasil”, explicó Viglizzo.

Brasil y Argentina se destacan en millones de hectáreas destinadas al cultivo de soja, aunque Argentina, que tuvo un incremento muy importante entre los años 90 y 2010, empezó a declinar en cantidad de superficie destinada a este cultivo.

Los sistemas más intensivos de producción de carne son los que generan mayores problemas ambientales. Esto genera preocupación sobre todo en Argentina donde se están haciendo cada vez más estudios para medir el impacto de las ganaderías intensivas.

“Cuando uno analiza cómo evolucionó la producción de carne por hectárea, uno se encuentra con sorpresas, por ejemplo Uruguay lidera la producción de carne por hectárea a los otros países, Argentina está estancada y suben Brasil y Paraguay”, aseguró el especialista.

Para el estudio de impacto ambiental Viglizzo indicó que es muy común tener en cuenta los indicadores: bosques y biodiversidad, agua, carbono, suelo, nutrientes y uso de plaguicidas.

Como fortalezas de Argentina en la región del Mercosur, el investigador mencionó que a escala global el impacto ambiental es relativamente bajo; hay una alta adopción de labranzas conservacionistas y baja erosión del suelo; además es bajo el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero del sector agropecuario; el país posee un buen potencial de secuestro de carbono en tierras de pastoreo; se caracteriza por una declinante tasa de deforestación de leñosas nativas; y la huella hídrica de la producción agropecuaria es baja.

Para tener una idea sobre dónde hay que focalizar las estrategias geopolíticas a futuro, también hay que tener en cuenta que “llevamos más de dos décadas de pérdida anual de masa de hielo.  Los glaciares retroceden y el agua equivalente también, es un proceso en aumento, esto tiene un impacto muy importante en las economías regionales de la zona montañosa”, especificó el especialista y añadió que: “Los caudales medios de los ríos que bajan de la montaña en la región Cuyo se van hacia abajo, cada vez tienen menos agua. Esto tiene un impacto productivo, agropecuario y genera conflictos interprovinciales”.

El tema de los nutrientes es preocupante en Argentina. Debido a la producción de soja, maíz, trigo y girasol, el suelo pierde nutrientes. El problema más grande es que la tasa de incorporación de fósforo va por debajo de la de extracción. “Vemos que se van perdiendo los contenidos de materia orgánica, sobre todo de carbono, los mapas muestran que el área de deficiencia se va ampliando. Ahí tenemos una deuda ambiental que corregir”, expresó.

Entre los países productores de alimentos, en el nuestro se usa muy poco fertilizante. “Buscando síntesis de estos indicadores, Argentina aparenta tener la mejor performance pero reforesta poco, pierde más bosques de los que gana, pero Brasil está más complicado debido a la erosión y pérdida de bosques”, concluyó.