Las asociaciones de la industria del petróleo y el gas han repetido durante más de 50 años un libreto engañoso y ejercido presión política para oponerse, debilitar y retrasar la transición energética global.
Esa conclusión fue publicada en un estudio de expertos del laboratorio de pensamiento InfluenceMap, que remarca que “este uso prolongado de narrativas engañosas probablemente ha retrasado la transición energética durante décadas y continúa representando una seria amenaza para el progreso de la política climática”.
Muchas empresas de petróleo y gas “justifican sus importantes emisiones de alcance 3 señalando la demanda de los consumidores, alegando que está más allá de su control”, en referencia a las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por usuarios de sus productos fuera de la cadena de valor específica de la empresa.
Sin embargo, este informe desafía esa narrativa, al descubrir un manual estratégico diseñado para proteger y sostener las fuerzas sociales y de mercado que favorecen los combustibles fósiles.
Un resultado directo y palpable ha sido la el retraso, a lo largo de décadas, del desarrollo e implantación de los vehículos eléctricos como alternativa a los que emplean combustibles fósiles, grandes emisores de dióxido de carbono (CO2).
Según el informe desde el año 1967, las principales asociaciones de la industria trabajaron en pos de la desinformación.
En primer lugar, por el Instituto Americano del Petróleo (API en inglés) que reúne a unas 600 compañías del sector en Estados Unidos, y desde la última década del siglo pasado por las asociaciones de empresas petroleras Fuels Europe (europea) y Fuels Industry UK, del Reino Unido.
El informe agrupa los argumentos utilizados sistemáticamente por estas asociaciones en tres categorías, la primera de las cuales es “Escepticismo sobre las soluciones”, que resta importancia al impacto y la viabilidad de las energías alternativas.
La segunda es “Neutralidad de las políticas”, que promueve la elección del consumidor, soluciones de mercado y una mínima intervención gubernamental.
Y luego “Asequibilidad y seguridad energética”, que presenta las alternativas a los combustibles fósiles como un riesgo para una energía rentable y segura.
La evidencia más temprana recogida en el análisis, de 1967-1992, permitió ver que (API) utilizó las tres narrativas. Los datos desde 1993 y 2013 sugieren una adopción del mismo manual de estrategias por Fuels Europe y Fuels Undustry UK.
El estudio sostiene que durante los más de 50 años que lleva utilizándose ese manual -para presión política e influencia sobre la opinión-, el crecimiento de los vehículos eléctricos y las energías renovables en Estados Unidos y Europa ha sido limitado.
En el mismo período crecieron “significativamente” las emisiones asociadas con la venta de los productos de combustibles fósiles de los miembros de las asociaciones.
Entre 1950 y 2022, los miembros de las asociaciones citadas tuvieron una contribución combinada de 350.000 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero, aproximadamente 18% del total acumulado de emisiones de CO2 del mundo.
El estudio sostiene que aún cuando la comunidad científica, los formuladores de políticas y el público mejoraron su comprensión de la crisis climática y sus causas, los gigantes del petróleo y el gas continuaron empleando sus narrativas en su oposición a diversas políticas climáticas que amenazarían su industria.


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