Todos los concejales de la ciudad le dieron el sí a la posibilidad de una prórroga para el traslado de la planta frigorífica a un terreno en las afueras de la ciudad, si cumplen con determinadas obras. Pero en los siete artículos que conforman la nueva disposición no se hace referencia a un punto clave que sí expresaba explícitamente el convenio original y que establecía el cumplimento del compromiso firmado aunque cambiará la titularidad comercial del frigorífico.
El acuerdo logrado el 29 de noviembre del 2007 entre el Municipio y Quickfood, firma que por entonces operaba la planta, expresaba en su Cláusula Decimo Sexta: “En caso de cambio de titularidad de la empresa, el presente convenio y las obligaciones asumidas por Quickfood SA serán de cumplimiento obligatorio para el adquiriente bajo apercibimiento de pérdida de la habilitación municipal y su clausura definitiva”.
Este punto adquiere una relevancia fundamental en el marco de las publicaciones periodísticas que aseguran que el frigorífico que hoy administra la multinacional brasilera habría sido vendida a otros capitales.
Las exigencias fijadas esta semana no explicitan esa salvedad, que es clave. Por ello surgen dudas sobre si ese nuevo compromiso, de mudar la planta en 2025, deberá ser obligatorio también para un probable nuevo administrador del predio, que abarca varias manzanas y que está a exactamente diez cuadras del inicio del Centro Comercial a Cielo Abierto.
Esa presunta omisión llama más la atención cuando se advierte que la ordenanza aprobada esta semana sí refiere expresamente a algunas cuestiones ya especificadas en el 2007, como la posibilidad de que le apliquen multas de hasta tres veces el valor de lo que la compañía abona al Municipio en concepto fiscal. Eso figura en la Cláusula Décimo Octava del pacto original y es referido en el artículo 4 de lo resuelto recientemente por el legislativo local.
“Estamos helados, esto nos descolocó”, dijo uno de los vecinos de la empresa Marfrig. A la desazón, porque deberán seguir conviviendo con malos olores por unos diez años más, se le suma la preocupación de si ésa será en realidad la fecha definitiva, para por fin ser habitantes de un barrio como cualquier otro en la ciudad, o sólo una jugada más que ilusiona.
Una promesa que sabe a poco
Lo que aprobaron los concejales es una prórroga sujeta a condiciones para el traslado del frigorífico. El acuerdo original aseguraba que la planta debía dejar de funcionar en su ubicación actual en 2017. Los ediles resolvieron que podrán quedarse hasta el 2025 si cumplen con cuatro obras antes de octubre del año próximo. También fijaron un cronograma de avance de esa futura mudanza, compromiso que también despierta dudas ya que la firma no cumplió lo pactado antes y tampoco eso fue observado por la Comisión de Seguimiento y Control.
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