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"Es perverso exigir a una sociedad que vive estresada que llegue relajada a tener sexo"

La sexóloga aclara algunas dudas comunes a la hora del encuentro sexual y mantiene su idea de que nada se compara con el contacto humano. Fricciones que logran la felicidad momentánea o eterna.

Por Astrid Moreno García
| 14 de febrero de 2022

Fiel militante de los vínculos interpersonales, la licenciada Cecilia Ce recurre a cosas más comunes, como el humor y las matemáticas, para acariciar, rozar y estimular a quienes la escuchan para que aprendan de sexo. La psicóloga, especializada en sexología, asegura que no hay vibrador, masajeador o anillo genital que supere el contacto cuerpo a cuerpo.

 

¿El orgasmo? Es el fin inmediato de la masturbación; “el encuentro sexual pasa por otro lado”, asegura Cecilia, quien busca llevar a su climax al placer mientras intenta acabar con mitos.

 

La creadora de “Beer&sex night” (“Noche de cerveza y sexo"), aunque lejos de combinar el alcohol con el placer, pasó el domingo por Villa Mercedes y el martes por San Luis con una experiencia interactiva que dejó un chat de Telegram entre los participantes. Una de las formas de Cecilia de generar vínculos a su paso.

 

—Usás el humor para educar, ¿cómo surgió esa combinación?
—Vino solo y naturalmente. Me pasa que si no hay humor, sumado al drama que es la vida y lo difícil que es hablar de la sexualidad, se hace difícil. El humor genera mucha apertura en el receptor, le saca el drama y hace que las cosas se aflojen y el mensaje sea mejor recibido.

 

—Posteaste la siguiente frase en tus redes "La meta no es el orgasmo sino aumentar la energía sexual corporal", ¿podrías explicarla?
—La idea principal es que hay que hacer mucho trabajo para sacarnos exigencias y resultados de encima, tenemos muy metido esto de que tiene que haber un fin y que ese es siempre el orgasmo. Lo que produce eso es mucha ansiedad y presión entonces, generalmente, genera el efecto contrario. Mientras yo más espero que suceda, más lo demoro. Hay que llevar toda esa conciencia al cuerpo y al proceso de excitación previo al orgasmo que a veces pasamos por alto y nos perdemos de todo lo que son las sensaciones, el movimiento y lo que nos pasa por el cuerpo. Por lo general estamos bastante disociados, tenemos más cabeza y pensamos más de lo que sentimos. Lo mejor es enfocarse en el cuerpo, darle tiempo y establecer lo que necesita para aumentar la tensión y tener más placer, ni siquiera un orgasmo.

 

—¿Se puede alcanzar una relación sexual placentera sin tener un orgasmo?
—Claro, sucede por lo general que muchas personas caen en esto de fingir y decir "tuve un orgasmo" porque pensamos que es lo que hay que decir. En realidad es súper común no llegar, pero igual la relación es placentera y la pasan bien. Lo que pasa es que eso no se comunica, ya sea por vergüenza o para no quedar mal, pero hay un montón de razones. La manera que conocemos que funciona para tener un orgasmo es la masturbación. Si querés tener un orgasmo, masturbate, ahora el encuentro sexual es otra cosa y pasa por otro lado.

 

—¿El deseo es algo innato o se construye?
—Es fascinante porque tiene tantas aristas: se construye y es variable. Lo más importante es saber que cambia el deseo de una persona a otra y también en la vida, el mes, la pandemia, no pandemia, la soledad o el ciclo menstrual. Es muy variable y no es que llegas a la vida con una dosis de deseo y eso es lo que tiene que durar y alcanzar para siempre.

 

—¿La falta de deseo es más común en las mujeres?
—En referencia a las cifras el deseo hipoactivo como patología, por decirlo de alguna manera, es mayor en las mujeres. Obviamente que hay condiciones orgánicas, como lo que es la testosterona y las hormonas en la mujer, los anticonceptivos y la menopausia y obviamente que hay factores específicos a nivel físico. Tenemos una mirada de perspectiva de género a las diferencias culturales en cómo se propicia el deseo en el hombre, que ya de hecho nos vamos al otro extremo, y es un exceso que genera un presión en él para ser un macho conquistador. En la sociedad, la mujer tiene todo en contra y es lógico de entender por una cuestión de género, cultural, de tareas, de las cosas que le pasan y de que está más propensa a situaciones de vulnerabilidad y abuso. Hay un montón de factores dando vuelta que van en contra del deseo.

