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El maní gana adeptos como alternativa

Por redacción
| 14 de junio de 2015

La campaña de maní fue única. Convenció a los productores para que lo elijan como una alternativa a los commodities, entró en más campos de la provincia y obtuvo una cosecha récord, con rindes promedios que oscilaron los 45 quintales por hectárea, un desempeño excelente para la región. Como otros cultivos de su tipo, el precio no acompañó el buen desarrollo.

 


En la realidad, la superficie de siembra sigue constante y este año fue de 10 mil hectáreas, similar a la de años anteriores: en 2011 fue de más de 13 mil hectáreas, en 2012 unas 11 mil y en 2013 cerca de 9 mil. Lo llamativo fue su poder de persuasión, que quedó expuesto en el aumento del interés de siembra de parte de los productores.

 


Así, durante la actual temporada 2014-2015 unos 39 proyectos fueron presentados ante el Ministerio del Campo, el mayor número desde 2011, cuando entró en vigencia el decreto regulatorio 4105-MdelC-2011 de la Ley de Conservación de Suelos, que empezó a exigir una serie de requisitos de cultivo para evitar la voladura de suelos.

 


Una de las razones de su atracción es que el maní se presentó como una opción a los cultivos tradicionales de la provincia, que tienen sus valores degradados, principalmente el maíz. El año pasado arrancó con un precio tentador de 700 dólares la tonelada, aunque ya en el tramo final de esta campaña bajó a 500. También puede ser el cambio que hubo en su reputación: “En los últimos años se ha desmitificado un poco la idea de que el cultivo de maní degrada los suelos de forma directa. Con un buen manejo y la extensión de los cultivos de cobertura que evitan la voladura de suelos, se ha comprobado que es totalmente viable”, aseguró Mario Galván, presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos de la provincia y asesor manicero.

 


En lo agronómico, la apuesta de esta campaña fue certera y los productores dieron en el blanco, porque las circunstancias extraordinarias del otoño hicieron elevar los rindes y mejorar la calidad de la cosecha. Inclusive el granizo que arrasó con otros cultivos en algunas localidades puntuales no lo afectó porque su hoja tiene una cutícula fuerte y gruesa.

 


“Los primeros resultados indican que los rindes rondan entre 45 y 50 quintales, con picos puntuales que alcanzan en lotes de algunos campos los 70 quintales”, comentó Gustavo del Bosco, encargado de llevar los proyectos de unas 8 mil hectáreas de distintas empresas en el territorio sanluiseño.

 


Por supuesto que variaron si estuvieron bajo riego, como sucede en el norte de la provincia, o si fueron en secano como se hace Villa Mercedes, Justo Daract, que es la principal zona manicera de San Luis, y hacia el sur en los campos aledaños a la Autopista 55, rumbo a Buena Esperanza.

 


Sucedió que se dieron todas las condiciones ideales. Justo en el momento clave de maduración del grano, durante los meses de marzo y abril, el cultivo tuvo agua y temperaturas constantes.

 


Esto permitió que el peso y el calibre del grano sean mayores, algo que repercute en el precio final y define si el producto va a confitería con un plus en su valor o para industria para hacer aceites, pasta, entre otros productos.

 


Las lluvias abundantes trajeron muy buenos rendimientos y un perfil con buena cantidad de agua,  pero también un par de problemas como el retraso en el avance de cosecha, que está en un 60%, cuando ya tendría que haber terminado. Y están las enfermedades. “No fueron dificultades generalizadas, aunque algunos cultivos de cobertura se vieron afectados por la tucura porque las heladas llegaron tarde y no pudieron frenar las plagas. También hubo algunos lotes afectados con yuyo colorado”, explicó el ingeniero Galván.

 


El retraso también estuvo influido por el desarrollo de los cultivos de cobertura. “No es una queja porque protegen el maní, pero sí tuvimos que tenerlos en cuenta para las labores”, señaló Del Bosco, quien tiene a su cargo el asesoramiento local de grandes empresas como Maniagro, Cavligiaso, Prodeman, Olega y Olam Argentina, que es de capitales indios, pero que opera también en la provincia.

 


La realidad es que los buenos resultados estuvieron bajo la tutela de la nueva normativa, que vino a poner orden en el manejo de este cultivo para preservar el suelo en una provincia con fuerte tracción eólica. Uno de los requisitos que exige para paliar todos estos problemas es el cultivo de cobertura, como el centeno que predomina en los campos locales porque es “el verdeo que mejor se comporta en nuestra zona, el que mejor cobertura da, el que más resiste a los vientos y soporta los escasos regímenes pluviométricos del invierno”, comentó  Galván.

