El lunes a la noche, por más que un joven que acababa de ser asaltado por dos “motochorros” llamó en forma insistente al 911, no consiguió que lo atendieran. “Llegué a pensar que por los nervios había marcado cualquier número, pero después me fijé y había llamado al teléfono de emergencias”, contó.
Habían pasado unos minutos de las once y “no había nadie en la calle porque se venía la tormenta”, relató. Caminaba por Lavalle hacia Mitre, para tomar el colectivo en esa calle, en un costado de la Escuela Normal Mixta.
Apenas pasó la residencia universitaria “San Agustín”, del Obispado, y la sede de Cáritas, unos metros delante de él paró una moto enduro en la que iban dos jóvenes. Antes que terminaran de frenar, el acompañante ya estaba accionando la corredera de una pistola. Se bajó, le apuntó y le ordenó que le diera un bolso que llevaba al hombro y la billetera. Como la víctima se negaba, le dio un culatazo en la cabeza, que lo agarró de refilón.
El delincuente le arrebató uno de los dos celulares que llevaba. Con el otro, el chico llamó al 911, pero nunca lo atendieron.


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