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Estrés térmico: un enemigo para la producción avícola

Senasa y la médica veterinaria Bárbara Castiglione, del Ministerio de Producción, brindaron algunas consideraciones a tener en cuenta, como el movimiento de las alas y el jadeo.

Por María José Rodríguez
| 20 de febrero de 2022
Muy relajadas. Los sistemas agroecológicos dejan que las aves pastoreen.

Cuando llega febrero baja apenas el termómetro, pero lo suficiente como para que el verano se ponga un poco más benévolo en cuanto a temperaturas. No obstante, Senasa recomienda tener un cuidado especial en el manejo de la producción avícola. “En San Luis tenemos un clima relativamente privilegiado para este tipo de sistemas. Pero en el norte, en el Departamento Ayacucho, los animales pueden verse más afectados por el estrés calórico”, dijo la médica veterinaria Bárbara Castiglione, del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural, del Ministerio de Producción.

 

A través de una publicación en su sitio web oficial, Senasa indicó que el Índice de Temperatura y Humedad (ITH) es el número utilizado para evaluar si las condiciones ambientales resultan estresantes para los animales. Cuando se producen temperaturas entre 24° y 27°, el funcionamiento del organismo de una gallina es normal; cuando suben a entre 27° y 30°, el ave aumenta el consumo de agua y baja la ganancia de peso; si el termómetro se eleva y oscila entre los 35° y los 37°, se registran cambios de comportamiento y fisiológicos que impactan en la producción; y si sobrepasa los 37° aumenta la probabilidad de mortandad por deshidratación.

 

 

Senasa recomienda evitar el transporte de aves en días calurosos y húmedos, lo mejor es hacerlo de noche o bien temprano a la mañana.

 

“Las aves son muy sensibles en cuanto a los cambios de temperatura y humedad, es muy importante para el productor conocer las señales. En el caso de los parrilleros, son mucho más pasibles de sufrir el estrés térmico por calor debido a que tienen tasas de crecimiento más elevadas”, explicó la funcionaria, y agregó: “Cuando el ave estira las alas y tiende a levantarlas, busca que la temperatura de su cuerpo baje; el jadeo es uno de los mecanismos que utiliza para disipar calor; pero si esto se mantiene en el tiempo el animal empieza a tener desequilibrios metabólicos”.

 

Otro signo de estrés por calor se puede percibir “a través del plumaje, que se presenta ligeramente erizado y aumenta de manera notoria el consumo de agua. Puede querer buscar estar cerca de la zona de bebederos, además reduce la actividad, se mueve menos”, aseveró Castiglione, y añadió que “una alternativa de manejo podría ser alimentarlas de noche o a la mañana bien temprano, lo mismo hay que considerar si hay que transportarlos. Algunos productores incluso adecuan la dieta a cada estación”.

 

Además Senasa afirma que puede producirse una respiración acelerada y con el pico abierto; un oscurecimiento de la piel en aves adultas; un aumento del número de cascarones delgados, reducción del tamaño y de la producción de huevos en aves de postura; y cierto alejamiento de la fuente de calor y entre sí, a lo que hay que sumar deposiciones líquidas en pollitos bebés.

 

Las aves son animales homeotermos, es decir que a pesar de las fluctuaciones en la temperatura ambiental, son capaces de conservar de manera constante su temperatura corporal. Para hacerlo utilizan diferentes mecanismos. Por ejemplo, si el ave tiene calor puede reducir la temperatura corporal por el mecanismo de convección, extendiendo sus alas para aumentar el contacto con el aire más frío.

 

 

 

Otra forma de disminuir la temperatura corporal es por evaporación. Cuando la temperatura dentro de un galpón es muy elevada, “las aves jadean para aumentar el flujo de aire sobre las membranas mucosas del tracto respiratorio, lo que conlleva un gasto de energía. Esto puede tener consecuencias graves si el jadeo se prolonga en el tiempo, porque altera el equilibrio ácido-base del organismo y puede ocasionar la muerte”, señaló la médica veterinaria.

 

El organismo sanitario además recomienda que es importante llevar un registro de la temperatura y la humedad en los galpones. La medición de temperatura debe realizarse a nivel de los animales, ya que puede variar con la altura. Además, es importante considerar que la temperatura dentro de las jaulas puede ser mucho más alta que la del aire medida en los pasillos.

