Patear la cuarta pared
El icónico productor y director argentino comparte las razones detrás de su vuelta a la radio, analiza el auge del streaming y ofrece una mirada crítica sobre la comunicación en la era de Javier Milei.
Después de un año alejado de la radio, Claudio Villarruel decidió regresar al medio que tanto le apasiona. Con una carrera marcada por éxitos televisivos y una visión aguda sobre la evolución de los medios, el productor, director y guionista cuenta qué lo motivó a volver, esta vez, de la mano de El Destape.
Director de Telefe en su época dorada y responsable del éxito de "Casados con hijos", el especialista reflexiona sobre los cambios que vivió la televisión, el impacto del streaming en la cultura audiovisual y las responsabilidades que trae consigo esta nueva forma de comunicarse.
―¿Por qué volver a la radio a esta altura del año?
―Porque simplemente lo extrañaba; había dejado la radio en diciembre de 2022. Estuve un año escribiendo, veía la realidad del país y sentía que tenía ganas de hacer un poco de humor con todo lo que va pasando. Es dificilísimo, porque la realidad supera la ficción, pero llamé a los chicos y al equipo para ver si tenían ganas. Se dio la posibilidad de hacerlo en El Destape, que me encanta porque es una radio que tiene un buen streaming y se ve muy bien. Es más un programa de televisión que de radio.
―¿Qué rol cobró el streaming? ¿Dejó de ser amateur?
―Me parece que se dieron cuenta quienes empezaron a hacer streaming de que había algo muy interesante ahí, porque al principio era medio improvisado, algo que estaba bueno también. La televisión está muy caída, la ve gente adulta mayor, los jóvenes y los adolescentes se fueron de la televisión hace muchos años. Ahora se utiliza solo para saber algo de noticias y fútbol. Entonces, la televisión como la conocíamos se pulverizó en medio de las redes sociales. Cuando vio esa caída de las audiencias, la gente empezó a buscar algo distinto. Al principio era radio televisada. Yo produje con Juan Alberto Badía en el 88 un programa que se llamaba 'Imagen de radio' y fue un visionario. Era un estudio de radio al que vos tenías acceso y podías verlo. Los streamings son un poco lo que pasaba con la televisión abierta hace diez años, que uno la ponía allá como la radio porque lo audiovisual era gente hablando. Canales con gente hablando y dando información. Entonces el streaming apareció con esa impronta, que era como la radio y poner cámaras precarias, y muchos se dieron cuenta de que ahí había un nicho, como Olga, una las va viendo por la cuestión generacional. A mí lo que hace Migue me encanta y la que está más cercana a mis intereses es Blender. Ellos encontraron una vuelta muy interesante y El Destape fue construyendo hace diez años un streaming con gran calidad de imagen. Diría que con lo que es contenido están muy por encima de todo lo que es cable o televisión.
"Estoy muy orgulloso de "La niñera" y "Casados con hijos". Pasaron a formar parte de la gente y quedaron como clásicos de nuestra gestión".
―Al principio estaba más validado decir de todo en los streamings, pero ahora los alcanzó la cancelación. ¿Se tienen que ajustar también un poco a las normas de la televisión?
―No creo que sean las normas de la televisión, sino las normas de productos audiovisuales mainstream. Antes eran más marginales, de decir cualquier cosa y no tenían tanta llegada. Ahora, al superar incluso en contenidos, en originalidad, en singularidades a la televisión abierta tuvieron que adaptarse a las reglas de lo masivo. Hay una responsabilidad muy grande y los chicos se fueron dando cuenta solos, por ejemplo, de que determinados chistes son para una fiesta que hacemos en casa y los podían hacer al aire cuando eran un canal más chico, de nicho, pero ahora los ve mucha gente y pueden afectar la sensibilidad de muchas personas. Ahí se dieron cuenta de que entraron a jugar a las ligas mayores; creo que eso es una señal de que se dieron cuenta de que está a nivel mainstream. Podés ser algo singular, disruptivo y masivo. Por eso los chicos se dieron cuenta y esta generación sabe pedir disculpas, entienden que están jugando en ligas mayores y empezó a fluir el dinero en la inversión publicitaria de las redes. Es mucho más económico producir para canales de streaming, no hay intermediarios. Obviamente, al principio eran miles de canales, todos los días me entero de alguno nuevo, pero quedaron como esos cuatro grandes canales como si fueran los canales de televisión de antes. Después tenés los más chiquitos, pero todo tiende a mejorar ante tanta competencia. Eso está buenísimo. Por eso creo que el tema pasa por tomar conciencia de la responsabilidad ética que tenés al estar frente a un micrófono cuando te están viendo 40 mil personas, que no llega a ser ni un punto de rating, pero igual es mucho. Lo que tiene eso no es el rating en vivo sino el después, con la viralización de otras redes, lo que hace que lo vea muchísima gente, más que a un programa normal de la televisión abierta. Creo que entendieron las primeras pruebas de fuego; tienen mucho por delante.
