Rock y deporte: "Los Tipitos" cerraron los Intercolegiales

Día atípico. Horario atípico. Contexto atípico. Cuando los organizadores decidieron franquear el paso para que los chicos bajaran de las tribunas y se acercaran al escenario, Federico Bugallo, el bajista de "Los Tipitos" le puso onda a la tarde: "Ahora sí esto se parece a un recital de rock".
Para finalizar con los Juegos Intercolegiales Deportivos, los organizadores tuvieron el buen tino de elegir a un grupo que convoca entre los chicos de la escuela secundaria. Quienes no acertaron fueron algunos de los jefes de las delegaciones escolares que arriaron a los chicos hacia los colectivos una vez que terminó el acto formal y los privaron de escuchar al grupo.
Entre eso y la desatinada acción de la Policía que se dedicó a sacar del Ave Fénix, cual si fueran delincuentes, a los chicos que, en el pogo tiraban agua de sus botellitas (una acción sin dudas molesta), terminó por hacer que el grupo tocara ante unos cien entusiastas seguidores que se sabían todas las letras y aplaudieron en la primera fila.

"Push", el último dísco que la banda editó a finales del año pasado, tiene catorce temas.

No deben haber sido muchas las veces que "Los Tipitos" tocaron a las 13 en un lugar cerrado. Tres de sus cinco integrantes salieron con anteojos oscuros, que sobre el final cambiaron por gorras o remeras de los Intercolegiales.

Una de las novedades salientes que mostró el grupo en la provincia fue la conversión de cuarteto a quinteto. A Bugallo, Raúl Rufino, el baterista Pablo Tévez y el carismático Walter Piancioli se suma un joven músico que acompañó en el teclado, las guitarras acústicas o el baile, cuando hizo falta.
Con "Push", su disco más reciente, todavía en etapa de presentación, la banda comenzó su recital intercolegial y puntano con  varios temas nuevos ("La ley de la ferocidad", "El viaje interminable"), que no tienen el peregrinaje de sus hits más conocidos.
Por eso cuando sonó "Flor negra", el público supo reconocer esa melodía y comenzó con el baile más fuerte. 
El único cover de la noche llegó con "Siguiendo la luna", el clásico de Los fabulosos cadillacs que -poco antes de las dos de la tarde- sonó cuanto menos anacrónico. Pero fue el inicio de la seguidilla de hits que el grupo interpretó sin culpa y ante los estudiantes de la secundaria de toda la provincia que habían participado de toda la premiación (Ver suplemento Dxt) tal vez con la excusa de verlos.
Fue entonces que "Silencio", "Brujería" y "Algo" fue la trilogía ideal para anticipar su máximo hit: "Campanas en la noche".
Con todo lo que tenían para dar casi entregado, el quinteto entró en la recta final de un recital corto, comprometido, pero que fue llevado con simpatía y buena onda por parte de los músicos. Charlas con los chicos de las primeras filas, gestos de complicidad y algunos guiños rockeros se repartieron entre la armada primera del escenario, compuesta por Rufino, Bugallo y Piancioli, quien no tuvo problemas en posar para un selfie con una chica del público que irrumpió en el escenario, mientras la Policía parecía más preocupada en vigilar el baile y la forma de divertirse de los estudiantes.
La continuidad de la buena relación entre la banda y el público se vio cuando concluyó el concierto y Raúl, con la gorra de los Intercolegiales, se dedicó a firmar las remeras que ya habían autografiado Fabricio Oberto, Sebastián Battaglia y Federico Molinari.