 


La explicación está en que los frutos están por debajo de la superficie, con lo cual en la cosecha se remueve el suelo para arrancarlos. Después hay que esperar a que sequen y luego se levantan para ir a las plantas procesadoras, donde les agregan valor. “Por eso es importante hacer los cultivos de cobertura, para evitar que se vuele el suelo. Se puede hacer por franjas anchas alternando con maíz o sorgo, o con cultivos como centeno, avena o trigo”, aseguró Emiliano Savoretti, del subprograma de tecnificación agropecuaria del Ministerio del Campo, la autoridad encargada de regular los proyectos.

 


El decreto también exige rotaciones y al menos tres años de descanso para un lote que haya sido cultivado con maní. Es que San Luis tiene ciertas desventajas con respecto a otras provincias que apuestan por esta pequeña leguminosa, como el restringido régimen de lluvias y los “vientos de julio, agosto y septiembre que son fatales para la poscosecha”, agregó el funcionario.

 


 Pero también algunos factores buenos como la esencia de sus suelos franco arenosos o la sanidad de los lotes. “Como no es un cultivo de grandes superficies, no proliferan las plagas o las enfermedades como sí lo hacen en provincias vecinas”, acotó Galván.

 


A pesar de las buenas condiciones que tiene San Luis, la superficie no ha variado y se ha mantenido constante entre las 9 mil y las 13 mil hectáreas. Es que hay poco consumo interno y del total que se produce en la Argentina, más del 80 por ciento se exporta. De ahí que la plaza para colocar el producto es reducida, y la producción depende de la demanda internacional.

 


Además, hay pocas empresas dedicadas, la mayoría con base en Córdoba que es la capital manicera del país, que con el desplazamiento de la agricultura y la necesidad de descanso de los suelos se vieron obligadas a expandir sus fronteras. “Estados Unidos es uno de los principales productores y justo este año tuvo una cosecha extraordinaria como la nuestra, por lo que hay sobreproducción”, indicó Del Bosco. De ahí que las empresas locales definen la superficie de campaña de acuerdo a esa exigencia mundial.

 


Eso explica también el descenso actual de precios. “De 700 dólares pasó a 500 dólares la tonelada y la tendencia seguirá por ese camino. Porque la superproducción por arrastre lleva al descenso de los valores". Así es probable que con esta baja generalizada, la próxima campaña disminuya el precio de los alquileres -que este año rondaron en los 360 dólares por hectárea- y probablemente también la superficie de siembra.

 


En regla

 


En 2011 entró en vigencia el decreto reglamentario 4105-MdelC-2011 que regula la siembra de maní en el territorio provincial y que exige una serie de requisitos. En principio requiere que el propietario, a través de un ingeniero agrónomo, presente un proyecto de campaña quince días antes del inicio de la siembra ante el Subprograma de Producción Agrícola del Ministerio del Campo, la entidad de control.

 


En caso de que el propietario no presente el proyecto o no lo haga dentro del plazo determinado lo sancionan con multas que van de 0,5 a diez veces el valor fiscal del inmueble. “Oscilan entre 700 y 1.500 pesos por hectárea en caso de erosión comprobada, pero depende de la situación particular de los lotes”, aseguró Savoretti encargado de ese control. Una vez presentada la documentación, los ingenieros van al campo y tienen en cuenta una serie de factores como el historial productivo, la topografía del terreno, condiciones de textura y estructura del suelo y el análisis químico del mismo, entre otros aspectos.

 


“Este fue el primer año en el que rechazamos dos lotes que no estaban en condiciones, porque si bien habían tenido un cultivo de cobertura, el dueño había soltado los animales al cuadro y lo dejaron en condiciones no propicias para el maní”, comentó el funcionario. Sin embargo, dijo que cuando el ministerio da un dictamen lo dejan abierto a los comentarios del profesional encargado del establecimiento.

 


Una vez aprobados todos los pasos, el dueño puede iniciar la siembra con la obligatoriedad de mecharlo con un cultivo de cobertura que permita proteger el suelo del proceso erosivo del viento. “Los cultivos de cobertura aportan materia orgánica, contribuyen a la formación de agregados y mejoran la estructura de suelo junto al trabajo que realiza el sistema radicular de la gramíneas de invierno en los primeros centímetros del suelo”, resaltó Savore-tti, quien agregó que mientras mayor es el volumen, mejores serán las condiciones para el siguiente cultivo

 


El proyecto tiene una duración mínima 3 años. Durante ese período no se puede repetir el cultivo de maní, aunque puede extenderse según el potencial de recuperación del suelo, siempre con el visto bueno del profesional. “Al terminar es esperable que los niveles de materia orgánica y fósforo sean por lo menos similares a la situación inicial”.

 


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