 

—"El sexo no es lo que te venden afuera, es lo que vos quieras construir desde adentro", decís en tu libro “Carnaval toda la vida”, ¿qué tanto de lo que vemos afuera, como el porno, las redes sociales y demás, “contaminan” la forma de actuar en la cama?
—Todos nos condiciona, hasta esa frase. En querer comunicar, por más que sea un mensaje diferente, también estás bajando una línea porque hay muchos mensajes de cómo tenés que vivir. Hay que ser muy cuidadosa para tratar de liberar sin generar ninguna presión. Estamos bombardeados constantemente, más que en los últimos años la sexualidad se puso en agenda. Yo recibo consultas continuamente al estilo de "mis amigas me dicen que ellas tienen orgasmos de esta forma y yo no". Todo el tiempo uno se compara porque lo que tenemos es tan poca información de lo esperable y cómo funciona el cuerpo que te vas guiando por lo que te dicen los demás. Entonces comparás y como la sexualidad es completamente diversa nunca estás igual, ahí es dónde empiezan los complejos.

 

—¿Cuáles son los mitos o mandatos más comunes que escuchás sobre el sexo?
—El mandato del orgasmo por la penetración, que el hombre siempre quiere y que las mujeres son las que menos sexo tienen son algunos. Alrededor de la masturbación hay mucha culpa, que no podemos fallar en los encuentros sexuales y cómo el hombre tiene que tener siempre una erección. Esos son los principales complejos. Que el tamaño importa es una gran batalla. La mayoría de las mujeres alcanzan el orgasmo por la fricción de la vulva, no hace falta penetrar, obviamente que en ciertas partes del canal vaginal generan más sensibilidad y todo va sumando. Cuando más zonas erógenas estimulemos más aumentamos la tensión sexual. Si seguimos con la fórmula del porno, “el mete y saca”, sin contacto de la vulva, no es la forma adecuada que necesita la mujer.

 

—¿La penetración está sobrevalorada?
—Sí, se llama coitocentrismo, si no tenés penetración te vas del encuentro sexual sintiendo que faltó algo y que todo lo que hacés antes es el medio para llegar a la penetración. Es en ese momento donde tiene que suceder el orgasmo en la mujer y en el hombre y no todos lo tienen en ese momento.

 

—¿Qué rol juega la ansiedad?
—Es terrible, por eso vamos a tener sexo poniendo la cabeza y no el cuerpo, cuanto más ansiedad tengamos más en contra se pone el cuerpo y más se inhibe. Tenemos una sociedad muy ansiosa y estresada, es medio perverso exigir que vivamos estresados pero que lleguemos a la cama relajados. Tenemos que bajar la ansiedad en todos los aspectos de la vida. En la intimidad sería correr el foco de los genitales y tener más intimidad y diálogo con la persona.

 

—¿Cómo afecta todo eso, por ejemplo, en fechas como el 14 de febrero?
—Es una convención que las parejas tengan sexo en esas fechas y es detestable. Por ejemplo, con el tema de la frecuencia es otro de los grandes mandatos y motivo de consulta muy común. Es algo a libre voluntad, no hay dos personas que deseen de la misma forma, entonces obviamente que siempre va a haber una discordancia entre lo que uno y el otro quiere, entre el real de cada uno, el ideal y lo que sucede cuando se encuentran. Tenemos una sociedad que parte de la norma de que todos tenemos que tener deseo, el que más lo tiene es visto como saludable y la otra persona se tiene que acomodar. Eso no es así, es una negociación donde cada uno va a tener que ganar algo y encontrar un punto de acuerdo. Hay que armar una dinámica, sin presión, porque si lo hacemos matamos el deseo. Hay que alimentarlo y no presionarlo.

 

—¿A medida que crecemos, se tiene menos deseo?
—Es un mito. A lo largo de la vida a nivel físico nos pasan cosas, obviamente que el cuerpo va generando mayor lentitud, quizá si estás con alguna otra patología o una medicación que tiene su efecto en la sexualidad, pero no es un determinante para las personas. Lo que te da la edad es mayor conocimiento, libertad, más experiencia y llegas a la sexualidad mucho más tranquilo. Hay gente que la descubre entrados en años. Es un mito de que el mejor momento para el sexo es en la juventud.

 

—¿Los objetos sexuales podrían reemplazar o ya lo hacen a las relaciones personales?
—Soy una defensora de los vínculos. El otro día encontré un estudio que me gustó mucho sobre los cambios en el comportamiento sexual durante la pandemia. Lo que observaron era que el uso de la tecnología y los objetos sexuales habían aumentado muchísimo, pero eso no era correspondido con el grado de satisfacción. En realidad todas las novedades que implican encuentros con otras personas, parejas que cambiaron de posición y demás, todo eso generaba mayor satisfacción que aquellas que habían introducido tecnología u objetos. Con lo cual nos da una esperanza de que no hay nada como el contacto humano.

 

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