Federico Carrizo: un giro al tango

Después de pasar por el folclore y la danza clásica, Federico Carrizo se decidió por el tango. Y tanto lo estudió que estrenó su primera obra coreográfica completa hace unos días, a sala llena, en la ciudad que es el corazón del tango.
Nacido en Villa Mercedes, viajó a Buenos Aires hace cuatro años para estudiar en el Instituto Universitario Nacional de Arte, tomar clásicas particulares con otros maestros y poder sumarse a compañías de danza que abren las puertas a nuevos escenarios.
Hace dos domingos, Federico estrenó “La Guardia Nueva” en el teatro Gargantúa de Buenos Aires junto a la Compañía 360. “Ésta es mi primera obra coreográfica completa, tuve oportunidades anteriormente de crear coreografías, pero eran de corta duración”, explicó el joven de 21 años.
Cuando terminó la secundaria emigró hacia la ciudad donde actualmente reside. “Hasta hoy en día me cuesta esta ciudad, el primer año fue el más difícil. Vivo en el barrio Monserrat en el corazón de Buenos Aires. Me adapté y aprendí a quererla, por necesidad. Pero claro que extraño, todo el tiempo estoy queriendo volver”, confió.
En Villa Mercedes hizo, como la mayoría de los chicos, folclore en la escuela y luego en algunos ballets que ya no existen, pero recuerda en particular a Lorena Chirino quien le enseñó tango. En 2012 fue becado por la Fundación Mecenas de la Danza para perfeccionarse en el Estudio de Danza Balleto, de Laura Torres Cappiello, en San Luis capital.
“Lo que recuerdo del tango es que de niño a mí no me gustaba –relató el artista-, sólo lo escuchaba sentado con mis abuelos en Villa Mercedes. Con el tiempo, sin explicación, algo me empezó a atraer pero de ninguna manera fue un interés económico”. Ahora con la obra ya presentada, Carrizo se siente feliz: “Me interesó lo que logré plasmar, quiero compartir lo que es el tango y llevarlo a otras disciplinas, pero conservándolo en su esencia”.
Cuando comenzó a oír tango, descubrió que entre sus preferencias estaban siempre los de 1920 y 1930. “Cuando vine a Buenos Aires empecé a interiorizarme sobre la historia de cada tango porque me llamaba la atención la época hasta el ‘40. Encontré en la historia que había muchas cosas interesantes para trabajar que empezaron a darse con la incorporación de cantantes, letristas y orquestas”, explicó. Por entonces, se le sumaron muchos cambios a lo que hasta ese momento era bastante correcto y se daba en el círculo de cabarets y arrabales. “Apareció el Club de la Guardia Nueva, que dio lugar a muchos cantantes, letristas y compositores: Aníbal Troilo, Francisco Canaro, Juan D’Arienzo, Julio de Caro. Ésa fue una inspiración para darle otra cosa, hoy en día, a la danza y al tango, en cuanto a coreografías, obras y vestuario”.
La pieza tiene un hilo conductor que muestra cómo cambiaron la música, el sonido, las letras, todo plasmado en las coreos de Carrizo y puesto en escena por 360. “No somos una compañía tradicional de tango, somos una cooperativa, funcionamos autogestionados y la mayoría somos bailarines de danza clásica y de otras ramas”, dijo el mercedino.
La Compañía 360 está dirigida por cinco amigos, compañeros y colegas de Carrizo: Inés Torres Cappiello, Victoria Lanestosa, Candela Zapata y Guillermo Pérez. “Los cinco nos encargamos de la gestión, desde repartirnos tareas como la dirección, producción, prensa, difusión, coreografías, ensayos y el dictado de clases. Nos ocupamos de esas tareas de forma pareja y ordenada, y todos vamos rotando en esa actividad. En este caso estoy como coreógrafo y maestro ensayista”. Los artistas además de esa organización dictan seminarios de danza para recaudar fondos y poder sustentar los gastos de la compañía.
Para Federico, la difusión de la obra está entre sus metas artísticas a corto plazo: “Quiero darle a más difusión, porque tiene mucho para trabajar y mucho para dar. No es algo que la gente vea muy seguido y considero que hay mucho para ver y aprender, mucha historia detrás, mucha música desde el sentimiento y la interpretación”.