Una obra para recordar: el TIM y un estreno con nuevos amigos

Esta vez, la obra que intercambió parte de los intérpretes, provocó nuevamente aplausos de pie y un merecido reconocimiento del público villamercedino. Y es que entre escena y escena, originariamente plasmadas en las páginas de Roberto “Tito” Cossa, reflejaron los días vividos en 1966 y que parecen no haber desaparecido. 

Previamente al inicio y a modo de bienvenida, la directora destacó la propuesta de la obra como un llamado a revivir la memoria y la historia, como así también no olvidar nunca los sueños de aquellos jóvenes que la vivieron. Así como también reencontrarse, o no, con esa época y la actual. 

El trabajo desafortunado del protagonista, el amor no correspondido, la familia, los amigos y  la soledad siempre como compañera, presente en cada mesa y trago amigo. La costumbre, el calor de los queridos y la frustración de lo inalcanzable mantuvieron atentos a los presentes. 

Los trece actores, grandes intérpretes, dejaron entrever el desconsuelo personal con el que convivía cada personaje a través de pequeños gestos como una mirada pícara de la “Loca Chela”, la viveza criolla de “González” o los abrazos casi maternales y resignados de la bella “Dora”.

“Estamos muy felices con lo que hemos logrado como grupo. Lo lindo del teatro es que tal vez sabes lo que puede llegar a pasar, sobre todo con la gente que nos viene a ver,  pero siempre terminas sorprendiéndote.  En muchos casos la gente sonríe con una escena y al interpretarla en otro lugar, reacciona distinto”, destacó el protagonista Gustavo Ojeda.

El público, en un cariño recíproco, recibió cada muestra de los artistas. A sala llena y con entradas agotadas, las risas tímidas y extasiadas y los silencios de los espectadores, premiaron el compromiso de los actores que en cada acto volvían más reales sus representaciones, acompañadas de un nostálgico violín.

Al finalizar, la sala del TIM se puso de pie para recibir al elenco que regresó a las tablas en compañía del equipo técnico para reencontrarse con su gente cara a cara y despedirse en un aplauso que perduró en la sala de recepción donde actores y espectadores continuaron con el encuentro.