“El Plan de Inclusión es para que sean libres, no servidumbre”

Un millar de personas lo aguardaba ansioso. Setecientas adentro y el resto afuera porque ya no cabía nadie más. La sede central del Partido Justicialista fue copada ayer al mediodía por trabajadores del Plan de Inclusión Social (PIS), que con mucha expectativa esperaron al creador del programa. “El plan no tiene jefe, es para que sean libres, no para que sean tratados como esclavos o como servidumbre”, enfatizó Alberto Rodríguez Saá en tres partes de su discurso para que el mensaje quedara bien claro.
Fue una reunión atípica, despojada de funcionarios y dirigentes políticos. Sólo asistieron rostros curtidos que, en su mayoría, iniciaron un camino hace doce años que pulverizó los índices de desocupación de la provincia en el peor momento del país. Habían 45 mil puntanos que no tenían trabajo, que fueron incluidos y tuvieron una oportunidad, tal como lo recordó el emotivo y extenso video con el que abrió el encuentro.
Las decenas de muestras de cariño y gratitud que recibió Alberto el 6 de junio de 2003, cuando el PIS dio su primer paso, son las mismas que cosechó ayer. Incluso mientras pasaban las imágenes por una pantalla gigante y se reproducía en simultáneo en dos televisores, un puñado se animó a romper el protocolo y se acercó a darle un beso.
“Con esa libertad nació el plan y se organizaron en cada pueblo y en las parcelas ante la resistencia de la oposición, recuerden”, les pidió que hagan memoria sobre todo el murmullo que generó el surgimiento de "Trabajo por San Luis".
"Federación Cooperativas San Luis", "12 años de Inclusión Social", "Cooperativa El Manantial de El Volcán" y “Cooperativa Alta en el Cielo, Villa Mercedes” fueron los eslóganes de los letreros que rompieron con la supremacía de los que llevaban la imagen del candidato a gobernador de Compromiso Federal. Aunque el presidente del Congreso Provincial del PJ se bajó del atril para tomar de una vieja militante el que más le interesaba y que no era un cartel. "Un día inventamos la bandera de inclusión, con diseño ajedrezado", dijo mientras abrazaba al paño de cuadrículas celestes y blancas y recibía una de las mayores ovaciones.
Rodríguez Saá se mostró disgustado porque notó que "la han bajado" en muchos mástiles y pidió ponerla "bien en lo alto" y "flameando en todos los lugares de la provincia". "Es el símbolo de la inclusión", justificó su planteo y rememoró uno de los capítulos más oscuros que le tocó vivir en sus dos mandatos como gobernador: cuando fue quemada en una de las marchas de la Multisectorial.
Pero también sacó pecho por los logros que obtuvo su creación. Citó como fue que transformó el basural del río "seco" en un parque y de yapa, el cauce fue rebautizado como río San Luis. "Esto sucedió en todos los pueblos de la provincia", aseguró y destacó que algunos trabajadores también tuvieron su espacio en las listas y ocuparon cargos como diputados y concejales. "Siempre tuvieron un salario por encima de la línea de indigencia para que todos tuvieran un plato para comer", ahondó y lleno de orgullo sentenció: “Yo lo fundé, es parte de mí y en mi sangre está el Plan de Inclusión”.
La frase le dio pie para ratificar una vez más que dará continuidad al Plan de Inclusión Educativa y a la política de construcción de viviendas. También para confirmar el respaldo a las cooperativas, aunque advirtió que “deben ser libres y no se las deben manejar”.
Alberto les pidió que luchen para capacitarse y tener los “mejores trabajos”. Y con esa  esperanza, todos dejaron la sede mientras intentaban acercarse para agradecerle, de alguna forma, por haberles dado trabajo hace más de una década.