Los comerciantes, los que más se resisten a los delincuentes

A unos los acompañó la suerte. Hoy, tanto los comerciantes y distribuidores que eligieron no ser una víctima pasiva que se somete al temor que personifica un delincuente con un arma, su violencia desmedida y su sed de dinero fácil, como sus familias asumieron ese episodio que los hizo trastabillar entre la vida y la muerte como una anécdota, algo que contar, no olvidar y aprender. Pero otros no fueron tan afortunados. Resistieron igual que los dichosos que pudieron zafar de la muerte y lograron quedarse del lado de la vida, pero murieron en el intento. Desde Javier Ghione, el repartidor de carne de La Pampa, que el 8 de enero de 2010 se negó a entregarles a unos “motochorros” un maletín con el dinero que había recaudado durante su viaje de trabajo a Villa Mercedes y lo mataron de nueve balazos, hasta Juan Pablo Vara, un vecino del barrio San Antonio que no sabía hacer otra cosa que trabajar y vivir para su esposa y sus cinco hijos, quien encaró con un palo a un ladrón que en la mitad de la noche intentaba robarle lo que tenía en la camioneta y murió de un fugaz, poco profundo, pero feroz puntazo en el corazón que el malviviente consiguió asestarle en los apretados segundos que halló en medio de la paliza. 
El más reciente de esa serie de casos, el de Vara, aún está en etapa de investigación. Si bien hace poco más de tres semanas el juez de Instrucción Penal N° 2, Leandro Estrada, procesó y envió a la Penitenciaría de San Luis a Darío Diep, el principal sospechoso del robo que se llevó la vida del hombre de 45 años, el magistrado aún agrega pruebas a la causa. 
El jueves de la semana pasada realizaron una reconstrucción del “homicidio en ocasión de robo”. La recreación en la vereda de la casa de Juan Pablo, en Paunero 216, con los datos que dio Mónica, la mujer de la víctima, resultó "esclarecedora" en algunos puntos.