Sin Cordones cerró el Festival Cultural de las Sierras Puntanas
Un dúo de Tierra del Fuego con perspectiva de género y rock infantil despidió un encuentro que se consolida.
La quinta edición del Festival Verano Cultural en las Sierras de San Luis tuvo con Sin Cordones, un dúo de rock para las infancias que reside en Ushuaia, un broche de oro a la altura de todo el mes. La nutrida y colorida grilla dejó para el final del encuentro —que empezó la primera semana de enero— al grupo que tiene una notable trayectoria amparada por tres discos y muchas historias.
La dupla conformada por Julieta Ontivero y Leo Viturro (quien tiene además una interesante carrera solista) hizo bailar a grandes y chicos en su primer recital en la provincia, que fue, además, la despedida del festival. Canciones, un trato sumamente respetuoso hacia los chicos y chicas, y una simpatía que trasciende el escenario son apenas algunos de los elementos que acordonan la visión de Sin Cordones.
La gira, que lleva por estos días a la dupla por todo el país y que la hizo desembarcar el sábado en El Trapiche, tiene a la presentación de “Piberío suelto”, su disco más reciente, como hermosa excusa. Los dinosaurios, las pijamadas, los fantasmas, los acusetes y el pelo despeinado se transforman en temas de conversación con los que Ontivero, en la voz, y Leo, en la guitarra, consiguen una comunicación con los chicos sincera, amena y sin intermediarios.
No parece un dato menor que algunas instituciones educativas y el propio Ministerio de Cultura de la Nación hayan elegido composiciones de los patagónicos para observar la perspectiva de género y la igualdad entre los menores. “Estereominas” y “Harta” —dos canciones que estuvieron en el concierto puntano— son ejemplos de las preocupaciones que tiene el grupo.
Antes de cada tema, los músicos hicieron una divertida introducción sobre los argumentos en donde el pequeño y respetable público tuvo voz y voto, como lo tuvo también en los coros, un momento en que Julieta le prestó el micrófono para que cantara y se expresara libremente.
También, las nenas y los nenes bailaron —como zombies, como fantasmas, como rockeros en potencia— al lado de la cantante, quien no solo rompió esa pared al invitar a los chicos a acompañarla en el escenario, sino que también fue hasta donde estaba el numeroso público adulto para incorporarlo a la fiesta.
“¿Se puede hacer punk rock para las infancias?”, preguntó la cantante sobre el final del show en el preludio de la última canción, que, al modo del ricotero “Jijiji”, desató el pogo más pequeño del mundo.
La presencia de Sin Cordones en el cierre del festival trapichense fue consecuente con la estética que predominó durante todo el mes en la costanera del río local o, cuando el clima lo obligó, en la sala de Al Pan, Pan, el pequeño teatro de la localidad. El sábado, al mínimo indicio de tormenta en la localidad serrana, se decidió trasladar el show bajo techo. La cercanía del desastre natural que ocurrió en la primera noche del Festival de la Calle Angosta estuvo latente en los organizadores.
Durante todo el mes, Verano Cultural en las Sierras posibilitó que el público viera títeres de todo el continente, magia de San Luis y teatro de todo el país, y que tuviera un pasatiempo económico (todas las funciones fueron a la gorra) y de probada calidad para las tardes veraniegas.
Sobre el final del recital del grupo fueguino, Leonardo Oliveri, uno de los organizadores, tomó el micrófono y, a modo de despedida, agradeció a colaboradores y ayudantes que trabajaron o aportaron para el festival y confirmó la sexta edición para el verano del año que viene.
Redacción/MGE


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