SAN LUIS - Martes 14 de Mayo de 2024

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Denuncian que fueron golpeados y amenazados por 4 policías

Por redacción
| 16 de septiembre de 2014
Torres y Ojeda. Hicieron la denuncia en el Juzgado Penal Nº 2.

“Estaban encapuchados. Primero nos gritaron que qué estábamos haciendo. Cuando nos redujeron, a mí me dieron de trompadas y patadas y me dispararon dos veces al frente. A mi amigo no le pegaban, pero le gatillaron varias veces cerca de la cabeza, para asustarlo. En un momento, le pusieron una granada en la mano y le dijeron que si la soltaba volábamos todos. Así estuvieron tres horas", relató Facundo Ojeda sobre lo que vivió una noche de julio, en manos de cuatro efectivos, que se identificaron como de Brigada Rural, cuando los atacaron por cazar chanchos, una actividad que está prohibida. Por eso el hombre de 31 años y su primo, Diego Torres, ratificaron ayer en el Juzgado de Instrucción Nº 2, de Villa Mercedes, todo lo que el primero vivió ese día y las posteriores amenazas de muerte que sufrió el segundo, por salir en defensa de su pariente.

 

Lo que los primos denuncian y pueden respaldar con, al menos, unos diez testigos, sucedió el 17 de julio.


Acompañados por su abogado, Carlos Cobo, llegaron a los tribunales. Reconocieron que con nervios y algo de miedo viajaron los 130 kilómetros que unen Buena Esperanza y Villa Mercedes. "Nosotros allá (por la localidad del sur) siempre andamos por caminos por los que no circula nadie. No sabemos en qué momento nos pueden agarrar, pegar un tiro y dejarnos tirados por ahí, donde no se entere nadie", expresó Facundo.

 


Además de dejar asentado ante el juez lo que han pasado estos meses, por recomendación de su asesor, aportaron una copia del acta que le labraron al joven, esa noche. "Ahí claramente dice que la infracción fue por estar cazando con jauría en veda. Nada más. Eso, que es más leve que una infracción de tránsito, por poco les cuesta la vida", entendió Cobo.

 



En el medio de la nada

 


Lo que los primos denuncian y pueden respaldar con, al menos, unos diez testigos, sucedió el 17 de julio. "Yo había ido con Franco, un amigo, en mi camioneta a La Dulce, un campo que está sobre la ruta 55. Fuimos para ver si conseguíamos un animal", relató. Como cazadores experimentados, no se valieron de armas sino del olfato y el instinto de los canes y el filo de los facones.

 


La suerte no estuvo de su lado. Durante la noche, no lograron atrapar ningún chancho. Entonces, como ya se asomaba la madrugada, buscaron sus cosas para  regresar. "Cerca de la una me metí al campo, a buscar los perros. Cuando volví, vi una luz que frenó cerca de la chata", relató. Facundo siguió hasta su Hilux, blanca.

 


A cien metros de la ruta, al costado del alambre y, de la nada, cuatro hombres les saltaron encima y por detrás. "Nos dijeron de todo. Que qué hacíamos ahí, que nos iban a dar vuelta".

 


Cuando el muchacho se dio vuelta, y los alumbró con su linterna, pudo ver bien quiénes les hablaban. "Estaban encapuchados. Tenían ropa oscura, similar a la que usa la Policía, pero no era la misma. Dijeron que eran de la Brigada Rural. Dos tenían armas largas y los otros tenían armas cortas", detalló.

 


"Comenzaron a disparar al aire. Encima cuando me dijeron que me tirara al piso yo no lo hice porque estaba sorprendido. Entonces, uno de los tipos me disparó de frente. Sé que iban directo a mí porque vi que salía el fogonazo en dirección a mi cuerpo", precisó Facundo y estimó que el sujeto estaba a sólo siete metros de él.

 


"A Franco le disparaban y lo tuvieron media hora con la granada en la mano. Después iban y me pateaban la cabeza y el cuerpo, sobre todo, las costillas y seguían gatillándome", subraya.

 


La tortura terminó cerca de las cuatro. Un grupo de agentes de la Policía Caminera se acercó hasta donde estaban sus colegas. "Ellos (los de la Caminera) empezaron a hacernos el acta y, cuando los otros se iban, uno se volvió, se sacó la capucha y, a cincuenta centímetros de la cara, me dijo que no lo fuera a denunciar porque sabía dónde yo vivía y trabajaba, me iba a ir a buscar y sonar a tiros la casa", indicó. Según el joven, los efectivos que recién llegaban escucharon eso y vieron el estado en el que estaban los dos chicos, pero no hicieron nada. A esos agentes, Ojeda los reconoce.

 


"No sé, te tratan de delincuente y mirá quién resulta ser el delincuente. Nos llevaron hasta las cosas que teníamos en la chata", completó.

 


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