Los policías de la Subcomisaria Octava de la localidad de Lafinur recorrieron los 15 kilómetros por los castigados caminos vecinales que separan al pueblo con el paraje La Islita para llegar hasta un precario rancho de adobe, paja y nylon donde vivía un anciano que -según habían relatado sus vecinos- estaba en malas condiciones de salud y muy escasos recursos. En resumidas cuentas necesitaba con urgencia que alguien hiciera algo por él.
Al entrar en la tapera, los oficiales encontraron a José Nicasio Luna postrado en su cama, con grandes dificultades de salud que le imposibilitaban desplazarse. Estaba sucio, desprolijo y abandonado, víctima de su inmovilidad.
Rápidamente, los uniformados pusieron en conocimiento del estado del anciano a la intendencia y empezaron a buscar un lugar donde el anciano pueda estar contenido y atendido.
Desde el sábado, don José Luna comenzó una nueva vida en el “Hogar de Ancianos San Roque” de Concarán. Cambió su techo de nylon y paja por uno de loza, su piso de tierra por uno de baldosas, su aspecto de dejadez por uno de pulcritud, pero lo que es más importante, cambió su soledad por el amor y la atención de los empleados de ese asilo.
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