Se puede decir que la historia del asado argentino comenzó cuando los gauchos aún no eran gauchos, cuando se los llamaba guaderios o guazos. O también se puede decir que todo comenzó con las vacas. Cuando las vacas andaban libres, cimarronas o salvajes, por las pampas argentinas.
Entonces los gauchos, especies de nómades de pantalones anchos, botas y camisas blancas, las agarraban a campo abierto, las faenaban y las asaban. Esos no eran años de parrillas, claro.
El asado es una técnica de cocción en donde los alimentos (generalmente cortes de carne vacuna) son expuestos al calor de fuego o brasas con el objetivo de cocinarlos lentamente. Debe mencionarse que la técnica de cocción descrita anteriormente y conocida en otros países como parrillada funciona también para realizarla con otros tipos de carnes de origen: porcino, cordero, cabrito, pescado, pollo, camarones y embutidos diversos.
Con frecuencia se prefiere como fuente de calor las brasas de una hoguera de madera, sin embargo la cocción con parrillas de gas es altamente eficiente. El calor se transmite gradualmente al alimento, que generalmente está suspendido sobre el fuego o cerca de las brasas ardientes. Las brasas se obtienen a partir de carbón vegetal o de la quema directa de madera. Las maderas más usadas para asado son las maderas duras, tales como las de roble, mezquite, quebracho o coronilla, que arden a temperaturas altas y por un tiempo prolongado.


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