―Antes, para ver un producto de comedia tenías que prender la tele o pagar un teatro. Ahora, entrás a TikTok, o cualquier red, y tenés mucha gente produciendo humor gratis desde su casa…
―Eso me parece algo excelente, porque el desarrollo tecnológico permitió la democratización de muchas cosas. Las redes están en manos siempre de dos o tres dueños a nivel mundial, pero si hacemos este otro análisis, se han logrado cosas buenísimas con, por ejemplo, los standuperos, quienes lograron hacer esas pequeñas pastillas de humor, subirlas a las redes y vivir de lo que les gusta. Se paga, entonces los nuevos generadores de contenidos artísticos y humorísticos, que es tan difícil hacer humor hoy, aparecen en una nueva generación con otra sensibilidad. Antes, si vos no estabas en los cuatro canales de aire, no existías. Tenías que ser elegido entre un casting de 200 mil personas, era muy difícil y generaba mucha frustración porque no podías poner diez programas de humor en una grilla. Inclusive yo he llegado a tener tres o cuatro programas de humor y ya era un montón, entonces si no aparecías en esos programas no existías y no tenías otra forma de mostrar tu arte. Esta aparición de pibes nuevos me encanta, generan laburo, tráfico en redes y por ahí la pegás.
―Fuiste director de Telefe en la época dorada del canal en los 2000. ¿Cómo nació esta idea de traer y argentinizar sitcomes?
―Cuando veo 'La niñera' o 'Casados con hijos', que son dos formatos que trajimos con Bernarda Llorente, me pongo muy contento. Pasaron a formar parte de la gente y quedaron, de alguna manera, como clásicos de nuestra gestión. Cuando asumí la dirección de Telefe era muy joven, me doy cuenta ahora, a mis 58 años. Tenía 34 años y lo que me propuse fue abrir juego a todo lo nuevo, lo que era singular. Ya teníamos un canal superexitoso y muchas veces la televisión subestimó mucho la audiencia de que había que darle lo normal y estándar, milanesas con papas fritas. Con Bernarda lo que quisimos hacer fue instalar algo distinto. A veces nos funcionó, otras veces no. Dejamos mucho y un día apareció en nuestro escritorio 'La niñera', que ya Telefe había pasado por años la versión estadounidense y siempre funcionaba el tape. Pero muchas veces tenés que tener una gran figura y en ese caso estaba Florencia Peña con nosotros, se lo propusimos y le encantó. 'La niñera' llegó a hacer 25 puntos de rating, son casi cuatro millones de personas viendo el programa. A mí me gustaba mucho la idea de que fueran capítulos de media hora, nunca se había hecho. Esta decisión de hacerlo más corto evitaba esto cansador de las novelas largas de una hora, que eran medio pesadas. Porque, además, tenías un horario para verlo, no es que decías: 'Voy y lo pongo en YouTube o con una plataforma'. Después, cuando me llegó a mis manos la versión americana de 'Casados con hijos', dije: 'Esto es para Guillermo Francella'. Ya había terminado de hacer 'Poné a Francella' y le dije que mirara ese nuevo proyecto, y ahí arrancó todo.
―¿Por qué a 'Casados con hijos' le fue mejor en las repeticiones que en su estreno?
―Porque yo me equivoqué como lo programé. Fue un error que se puede explicar. En 2004, yo tenía toda la programación armada de 2005 con Susana Giménez a las 20, Marcelo Tinelli a las 21 y Francella a las 22. La programación ganadora, ahora que la pienso. Pero Marcelo decidió irse a Canal Nueve sobre la hora, en diciembre, me dejó medio renga la programación, porque él era de las figuras del canal, y ahí tuve que rearmar la programación entonces. Marcelo fue a Canal Nueve a las 20 para ir a competir con Susana, entonces yo la corrí a las 21 y él fue a buscar a Susana y cambió su horario. Eran cosas que hacíamos, en un punto hoy a la distancia se ve como muy divertido. Marcelo, para competirle a Susana, cada vez se corría más en horario, terminaba entre 22:15 y 22:30, y en un momento no pude más, 'Casados con hijos' terminó empezando a las 22:45. Ahí me equivoqué, no tenía dónde ponerlo porque había programado otra cosa a las ocho, entonces no funcionó. Hizo 15 y 16 puntos.
―¿Cómo nació la idea de repetirlo?
