Veteranos arreglaron una cocina de campaña para preparar comida en los barrios

Los veteranos de Malvinas permanentemente exhiben lo que vivieron en el conflicto bélico de 1982, ya sea en su museo o en las charlas que dictan en instituciones y colegios. Su objetivo es que los vecinos se sientan como soldados por unos minutos, probándose un casco o tomando una munición y así intentar recrear lo que fue el combate desde adentro. Bajo este lema, recibieron una cocina de campaña, de un modelo idéntico al que usaban en las islas, la restauraron y comenzaron las primeras pruebas de funcionamiento para recorrer los barrios llevando un plato de comida caliente y también para que todos conozcan cómo era comer a partir de ese artefacto.

"Antes de la pandemia fui a dar una disertación al Complejo Nativista ‘Héctor Aubert’ y cuando terminé, vi la cocina e inmediatamente la identifiqué, a pesar de que estaba deteriorada y abandonada. Lo hablé con el resto de los integrantes de la asociación y se la pedimos a los propietarios, que llevan ese apellido", relató Daniel Ponce, el presidente de la agrupación Veteranos de Malvinas, de Villa Mercedes.

Todos estuvieron de acuerdo con adquirirla para su museo, pero los antiguos dueños les pidieron que la cuidaran porque de ahí comía la familia Aubert y por eso tenía un gran valor sentimental. Una vez trasladada al salón, ubicado en avenida Los Álamos y Aviador Origone, pusieron manos a la obra, pero la tarea les llevó más de un año. "Había mucho por hacer, es del año 1942 y las chapas estaban oxidadas. Pudimos restaurarla y pintarla, pero la original es a leña y pedimos ayuda en la Universidad Provincial de Oficios (UPrO) 'Eva Perón' para poder adaptarla a gas envasado", agregó.

 Por su parte, Oscar Gómez, secretario de la asociación, explicó que en Malvinas almorzaban directamente de allí. Siempre eran comidas de varias calorías, como guisos de fideos, lentejas y locro, entre otros. "Nosotros le decíamos 'la morocha' porque siempre estaba negra de tizne", recordó el exsoldado.

El aparato mide 1,56 metro de ancho por 2,50 metros de largo. "Es como un batán, nosotros le hicimos un enganche para colocarla en la camioneta y poder trasladarla. Tiene una olla de hierro con capacidad para 60 litros y rinde algo así como 200 porciones. A nosotros nos servían muy abundante, con un cucharón que es tres veces más grande que el que hay en cualquier casa, pero para raciones tradicionales saldrán más. También cuenta con un compartimento exclusivo para agua caliente de una capacidad de 80 litros, pero lo anulamos porque consideramos que es innecesario para la utilidad que le queremos dar", explicó el presidente de los veteranos.

La primera prueba de funcionamiento la hicieron llenando con agua el recipiente para cocinar, como para poder contar los minutos que tarda en llegar al hervor. "Estos artefactos cocinan como una olla a presión. Por su material, no se puede poner cualquier ingrediente. Nos asesoramos con los cocineros que tiene la Fuerza Aérea, incluso nos dieron un manual de instrucciones y nos aconsejaron algunas cosas", dijo Ponce.

Al prender fuego el mechero, el entusiasmo y la emoción de los excombatientes se reflejaron en los ojos brillosos y en las miradas con picardía entre ellos; la expresión de alegría traspasó los barbijos. "Esta es la primera ocasión que le ponemos agua. Esperemos que todo salga bien, así recorremos los barrios y pronto haremos un locro completo", puntualizó Gómez.