SAN LUIS - Viernes 03 de Mayo de 2024

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Ernesto Raffaini: la valentía, el dolor y la memoria de un halcón del cielo

Participó como Primer Teniente para el Segundo Escuadrón de la V Brigada Aérea en la base de Río Gallegos.

Por redacción
| 02 de abril de 2022
Sala de operaciones de Río Gallegos, 1982. Sánchez, Raffaini y Cervera, compartiendo unos mates. Fotos: Gentileza Ernesto Raffaini.

(Por: Erica Bustos)

 

"Trato de no hablarlo, de no pensarlo, porque ya han pasado 40 años y todavía me causa tristeza, me causa injusticia. La muerte en cualquiera de sus formas es dura, por más que fue un héroe y estaba haciendo lo que quería", dijo Ernesto Raffaini, con una voz rasposa y entre lágrimas, mientras recordaba a uno de sus compañeros piloto muerto en Malvinas.

 

Juan Manuel Bustos no es el único a quien extraña y menciona en sus relatos. También están sus colegas Vázquez, Arraras, Gelardi y Boizan, con quienes compartió misiones, comidas y charlas durante los más de 40 días que, para él, duró la guerra.

 

Memoria, nostalgia, dolor, alegría y, principalmente, orgullo son los sentimientos que invaden la voz de Raffaini, excombatiente y veterano de la Fuerza Aérea Argentina (FFAA) que participó en la guerra de Malvinas.

 

En una entrevista para El Diario, Ernesto recordó aquellos días que pasó lejos de su familia en la base de Río Gallegos, donde vio y vivió la caída de muchos de sus compañeros del Segundo Escuadrón de la V Brigada Aérea y de tantos otros más.

 

Nació en Santa Rosa del Conlara, en 1952. A los 17, ya egresado de maestro, ingresó en la Escuela de Aviación, donde se tituló como piloto.

 

Un héroe. Por subir al avión para cumplir su misión. 

 

El 1º de mayo de 1982, luego de recibir la noticia del bombardeo británico en el aeropuerto de Puerto Argentino, enviaron al Segundo Escuadrón de la V Brigada mercedina a Río Gallegos, base que constituyó una de las más importantes durante la guerra.

 

Para ese entonces, Ernesto solo había volado aviones de tipo Pucará. Recién estaba empezando a conocer los A-4 Skyhawk (Halcón del Cielo) y fue enviado a cumplir con su deber con el grado de primer teniente, a los 29 años.

 

"Me agarró el conflicto solo con tres pruebas de vuelo. Mientras estuve en Río Gallegos empecé a pilotar los A-4, a seguir adiestrándome para llegar a la etapa 3. Si bien no tenía mucha experiencia en el avión, sí tenía experiencia de vuelo, porque fui instructor muchos años en Pucará (otro modelo de avión) y en aquella época se pilotaba muy bien. Las FFAA lo hacían muy bien", recordó el excombatiente.

 

En el imaginario común del pueblo argentino está latente la fotografía de los jóvenes internados en las trincheras que se armaban, muy precariamente, en las islas. Pero no todos los que lucharon en Malvinas dicen que pasaron hambre, frío o que no tenían los medios que se requerían. La historia de Ernesto es diferente, aunque no por eso menos triste u honorable.

 

Cuando llegaron a la base militar aérea, el piloto contó que solo estuvieron dos días sin poder descansar bien, pero luego fueron trasladados a un hotel, el Santa Cruz, donde cada uno de los miembros del batallón al que pertenecía tenía designada una habitación cómoda para dormir.

 

"Hay una versión muy contundente —manifestó Raffaini con firme convicción—, que decía que los ingleses querían romper los aviones que estaban en el continente, lugar desde donde salían prácticamente todos los vuelos. Ellos se estaban aproximando con fragatas o submarinos para de-sembarcar tropas y poder atacar las bases en el continente, tipo golpe comando".

 

Los vuelos que realizaban no eran hacia las islas, porque allí no había modo de aterrizar o despegar los aviones que manejaban. Su labor era sobrevolar el Mar Argentino con el fin de encontrar naves o submarinos ingleses.

 

"En esa misión no tuvimos suerte—continuó—, porque el mar es demasiado grande y si fue un submarino el que apareció en el radar, probablemente haya tenido alguna inmersión o algo por el estilo y no pudimos encontrarlo".

 

En total fueron cinco los vuelos que hizo Ernesto en misión de reconocimiento ofensivo, desde el 1º de mayo hasta el 14 de junio, día en que su grupo emprendió el vuelo de retorno a sus hogares.

 

El retorno a su origen no fue algo simple. Hubo muchas pérdidas, no solo físicas, sino emocionales. En el caso de Ernesto, cuando volvió, y luego de saludar a su familia, decidió tomarse unos días para descansar y reflexionar sobre lo ocurrido en la casa de su abuela, en Villa de Merlo.

 

"Por un lado estaba la alegría del regreso, pero por el otro, la tristeza de aquellas mujeres, mamás que sabían que sus esposos no volvían. Todos vivíamos en el barrio aeronáutico, éramos vecinos, nos conocíamos", contó.

 

El hecho de volver y entender que muchas mujeres quedaron viudas y muchos niños sin sus padres fue un golpe muy duro para él.

 

Y continuó su relato destacando el valor de sus compañeros: "Fue muy triste, muy chocante, porque quedaron viudas y huérfanos. El grupo de la V Brigada fue el más eficiente en la guerra. No hay que descartar el valor, patriotismo y el deseo de cumplir con lo que la Patria nos ha dado con esta misión".

 

Ernesto nunca pisó Malvinas, durante la guerra estuvo en suelo y aire argentinos, pero confirmó que hasta que las islas no se reconozcan argentinas no irá, porque "consideramos que son nuestras y tendríamos que tener la posibilidad de ir cuando se nos ocurra y no tener que andar pidiéndoles permiso", finalizó.

 

 

Más allá de la guerra

 

En esos días interminables de 1982 también se forjaron amistades que durarían hasta el día de hoy. Así habla Ernesto de los habitantes de Río Gallegos, a quienes describe como seres humanos únicos, bondadosos y hospitalarios.

 

Dijo, con mucha emoción y devoción: "Nos hicimos amigos de mucha gente de ahí que nos invitaba a comer un asado a sus casas cuando teníamos días libres. Nos hicimos amigos de la población. Hubo gente que realmente trabajó de forma muy desinteresada".

 

"En el año 2004 fui jefe de la base de Río Gallegos. Cuando me pusieron en funciones a cargo los invité, vinieron y ese año volvimos a reflotar esa amistad; fue muy bonito, un momento muy lindo. Sigo teniendo contacto con esa gente que sufrió a la par nuestra", añadió.

 

El piloto. Después de la guerra continuó la formación. 

 

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