―Me quedé con la espina y en el verano, que generalmente se pasaban películas, porque no tenés tanto dinero para producir, le tenía mucha fe al programa y le dije a Bernarda: '¿Qué te parece si lo ponemos a las nueve, en el prime time? Probamos una semana, si vemos que no funciona, ponemos las películas que ya teníamos compradas y programadas'. Lo pusimos y la rompió. Claro, estaban los adolescentes y los jóvenes. Se sumaron los 15 puntos que ya hacía a la noche, en el estreno, más los doce puntos más de los chicos; toda la familia se sentaba entera a verlo. Con eso le competimos a Adrián Suar con un programón que fue una novela de Natalia Oreiro y Facundo Arana, que hacía mucho que no hacían televisión juntos. Después lo empezamos a poner los fines de semana, eran mis 'Simpson'. Donde los ponía funcionaban.
―¿Por qué se quedaron en dos temporadas?
―Porque en Estados Unidos se grabaron 40 o 50 capítulos nada más y necesitás para salir así, todos los días de la semana, por lo menos 80 capítulos por año. Entonces, le dijimos a la gente de Sony, de quienes eran los derechos de la serie, que eran muy pocos capítulos y la verdad es que a muchos lo escribimos nosotros. Entonces, como la estaba rompiendo, les preguntamos si nos autorizaban a escribir más capítulos. Nos dieron el OK, entonces les pedí a los guionistas que lo alargaran. Hay muchos capítulos que fueron íntegramente escritos por autores nuestros. Es la primera vez que cuento esto. Lo mismo hicimos con 'La niñera', necesitaba terminar el año, de abril a noviembre todos los días.
―Vuelve Marcelo Tinelli con el 'Cantando'. ¿Qué opinas de que repita un formato que ya se vio no tiene los mismos resultados que antes?
―Marcelo siempre fue un referente, lo que pasa es que son programas que tienen altísimo presupuesto, bailarines, escenarios y las figuras, y la televisión de hoy no da para hacer eso. Sale mucho más barato diversificarse en canales como Olga o Blender que poner todo el dinero en un mismo lugar. Creo que ese es el problema. Aparte, la gente tiene la capacidad de atención, por toda la cantidad de estímulos que tenemos tanto audiovisuales o de la realidad, más reducida. Ahora es difícil tener a alguien sentado más de una hora mirando una sola cosa, que no sea un partido de fútbol. Hay algo afectado en el imaginario de la Argentina, sociológicamente, en estos tiempos modernos es muy difícil mantener el nivel de concentración. Mientras ves una cosa, estás scrolleando otra en el celular. Hoy la gente no tiene la capacidad de sentarse a ver un programa de dos horas.
―En tus redes te mostrás abiertamente opositor al gobierno de Javier Milei. ¿Cómo ves sus estrategias de comunicación?
―El tipo, primero, ganó democráticamente. No hay que echarle la culpa al que gana, tenemos que analizar profundamente por qué una sociedad vota a alguien que, a mi criterio, le baja las jubilaciones, los sueldos y le aumenta los servicios. Hay una recepción que tiene que ver con la historia de Argentina. Aquí los modelos han sido dos: uno es industrialista, que lo impuso Perón, que era de producir cosas y exportar al mundo productos terminados; y hay otro mundo, de una oligarquía Argentina que siempre vivió de darles pasto a las vacas. Hay una falsa percepción de que somos el granero del mundo y de que éramos una potencia. Analizando esa realidad y dos modelos, el industrial que dignificó al laburante y el financiero, el más timbero, por así decirlo. Bueno, creo que Milei, Macri y Cavallo representaron este último. A mí me da risa por las características de este personaje, que realmente no lo puedo comprender. Creo que si hubiera estado cualquier otra persona, con otras características de desquicie, hubiera ganado igual. A través de los medios y de las redes se ha generado en el imaginario de la gente una nueva percepción de la realidad. La gente que lo votó ahora se quiere matar. Se comió el bolazo de que todos eran corruptos y que vos no comías porque estaban los corruptos, pero de estos hubo siempre acá y en todo el mundo. Se comieron bolazos de que iban a cobrar en dólares y ahora está defendiendo el peso. Se sienten muy traicionados, pero también tiene que ver con esto de construir una percepción a personas que no piensan ellas mismas, sino que piensan de acuerdo a esta información de las redes. Está tan aceitada esta comunicación de redes que es muy perversa porque le hablan a cada uno, al que lo quiere para reforzar y al que lo odia también le llega un mensaje específico. Hay todo un algoritmo y grandes empresas multimillonarias se dedican a eso. Entonces, por eso pudo llegar un tipo así a la Presidencia. La gente votó con convicción y con esperanza. Pero se apoderaron de las palabras cambio y libertad, o sea, no tenés la libertad de comprar cebolla, porque está carísima. Es una locura lo que está pasando, pero nos sirve a todos los argentinos para entender lo que es esto de la ultraderecha y el anarcocapitalismo.


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