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Cada vez más escuelas puntanas tienen una huerta en sus patios

Por redacción
| 07 de abril de 2014
Orgullo. Los chicos y directivos de la escuela "Maestros Puntanos" mantienen una huerta.

Las escuelas puntanas no sólo tienen  espacio  para los libros si no también para las semillas y las verduras. Con el comienzo del ciclo lectivo 2014 cinco escuelas públicas de la ciudad de San Luis se agregaron al proyecto “Cultivando nuestra tierra”: Nº 3 “Ricardo Gutiérrez”, Nº 423 “Juan Manuel de Rosas”, Nº 3 “Madre Teresa de Calcuta”, Nº 10 “Jean Piaget Puertas de Cuyo” y   Nº 13 “Profesor Roberto Moyano”. En el 2013 fueron treinta y cuatro las instituciones educativas que sembraron una parcela.
El jefe del Plan Huerta, Juan Pablo Suárez, explicó que cuentan con dos equipos, uno en la ciudad capital y otro  en  Villa Mercedes, los cuales se reparten las tareas en toda la provincia. Participan pasantes del Plan de Inclusión Social y personal del Ministerio del Campo. Ellos viajan con las semillas y herramientas para cada institución, pero también capacitan a los maestros en los cuidados generales a tener en cuenta para la siembra, como cuáles son las verduras más adecuadas para cada estación, todo sin usar repelentes ni abonos artificiales.
“La idea es que los chicos repitan la experiencia en sus casas y armen con su familia una huerta propia”, afirmó Suárez. Para lo que resta del año, el Ministerio del Campo planea iniciar otras cien huertas y coordinar con los colegios privados para que la cosecha sea destinada a los asilos de ancianos.
Además las instituciones educativas realizan actividades con asociaciones vecinales y familias numerosas. En el predio experimental Sol Puntano cultivan vid, olivo, ajo, cebolla y tomate a “escala industrial”. El plan ya lleva cuatro años de vida. “La intención es demostrar que en San Luis, aquello que se pensaba que no se podía hacer, sí se puede”, opinó Suárez.
La experiencia de la escuela “Maestros Puntanos”
El Diario de la República recorrió la Escuela Nº 77 “Maestros Puntanos” del barrio Amep, en donde los alumnos de tercero B   crearon por segundo año consecutivo su propia huerta, pese a los desalientos del camino y con mucha paciencia.
“Mi abuela Cristina nos dio la idea”, dijo Benjamín, uno de los alumnos, sentado junto a sus compañeros en el aula.
Los niños de entre siete y ocho años del tercero “B” comenzaron a sembrar una parcela en abril del año pasado con su señorita María, por el aniversario número veinticinco de la institución. Tras prueba y error la situaron al fondo del patio de la primaria, junto a una pared.
La directora, Irma Bruna, describió que primero probaron instalarla en el jardín de la entrada y luego cerca de donde están las aulas del jardín de infantes, pero que en ambos sitios la idea no prosperó. Las verduras que eligieron fueron zapallo, arvejas, rabanitos y apio, entre otras.
La cosecha de acelgas tuvo un sabor especial, porque el personal de cocina, Rita, Verónica, Mónica y Andrés, y las mamás de Jenny y Camila prepararon torrejas. “Estaban riquísimas”, opinaron los pequeños.
En sus hogares la iniciativa se replica. Otro de los chicos, Luciano contó que en su patio hay tomate, perejil, lechuga y hasta un naranjo.
El golpe más duro que el personal de la “Maestros Puntanos” los niños tuvieron que afrontar fue el destrozo intencionado de las plantas el año pasado. Bruna  contó que era tal su indignación que incluso manifestó su repudio por las redes sociales. Los chicos abrieron grande los ojos al recordar el episodio y se atropellaron   para tratar de explicar el daño que desconocidos provocaron y cómo, de a poco, volvieron a empezar.
Reinauguraron su querida huerta el 28 de febrero pasado. El gobernador Claudio Poggi, y el ministro del Campo, Felipe Tomasevich, asistieron a la apertura con la entrega de nuevas semillas y herramientas. Los niños orgullosos contaron que en esa ocasión pudieron convidarle a los funcionarios con algunas verduras que habían cosechado.
En apenas unos dos metros de ancho y nueve de largo, hay filas de lechugas verdes y moradas, pimientos, zanahorias, tomates, brócoli, en cada extremo zapallo y perejil, que aroma el ambiente.
En la huerta se oyen las advertencias que se hacen los estudiantes unos a otros: “¡Cuidado! No las vayas a pisar”. Además, en la pared hay botellas que reciclaron como macetas colgantes y fuera, en el predio, tienen viejas llantas pintadas que sirven de canteros.
El sentimiento de pertenencia es grande. Bruna manifestó que los niños celan el cuidado de la huerta incluso a sus compañeros de la otra división.
Hasta los visitantes disfrutan de las diminutas plantas que crecen con el ritmo que la tierra les imprime. Bruna narró que en una ocasión su nieta de dos años pisó accidentalmente el perejil y que al mirarse la suela de las zapatillas dijo con preocupación: “Uh abuela,  aplasté las milanesas”.
Cuando los pequeños no están, la escuela queda deshabitada. En esos períodos algunas plantas “desaparecen”. Hubo menta y ya no, temen que con los vegetales suceda lo mismo. “Si algún vecino quiere algo que venga por la puerta y nos pida, no salten por favor la pared y las arranquen indiscriminadamente”, pidió la directora.
Durante el año proyectan iniciar una “pared viviente”, con la seño María José, que ganó la Feria de Ciencia y Tecnología en el 2012, en la categoría Primario Primer Ciclo.
Los de tercero también aprovecharán la formación práctica al lado de la maestra de Ciencias Naturales, Alicia, quien señaló que estudiarán el crecimiento de las plantas.

 


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