 

“Las estrategias para disminuirlo que se deben tener en cuenta son, además de medir la temperatura, mejorar la ventilación, la disponibilidad de agua fresca y limpia. Hay que evitar el hacinamiento, hay cálculos estimados que permiten determinar la cantidad de aves por metros cuadrados”, especificó Castiglione.

 

 

Siempre es importante consultar a un profesional, porque cada establecimiento tiene recursos diferentes”. María Bárbara Castiglione, Médica Veterinaria del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural.

 

 

Cuidados en aves adultas

 

Senasa divide los cuidados teniendo en cuenta que pueden hacerse por edades. Uno de los aspectos que hay que evitar es movilizar a las aves durante las horas más calurosas del día, y además recomiendan que los trabajos rutinarios se realicen bien temprano por la mañana o por la noche, lo mismo que la alimentación.

 

Disminuir la densidad de alojamiento es otra alternativa para evitar el hacinamiento. Otra variante es aumentar la velocidad del aire a nivel de las aves. De acuerdo a la temperatura y humedad de los galpones, puede utilizar nebulizadores y vaporizadores.

 

Un aspecto para no olvidar es que cuando la humedad es alta (superior al 70%) no se recomienda evaporar el agua.

 

Otra opción interesante es colocar rociadores en el techo para refrescar el interior de los galpones. También se pueden colocar sobretechos y/o una media sombra en los laterales. Indican que una manera de aliviar a las aves del calor es maximizar el enfriamiento de los galpones durante la noche para prolongar el período de temperatura moderada hasta la mañana siguiente y darles tiempo a los animales para recuperarse.

 

“Un tip que puede servir a los productores es que el agua esté a una temperatura de 20° para que el ave se refresque. Hay que ofrecerla en cantidad suficiente y accesible para todas las aves”, especificó Castiglione, y mencionó que hay que cuidar que al recipiente no le dé la luz directa del sol.

 

“Siempre es importante consultar a un profesional, porque cada establecimiento tiene una situación de recursos y de manejo específicas. Por ejemplo, no es lo mismo un productor que tiene galpones y la producción es a gran escala, que uno pequeño que tiene a las gallinas en el patio”, afirmó la funcionaria provincial.

 

En este sentido, Senasa afirma que hay que prestar especial atención al suministro de ingredientes de alta digestibilidad y a los niveles de aminoácidos, calcio, sodio, fósforo, vitaminas y antioxidantes. Además, las camas tienen que permanecer secas.

 

Si están fuera del galpón es sumamente importante que las gallinas tengan sombra suficiente. “Los sistemas agroecológicos dejan que las aves salgan, pero no es lo mismo que haya pasto, una cortina forestal, espacios de sombra a que esté la tierra sin nada”, opinó la médica veterinaria, y añadió que si bien el  guano de la gallina no es contraproducente en relación a las altas temperaturas, “siempre es bueno tener limpios los espacios. Eso hace al bienestar del animal”.

 

 

Luz y calor

 

Según el organismo sanitario, en casos extremos hay que bajar la intensidad de la luz durante las horas más calurosas para disminuir la actividad de las aves. Dentro de las recomendaciones también especifican que es sumamente necesario contar con un plan de contingencia en casos de que haya una ola de calor, como la que hubo en enero. Para contrarrestar las altas temperaturas hay que prevenir, tener un plan y contemplar medidas para evitar el sufrimiento de las aves y las pérdidas innecesarias.

 

A diferencia de las gallinas adultas, los pollitos no pueden controlar por sí mismos la temperatura corporal, por lo tanto es esencial extremar los cuidados en esta etapa de la vida.

 

Senasa indicó que durante el nacimiento de los pollitos bebés es necesario ofrecerles agua inmediatamente, para compensar la deshidratación ocurrida desde el nacimiento hasta su llegada a destino. La temperatura del galpón debe estar entre 30 y 32° durante toda la primera semana. Luego, debe mantenerse a 26°.

 

Para consultar, Senasa tiene dos vías: el Programa de Bienestar Animal bianimal@senasa.gob.ar y/o al Programa Nacional de Sanidad Aviar avesygranja@senasa.gob.ar.

 

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