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Siembra directa y cobertura son claves en suelos salinos

Con 110 millones de hectáreas a lo largo del país que sufren esta realidad, hay que medir la calidad del agua y apelar a forrajeras adaptadas como el agropiro, la festuca y el lotus.

Por Marcelo Dettoni
| 22 de mayo de 2022
Advertencia. Los suelos salinos dificultan el desarrollo de los cultivos comerciales. Foto: Shutterstock.

Los suelos salinos son una realidad en el campo argentino, basta ver lo que sucede en San Luis. Pero no todo está perdido para quienes quieren producir aun en esas condiciones. La siembra directa y los cultivos de servicios son dos herramientas muy precisas para recuperar este tipo de superficies. Por eso el principal interrogante que se plantea es cómo manejar y mejorar esos ambientes y, en caso de lograrlo, si es posible producir en suelos salinos.

 

 

Según el inventario de salinización de suelos que hicieron el INTA y la Fauba, el 38% de la Argentina está afectada por este fenómeno.

 

 

Esta fue la premisa sobre la cual se debatió en una nueva edición de Agenda Aapresid, el ciclo de capacitación e intercambio de información impulsado por la entidad que promueve la siembra directa. Ahondaron sobre la temática, el docente e investigador Miguel Taboada director del Instituto de Suelos de INTA y Julián Isasti, gerente técnico de Desarrollo de la Chacra América de Aapresid, expertos en suelos salinos.

 

 

Nunca hay que remover los suelos con labores mecánicas. Eso potencia el sodio y conecta la napa, llevando las sales a la superficie". Miguel Taboada, director del Instituto de Suelos del INTA.

 

 

Estadísticas fundamentales

 

La Argentina ya cuenta con el primer inventario de salinización de suelos, elaborado por el INTA y la Fauba, en base a seis décadas de información y datos actuales. Registró que alrededor de 110 millones de hectáreas (Mha) están afectadas por sales, lo cual representa el 38% de la superficie nacional. A su vez, 77 Mha presentan concentraciones elevadas de sal en superficie.

 

“En las zonas húmedas el problema de salinización está asociado, en más del 90% de los casos, a una conexión con una napa freática cargada en sales”, precisó Taboada. De esta manera, el técnico planteó que, si el suelo queda desnudo y desprovisto de cobertura, las sales son bombeadas a la superficie por medio del ascenso capilar, por lo que para interrumpir la conexión de la columna de agua freática y superficial se debe asegurar una mayor cobertura y presencia de plantas vivas, y así aumentar la evapotranspiración y abatir la napa, describió el sitio Agroverdad.

 

 

 

Lo que no hay que hacer nunca, recalcó, es remover los suelos con labores mecánicas, “porque eso tiene el riesgo no solo de potenciar el sodio, sino de conectar mucho más la napa freática, llevando más sales a superficie”.

 

Por eso Taboada sostuvo que “en aquellos suelos salinos con subsuelo de buena calidad, materia orgánica y fertilidad, pero mal drenaje, la siembra directa con buena cobertura y sostenida en el tiempo es la solución para poder hacer agricultura”.

 

Sin embargo, para producir en estos ambientes complejos se debe considerar no solamente calidad del suelo sino también a qué profundidad está la napa y qué calidad de agua tiene.

 

Por eso, un buen manejo de la cobertura, con descansos periódicos para permitir el repoblamiento de herbáceas nativas, o la implantación de forrajeras adaptadas como agropiro, festuca, lotus tenuis y/o cultivos de servicios, “con el tiempo van mejorando las condiciones y abre las puertas para hacer otros manejos, incluyendo cultivos de renta”, asegura el informe de Aapresid.

 

 

Experiencia a campo

 

La Chacra América de Aapresid es un modelo a campo en el manejo de suelos salinos. Se formó como consecuencia de las inundaciones de 2016-2017 en el noroeste de Buenos Aires, sudeste de Córdoba y noreste de La Pampa, por un grupo de productores que buscaban soluciones a los problemas de salinidad, sodicidad y ascenso de las napas.

 

“Lo que buscamos es generar información local para los ambientes complejos”, comentó Isasti, que maneja un área de influencia que va desde Fortín Olavarría (Buenos Aires) hasta La Carlota (Córdoba), unos 300 kilómetros. “Si bien los procesos biológicos son largos y complejos, ya se ven los frutos de aplicar agronomía y manejos adecuados a esos ambientes”, destacó.

 

“En algunos casos se pueden ver evoluciones positivas al pasar de vegetación natural a cultivos de servicios, con aportes significativos de cobertura y mayor desarrollo de biomasa, tanto aérea como de raíces, mayor actividad biológica y mejor porosidad del suelo y conductividad”, aseguró.

 

Dentro de los cultivos de servicios con los que trabajan, evaluaron gramíneas invernales, como cebada y triticale -muy tolerante a salinidad y con buen comportamiento al anegamiento- y leguminosas como vicia, melilotus y lotus. Dentro del manejo, Isasti destacó que la producción resulta superior en fechas de siembra tempranas (febrero-marzo) respecto a abril-mayo-junio.

 

En cuanto a los cultivos estivales que vienen probando, tuvieron éxito con distintos biotipos de sorgo granífero, forrajero y silero, y el “todo terreno” sorgo de escoba o maíz de guinea. Además, proyectan hacer ensayos con girasol y maíz, “que son cultivos que podrían entrar en la rotación de este tipo de ambientes”, agregó. También buscan optimizar la dosis, momento y fuente de fertilización, “porque las pérdidas por desnitrificación pueden ser muy importantes en ambientes anegables”, comentó Isasti.

 

 

La situación de la Argentina

 

Las causas de salinización a nivel país son variadas, y básicamente responden a cuestiones climáticas. Las dos terceras partes del territorio tiene clima árido a semiárido. Esta falta de lluvias impide la lixiviación de sales producidas durante la formación del suelo, con su consecuente acumulación y concentración, explicó Taboada.

 

Esto puede verse en las famosas salinas en Catamarca, Córdoba e incluso en la Patagonia. También existen suelos afectados por salinización de origen antrópico, en tierras con manejo deficiente del riego y/o de drenaje, presentes en en los oasis andinos de La Rioja, Catamarca, Mendoza, San Juan, San Luis y el Alto Valle de Río Negro, agregó el especialista.

 

En la zona húmeda y subhúmeda de la región Chaco-Pampeana, 12 millones de hectáreas están afectadas por sales.  Por ejemplo, los bajos submeridionales (sur de Chaco y norte de Santa Fe), el sudeste de Córdoba, la depresión del Salado, el oeste bonaerense y la cuenca del río Quinto.

 

MM

 

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