Entre los múltiples efectos que el cambio climático ya produce en América Latina, uno que suele pasarse por alto es el impacto en la salud de los trabajadores.
La subida de la temperatura afecta de manera directa e indirecta a la salud humana, lo que se traduce en una mano de obra poco saludable y pérdidas en la productividad.
La temperatura promedio de 2023 en la región fue la más alta registrada, 0,82°C por encima del promedio de 1991-2020 y 1,39°C por encima del promedio de 1961-1990, según la Organización Meteorológica Mundial.
Esto vino acompañado de mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, como huracanes, inundaciones, sequías, incendios forestales y olas de calor.
Los trabajadores en condiciones de vulnerabilidad, es decir los que trabajan al aire libre y los contratados bajo condiciones informales, son los más golpeados por el calor. Ello incluye agricultores, pescadores, constructores y la industria turística. Pero la lista es larga y también incluye a quienes trabajan en edificios de oficinas.
Un estudio de 2019 estimó que, para 2030, la región pierda 2,5 millones de empleos por el estrés térmico, especialmente en agricultura y construcción. Sin embargo, el número podría ser más alto al sumar otros factores asociados al cambio climático, como la radiación ultravioleta solar, los eventos climáticos extremos, la contaminación del aire y ciertas enfermedades.
El calor excesivo es uno de los principales riesgos climáticos para los trabajadores. La (OIT) estima que, cada año, un 70% de todos los trabajadores a nivel global están expuestos a un calor excesivo. Mantener una temperatura central de unos 37º C es esencial para que el cuerpo siga funcionando con normalidad. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha destacado que las funciones físicas y cognitivas comienzan a deteriorarse por encima de los 38°C, llegando al “agotamiento por calor”.
Al superar los 40,6°C, el cuerpo entra en “insolación”, y aumenta bruscamente el riesgo de daños orgánicos, pérdida de consciencia e incluso de muerte.
Los trabajadores agrícolas están especialmente expuestos a estos riesgos. Según estudios realizados en Estados Unidos, este tipo de trabajadores tenía 35 veces más probabilidades de morir por calor excesivo que los de otras ocupaciones, entre 2000 y 2010.
Más allá del trabajo al aire libre, las ocupaciones que requieren ropa pesada o equipos de protección, como los bomberos, también corren un mayor riesgo. Los trabajadores de oficina también pueden sufrir riesgos si los lugares de trabajo no están adecuadamente equipados.
La radiación ultravioleta solar es un problema particular para los trabajadores al aire libre, como los agricultores. Porque están expuestos a dosis de radiación al menos dos o tres veces superiores a las de los trabajadores que trabajan en el interior y, a menudo, a dosis diarias cinco veces superiores a los límites recomendados internacionalmente.
El aumento en la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos también supone una amenaza para el bienestar de muchos trabajadores. Cuando ocurren, genera un aumento en la demanda de trabajadores de servicios de emergencia, quienes deben trabajar más y en circunstancias difíciles, poniendo en riesgo su salud.
En situaciones de emergencia, médicos, bomberos y trabajadores de la construcción pueden estar expuestos a sustancias peligrosas y riesgos biológicos y sufrir lesiones traumáticas. Además, el estrés de dichas situaciones pueden dejar a estos trabajadores física y emocionalmente exhaustos, con riesgos a trastornos de salud mental.
El cambio climático afecta a todas las áreas de la sociedad humana.


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