El atroz crimen de Darío Gramaglia, 20 años después
Tenía 29 años, un hijo y varios proyectos. Una relación sentimental lo puso en las puertas de la fatalidad. Estuvo 16 días desaparecido y lo encontraron en el dique La Florida.
Han pasado dos décadas desde la desaparición y asesinato del kinesiólogo Darío Gramaglia, que conmocionó a San Luis con su trágico final, descubierto el 8 de octubre de 2004. Revisar este caso es adentrarse en un entramado de relaciones personales, celos y una investigación policial que, aunque resolvió la mecánica del crimen, dejó cabos sueltos sobre las motivaciones profundas. En el archivo, los detalles son implacables, pero al mismo tiempo, distantes. Estos veinte años permiten hoy una retrospectiva de un caso que dejó a todos sin palabras.
El 22 de septiembre de 2004, Darío Gramaglia, de 29 años, desapareció. Días después, su cuerpo fue encontrado sumergido en las aguas del dique La Florida, envuelto en una carpa de camión color naranja, con las manos y los pies atados con alambre, y una viga de cemento atada a su cuerpo. La brutalidad del crimen dejó atónita a la provincia. Al hablar con el padre de Darío, hoy, en 2024, se percibe que el dolor sigue intacto, pero también una necesidad de entender por qué su hijo, un joven que comenzaba a forjarse una vida, fue asesinado de esa manera.
"He pasado años intentando comprenderlo", dice su padre desde su hogar en Córdoba, que comparte con Adelma Carribeli, su esposa y madre de Darío. El recuerdo aún lo persigue. Había planeado comprar una casa en San Luis, donde se había radicado desde 1999. Tenía proyectos, había recibido dinero de su familia para el anticipo de la vivienda, pero todo quedó trunco. "No puedo entender cómo algo tan insignificante, una relación que intentó dejar atrás, pudo llevar a su muerte", había asegurado en una entrevista concedida antes del juicio, que concluyó en noviembre de 2008.
Esa relación a la que se refiere es la que Darío mantuvo con Sonia Randazzo, la secretaria electoral federal, 10 años mayor que él, madre de dos hijos, casada con Alberto Figueroa. Randazzo llegó a la vida de Gramaglia como una paciente, buscando tratamiento para su hija. Con el tiempo, las sesiones de kinesiología se convirtieron en encuentros clandestinos. Para 2004, sin embargo, el vínculo había llegado a su fin: Darío la había dejado y había intentado cortar todo contacto, incluso derivando a la niña a otro profesional.
Según los registros de la causa, Alberto Figueroa había amenazado a su esposa y más de una vez, el propio Darío mencionó sentirse perseguido. Los amigos de Gramaglia, quienes hablaron para el expediente judicial, aseguran que intentaba evitar cualquier conflicto. "No creía que fuera a hacerle daño, pero se cuidaba", recuerda uno de ellos.
Este medio intentó contactar a Figueroa, único condenado por el crimen que aún permanece tras las rejas, pero no quiso hablar. Randazzo, por su parte, sigue en su cargo público, luego de haber sido apartada brevemente en 2004.
A pesar de que seis personas fueron imputadas por el crimen, solo dos permanecieron detenidas preventivamente. El proceso judicial estuvo marcado por una falta de pruebas concluyentes sobre quién ordenó o llevó a cabo el asesinato de Gramaglia. Incluso hoy, veinte años después, los archivos periodísticos y los expedientes judiciales presentan una narrativa incompleta.
En las conversaciones con la familia Gramaglia, surge un elemento común: el malestar con la cobertura mediática de la época. "Nos trataron como si no importáramos", comenta su padre. "Todo giraba alrededor de Randazzo, como si la muerte de mi hijo solo fuese un capítulo más en su vida". En 2004, los medios explotaron la historia de la relación extramatrimonial y los celos de Figueroa. "Esos titulares nos destrozaron".
Revisando los archivos del caso, no se puede evitar sentir que la versión que se dio en los medios fue sesgada. Los detalles personales, las insinuaciones, todo parecía enfocado en contar una historia sensacionalista más que en buscar justicia para Darío. Esos titulares de los medios que destacaban el “amor prohibido” opacaron la tragedia familiar, la pérdida real.
Una generación más joven, que creció escuchando sobre este caso, lo percibe desde otra perspectiva. En charlas con algunos de ellos, es notorio que hay quienes piensan que la cobertura fue irrespetuosa, que redujo el caso a una novela, cuando detrás había un joven con sueños, una familia que buscaba respuestas y una comunidad que se sintió desprotegida.
El caso Gramaglia es un recordatorio de que algunas muertes nunca cierran. Veinte años después, los culpables directos pudieron haber sido juzgados, pero las preguntas que quedaron no son solo sobre quién lo hizo, sino por qué. ¿Qué llevó a un hombre, sin antecedentes de violencia, a terminar asesinado de manera tan cruel? ¿Por qué se decidió tomar su vida de esa forma? Y más importante aún: ¿cómo es que, después de tanto tiempo, la sensación de justicia aún se siente incompleta para su familia?
Cada archivo revisado, cada conversación sostenida, deja la misma sensación: en el asesinato de Darío Gramaglia hay detalles que no se explican. Y también hay cuestiones inexplicables tras la condena. ¿Cómo es posible que 20 años después del crimen solo un responsable esté preso?
Cinco investigadores, un solo detenido
El juicio tuvo a cinco acusados: Alberto Figueroa, Daniel "El Uruguayo" Martínez, Hugo Sánchez, Pedro Soria y Sonia Randazzo. El debate concluyó el 28 de noviembre de 2008, con la condena de Figueroa y de "El Uruguayo" .
Figueroa, quien se fugó de su encierro en 2023 y fue hallado en Buenos Aires casi un mes después, es el único que aún está preso.
Martínez fue extraditado a Uruguay y no puede regresar a Argentina.
Randazzo fue investigada por encubrimiento, pero, finalmente, sobreseída.


Más Noticias