Un albañil está en coma por un vuelco cerca de La Botija

“No me aparto de la puerta de la terapia intensiva. Paso día y noche acá, igual que mi nuera y mi hijo Carlos Sebastián. Tengo a mi otro hijo en coma inducido, pero sé que va a salir de esto”, se esperanza Rosa Morán, madre de Sergio Ricardo Morán, un albañil de 30 años que sufrió graves lesiones en el vuelco de una camioneta que iba a la cárcel en construcción, en el paraje La Botija. Además de Sergio y el chofer, viajaban otros tres obreros. Uno es Carlos Sebastián, de 28 años. Todos resultaron golpeados. Pero quien se llevó la peor parte fue Sergio, contó Rosa. Hace nueve días que está internado.

"Siento rabia. Estuvo tirado al lado de la ruta unas tres horas, hasta que llegó una ambulancia"

La mujer dijo que la vida de Sergio está “atada a las máquinas”. “No le funcionan los riñones, por eso le hacen diálisis. Tiene quebraduras de costillas y la pierna izquierda. De la rodilla para abajo tiene un yeso. Se le salió la cadera. Hizo un derrame en la zona abdominal y tuvieron que operarlo de urgencia. Le sacaron tres litros de sangre. No sé si tiene lesiones en el cráneo. Como no lo pueden mover, porque se puede desestabilizar, tendrán que esperar para hacerle una tomografía computada” en la cabeza, resumió Rosa, vecina del barrio Pabellón Argentino de San Luis.

Según la estimación de la mujer, el accidente ocurrió a las 9:30 del lunes 24 de marzo. “Siento mucha rabia. Sergio estuvo tirado al lado de la ruta unas tres horas, hasta que una ambulancia fue a buscarlo. Se perdió un tiempo muy valioso para atenderlo, y eso quizás habría evitado que quedara en este estado. Sebastián, mi otro hijo, le echaba agua e intentaba por todos los medios que no se quedara dormido. Cuando llegué al hospital y pregunté por los heridos del accidente, me consultaron quién era yo. Les dije que era la madre de los chicos Morán. Me llevaron a una habitación, en la que estaban los dos. Y ahí hablé con Sergio”, recordó.

El más lesionado de los hermanos sólo cruzó algunas palabras con su madre. “Me preguntó cómo lo veía. ‘Me muero, me muero’, me decía. Estaba enloquecido, clamaba de dolor.  Después me lo durmieron –le indujeron el coma con medicamentos, para conectarlo al respirador–. La médica, cuando nos dio el parte de ayer (por el lunes), nos dijo que ha levantado fiebre y que deben hacerle estudios para saber por qué le aumenta la temperatura. Ella dice que está en el momento más crítico”, refirió con aflicción. Sergio está en pareja y es papá de una nena de seis meses.

Su otro hijo “está medianamente bien”, aunque muy angustiado y shockeado. También tuvo contusiones, pero “nunca lo revisaron ni lo trataron”, aseguró. 

Los hermanos trabajan desde hace un tiempo para la empresa constructora Rovella, precisó la mujer. Viajaban a la obra los lunes y volvían a la capital los viernes. Esa mañana la camioneta doble cabina salió de San Luis y paró en Quines, donde subió uno de los obreros.

Sebastián iba sentado al lado del chofer, con el cinturón de seguridad. “Él vio cuando el conductor se durmió, hizo una mala maniobra y la camioneta empezó a dar tumbos. Él no sabe precisar cuántas vueltas dio. Sergio iba atrás, con el otro compañero. También llevaba puesto el cinturón. Pero en Quines subió un compañero y se lo tuvo que desprender”, explicó.

Sólo el chofer y Sebastián habrían quedado en el vehículo después del vuelco, contó. Sebastián “tuvo que salir por sus propios medios y empezó a buscar a su hermano. Lo encontró tirado a unos 15 metros de la camioneta. Los peores golpes fueron del costado del conductor, que es del lado donde iba sentado Sergio”, explicó.

Rosa sabe que las actuaciones están en manos de la Policía de San Francisco. “Pero ellos todavía no le han tomado la declaración a ninguna de las personas que iba en la camioneta, ni han venido a ver a mi hijo”, se quejó.