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Mujeres recorrieron la cárcel donde las detuvieron durante la dictadura

Por redacción
| 12 de abril de 2014
Lilian Videla y María Luisa Ponce relataron al juez Oscar Hergott detalles de su encierro en la ex cárcel de mujeres. | Martín Gómez

La última audiencia de esta semana del segundo juicio por crímenes de lesa humanidad ocurridos en San Luis durante la última dictadura cívico militar (1976-1983), transcurrió en el viejo edificio de 25 de Mayo y Rivadavia, donde funcionó por aquellos años la cárcel de mujeres. Hasta allí se trasladaron los jueces Marcelo Alvero y Oscar Hergott quienes realizaron, junto a las testigos Lilian Videla, Eva Gladys Orellano y María Luisa Ponce de Fernández, una inspección ocular.
Las tres estuvieron detenidas en ese lugar por ser militantes políticas entre la última semana de diciembre de 1976 hasta setiembre de 1977, cuando Videla y Orellano fueron trasladadas hasta la cárcel de Devoto. También participaron del recorrido el fiscal Cristian Rachid, el abogado querellante Norberto Foresti, el defensor oficial Eduardo Bahamondes y la secretaria del Tribunal, Marisa Agnón.
A pesar de que el edificio sufrió modificaciones y hoy está prácticamente en ruinas, las mujeres recordaron con lujo de detalles los  espacios en los que estuvieron durante su detención: las celdas donde dormían, el patio al que podían salir y colgar la ropa, la sala de las celadoras, el comedor y la cocina. También reconocieron la enfermería, que aún conserva algunos azulejos en sus destruidas paredes y el circuito que hacían cada vez que eran trasladadas desde allí hacia otra dependencia.
Media hora después, Eva Gladys Orellano dijo que “no volví a este lugar desde el día que me llevaron a Devoto en setiembre de 1977. Fue bastante fuerte, sobre todo por el recuerdo del día que a Mirtha Gladys Rosales (otra detenida) la trasladaron y le quitaron a su hijo Jeremías, que después se quedó un tiempo viviendo con nosotras acá en la cárcel”.
Y se quebró en llanto cuando le relató esa experiencia a los jueces: “Tenía apenas un año y padecía de hemofilia por eso, había que cuidarlo mucho, porque apenas lo tocabas se le formaban moretones. Recuerdo que el día que la trasladaron a Mirtha se lo arrebataron sin ninguna explicación. Fue terrible ese momento porque se fue en un tremendo estado de angustia”.
Lilian Videla, presidenta de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, dijo: “A mí me conmociona pensar cómo pudimos resistir y estar hoy otra vez paradas frente a este lugar”. Y respecto del estado de abandono del edificio, señaló: “Que hoy esté en ruinas y modificado en varios aspectos es parte de un proceso de romper con las partes históricas que deberían haber quedado como testimonio de la memoria. Pero sabemos que no es casual que se esté destruyendo”.
Tampoco María Ponce había podido volver a ese lugar: “Las tres hemos pasado por esta esquina pero yo nunca quise entrar. Lo primero que sentí fue tristeza y el mismo terror que el día que me detuvieron. Ahora mismo que veo todo esto derrumbado me da una fea sensación”. Y contó que “volver a este lugar me sirvió por todo lo que sufrí, lo que sufrieron mis hijos, y sin embargo salí adelante. Porque no fue fácil volver a casa después de estar en la cárcel, sin trabajo porque me echaron del hospital donde era enfermera. Mi familia estaba destruida. Cuando volví a mi casa la encontré arrasada, era una miseria, toda destruida. Se habían llevado hasta la ropa, no tenía nada. Después pude recuperar todo, gracias a Dios, y acá estoy, en la lucha”.  

 


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