El llamado del planeta

Mientras el planeta gime bajo temperaturas récord y fenómenos meteorológicos extremos, África —responsable de solo el dos o el tres por ciento de las emisiones globales— es desproporcionadamente la región más vulnerable del mundo.

Mayo de 2024 fue el mes de mayo más caluroso de la historia y con este, ya son 12 los meses consecutivos más calurosos de la historia.

La ONU dijo al respecto que “nuestro planeta está intentando decirnos algo, pero parece que no escuchamos. La humanidad es solo un pequeño punto en el radar. Pero, al igual que el meteorito que acabó con los dinosaurios, nuestro impacto es enorme. En el caso del clima, no somos los dinosaurios, somos los meteoritos. No solo estamos en peligro, somos el peligro. Pero también somos la solución”.

Es el momento de la verdad. Es una parodia de justicia climática que los menos responsables de la crisis sean los más afectados: los más pobres, los países más vulnerables, los pueblos originarios, las mujeres y las niñas. El 1% más rico emite tanto como dos tercios de la humanidad.

Los fenómenos extremos, agravados por el caos climático, se acumulan, destruyendo vidas, golpeando las economías y afectando a la salud. Destrozan el desarrollo sostenible, obligan a la gente a abandonar sus hogares y sacuden los cimientos de la paz y la seguridad, al desplazar a personas y agotar recursos vitales.

La justicia climática es un enfoque de la acción por el clima centrado en los impactos desiguales del cambio climático sobre las poblaciones vulnerables. Trata de lograr una distribución equitativa tanto de las cargas del cambio climático como de los esfuerzos para mitigarlo, examinando cuestiones como la igualdad, los Derechos Humanos y las responsabilidades históricas por el cambio climático.

Este enfoque reconoce que las comunidades marginadas o vulnerables, especialmente en los países en desarrollo y menos desarrollados, suelen sufrir las peores consecuencias del cambio climático.

La “triple injusticia” del cambio climático significa que a menudo experimentan desventajas adicionales como resultado de las respuestas al cambio climático, lo que agrava las desigualdades ya existentes.

Los países desarrollados no han proporcionado la financiación que deben a los países en desarrollo en las últimas décadas para lograr una transición justa y una eliminación gradual significativa y justa de los combustibles fósiles.

Esto ha llevado a una situación de emergencia extrema, en la que los efectos de la crisis climática son cada vez más devastadores.

África está en primera línea de la crisis climática. Sufre los peores efectos de un problema que no ha creado.

El llamado del planeta hacia la justicia climática nace en el mismo continente en que nació la especie humana. Un llamado que exige una respuesta clara, precisa e inmediata.