Decidida a cumplir sus sueños y acercarse a quienes habían sido sus referentes desde siempre, en julio del año pasado Carla Chiesa dejó la tranquilidad de San Luis para mezclarse en el ruido de Buenos Aires. Lo que fue una audición para probar suerte en la compañía de Koki y Pajarín Saavedra, se convirtió en el presente de la joven bailarina que con mucho esfuerzo persevera en su anhelo.
Fanática de la danza de los hermanos santiagueños, Carla se enteró de la convocatoria para la audición y como estaba en un momento especial de búsqueda personal, armó su equipaje y se fue sin mayores expectativas en busca de un lugar en “Nuevo arte nativo”. Con ese elenco debutó finalmente sobre el escenario el 27 de setiembre pasado, en Tucumán, con la obra "Flechas de la tribu" tras intensos ensayos, dos veces por semanas, de cuatro horas cada uno.
“Pensé que venía a probar y no perdía nada”, dijo Carla desde Buenos Aires a ETC. y reconoció que desde que empezó a bailar en Andanzas, la compañía de Javier Bautista, Koki y Pajarín fueron referentes para ella. "Compartíamos mucho el lenguaje, la forma de ver las danzas nativas”, explicó.
El primer paso, una vez en la compañía de los Saavedra, es la formación hasta que los directores consideran que los bailarines están en condiciones de presentarse en escena. En su caso hubo un debut diferente: rodó en 2014 escenas para la película "Zonda, folklore argentino", del director español Carlos Saura.
Al momento de la evaluación, Carla estaba en el final de sus estudios de Psicología, “sin trabajar e inquieta de conocer otras formas de vida, otros lugares, me decidí a alejarme de mi familia y mis amigos”, recordó. Cuando a los días de auditar se confirmó su ingreso a la compañía, la bailarina paró en la casa de amigas “y también en casa de gente que casi no conocía, pero que comprendía perfectamente el motivo. Quieras o no, en algunos aspectos artísticos Buenos Aires es el centro”, aprendió Carla por experiencia propia.
Sus primeros pasos en la danza folclórica los dio en la academia de Cristian Milani cuando era una niña y después los retomó en Andanzas donde estuvo tres años. Luego se incorporó a un grupo de danza experimental que se llamaba Taller de movimiento, que compartía con Valeria Alisio: “Estaba en ese grupo cuando me vine a audicionar, veíamos cosas de contemporáneo, yoga, improvisación”, recordó Carla.
En la actualidad, a los 28 años, Chiesa vive sola en la Ciudad de Buenos Aires y reconoce que a ella y su familia les cuesta la distancia. “Somos muy unidos, pero ambas partes estamos felices de esta experiencia, así que me apoyan plenamente y vienen a verme cuando pueden”, dijo entusiasmada con la posibilidad de avanzar en su sueño. El factor económico también es determinante: “Estoy buscando laburo a full, no me está siendo fácil porque además tengo dos días comprometidos con la compañía. Tener un trabajo de seis u ocho horas y dedicar mucho tiempo a otra cosa contradice el motivo por el que yo estoy acá, cosa que nos pasa a todos los que estamos en el elenco”.
Carla está en el tramo final de Psicología: “Por mi profesión elegida y haber caminado el trayecto de la danza me gustaría relacionarlos y formarme en danza terapia. Unificar esos caminos”, confió la joven.
Mientras, entiende que el primer paso del anhelo ya lo dio y se siente feliz: “Me encanta lo que hago. Podría decir que quiero bailar en tal o cual escenario, pero todo eso llega si tiene que llegar. Por ahora disfruto muchísimo de aprender en este nivel, con estos maestros de la danza”.
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