Desde hace cuatro años, un equipo de científicos y especialistas evalúan anualmente el estado del clima en América Latina y el Caribe; los resultados revelan tendencias cada vez más alarmantes para la segunda región del mundo más propensa a los desastres.
El último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado el 8 de mayo, confirmó que 2023 fue el año más caluroso jamás registrado. La región atlántica experimentó un rápido aumento del nivel del mar, superando la media mundial y amenazando las costas de varios pequeños estados insulares en desarrollo.
El aumento de las temperaturas afectó gravemente a la agricultura, agravó la inseguridad alimentaria, y a las poblaciones de animales salvajes. Por su parte, las lluvias torrenciales provocaron inundaciones y corrimientos de tierra, con importantes víctimas mortales y pérdidas económicas en toda la región.
En todos los tipos de variables climáticas y medioambientales se batieron récords durante el año 2023. En cuanto a la cantidad de calor en el océano, el aumento del nivel del mar, la pérdida de hielo en el mar Antártico y el retroceso de los glaciares, América Latina y el Caribe fueron seriamente afectados por los efectos de El Niño, que deben sumarse a los del cambio climático inducido por la presencia humana.
El informe destacó el huracán Otis, de categoría 5, que golpeó cerca de Acapulco (México), como uno de los más fuertes registrados en el Pacífico oriental. También subraya los efectos de las lluvias torrenciales, como el corrimiento de tierras, mortales en Sao Sebastiao (Brasil), y señala que el río Negro en el Amazonas alcanzó niveles mínimos históricos, mientras que el bajo nivel de las aguas restringió el tráfico comercial en el Canal de Panamá.
Durante 2023, alrededor de 11 millones de personas en la región fueron azotadas por desastres. La mayoría de ellos fueron desastres relacionados con el clima, con un resultado de más de 20.000 millones de dólares estadounidenses en pérdidas económicas.
Esto es palpable ahora en Brasil, donde unas inundaciones devastadoras cobraron casi 100 vidas y dejaron más de 160.000 personas desplazadas hasta la fecha.
Y es evidente que para cumplir sus compromisos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los países deben reducir la carga de los desastres.
El informe reconoce los progresos realizados en el uso de datos meteorológicos para la vigilancia sanitaria, especialmente en el seguimiento de enfermedades, y lo cita como un “avance hacia estrategias de salud pública más sólidas”.
La pandemia de COVID-19 puso de relieve la importancia de este ámbito y la necesidad de subsanar las deficiencias en la vigilancia de las enfermedades.
El cambio climático es una amenaza para la salud mundial que afecta directa e indirectamente a la salud, el bienestar y la equidad en el acceso a la salud. Agrava los problemas de salud pública existentes en las Américas, como la inseguridad alimentaria y del agua, la contaminación del aire y la transmisión de enfermedades transmitidas por vectores.
El informe es un valioso recurso para mejorar el conocimiento de los riesgos regionales y proporciona puntos de referencia fundamentales para que los países comprendan y aborden mejor los crecientes riesgos climáticos que enfrentan.
En América Latina y el Caribe persiste el mismo y perturbador escenario climático. La hoja de ruta está trazada, solo resta voluntad política y acciones inmediatas.


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