Media hora con las canciones de un trabajador de la fusión

Un té de hierbas con limón y miel para cuidar la voz, con vista al lago Potrero de los Funes, a las tres y media de la mañana, fue el acompañante de Rodrigo Otazú después del espectacular show que dio en la primera noche del carnaval de Río en San Luis. El joyero villamercedino tuvo por tercer año consecutivo su participación en el Sambódromo y repitió la sorpresa, la excitación y el fuego de las dos versiones anteriores.

Otazú le había dicho a ETC que más que nervioso estaba ansioso por mostrar su perfomance.

Horas antes de bajar de una estructura colorida amarrada a una grúa en los cielos de Potrero (¿un ángel?, ¿un extraterrestre?, ¿Superman?)  Otazú le había dicho a ETC que más que nervioso estaba ansioso por mostrar su perfomance. Y así se lo vio en la noche inaugural, alentando a sus compañeros de escena y manejando todos los detalles de la puesta.

El concepto de Rodrigo para los shows en su tierra podría reducirse a dos elementos: la abarcadora idea de mostrar muchas cosas a la vez para provocar en el espectador la incertidumbre de hacia dónde mirar; y la de obsesión conjugar la música tradicional de la provincia con ritmos modernos como el hip hop y el reggaeton.

Entonces hay fuego, luces, acrobacias y malabares en simultáneo y la zamba "Viva San Luis" en una versión irreconocible para el oído desatento. Otazú lo explica de otra manera: "Básicamente, quiero llevar la tradición a lo moderno, a lo que pasa hoy".

En esa mezcla, el poeta Saúl Bustos -de saco y corbata, encargado de un recitado con el que se abrió el show- compartió cartel con Emy, una nena que se animó al cambio de ritmo en "Dale alegría a mi corazón", el clásico de Fito Paéz.

"La idea era mezclar también generaciones, porque cada edad tiene su importancia. El mensaje es llamar a toda la gente, no importa la edad que tenga, porque la música une a todo el mundo", agregó el artista villamercedino.

No en vano Rodrigo eligió "Vivir mi vida", el hit mundial de Marc Anthony, como tema central de su presentación. Una de las razones es que conoce al intérprete latino porque varias veces diagramó joyas para Jennifer López, la ex esposa. Otazú dijo haber quedado impactado luego de un recital del cantante.

El otro motivo es más cercano.

El villamercedino convocó para que la acompañe en el espectáculo a Sandra Risatti, una cantante de su ciudad que el año pasado estuvo en estado desesperante producto un ACV. "Quise demostrar que la música, la buena onda y la perseverancia consiguen milagros".

Casi 180 bailarines y 40 trabajadores en la producción completaron un grupo de trabajo que puso su cuerpo para las ideas de Otazú.  Entre ellos, dos raperos y seis integrantes del grupo "De la Guarda", encargado de la parte de acrobacias en el aire.

El reclutamiento de los bailarines fue, en parte, tarea de Rodrigo. Y tuvo sorpresas agradables. "A uno de los chicos que bailó lo conocí porque recogía maletas en la terminal de Villa Mercedes. Se puso a contarme su historia y de inmediato pensé que ese chico necesitaba una oportunidad".

Con todos esos artistas provenientes de diversos status, el joyero armó su participación en el carnaval. "Hilvanar todo eso fue una aventura impresionante. Desde agosto que estamos tratando de agregarle todos los elementos, con todos los condimentos", reseñó el villamercedino radicado en Nueva York.

Después del té de madrugada, Otazú se acostó a dormir en su habitación del hotel Potrero a pensar alguna mejora. Se levantó antes de las 10 de ayer y luego del desayuno se fue a correr por los alrededores del lago. "Tengo que estar bien para esta noche", dijo el hombre que nunca para.