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Claves para manejar el pastizal natural

Por redacción
| 19 de julio de 2015

Con el monte nativo en retirada, a pesar de que San Luis se ha mostrado reacio a otorgar demasiados permisos de explotación agrícola y ganadera, el cuidado de los pastizales para una mejor alimentación del ganado es una clave fundamental para el desarrollo de la hacienda en el semiárido. En una charla a campo que se desarrolló en Quines con la organización de la Sociedad Rural del Norte y el Ministerio del Campo, los especialistas Oscar Terenti y Raúl Castagno dieron algunos tips para mejorar el manejo del pastizal natural.

 

La densidad de siembra más adecuada es de 6 a 7 kilos de semilla por hectárea, con un poder germinativo de un 50% como mínimo.


“En esta zona del norte de San Luis llueven entre 350 y 400 milímetros al año, y sólo de octubre a marzo, por lo que es la única época de crecimiento de las pasturas. El sistema más sencillo es dejar medio campo sin animales, clausurarlo directamente, que sólo ingrese fauna silvestre. Si a la otra mitad no entran las vacas significa que falta ajuste”, comentó Terenti.

 


Definió a los campos del norte como “fábricas de terneros”, por lo que pidió “priorizar el número a destetar y dejar el mejor lote para los tres meses de preparto, tomando en cuenta que las pariciones son en octubre. Esto se hace para que el estado corporal de la vaca sea bueno, así va a entrar en celo más rápido. Si la vaca viene floja, el destete será híper precoz”.

 


Otra de las claves es distribuir bien las aguadas para evitar que las vacas caminen mucho y gasten energía de más. “Lo óptimo es una cada 1.600 metros de radio, con un máximo de 2.500 metros. Un beneficio adicional es que se evita el sobrepastoreo con una buena disposición interna de las aguadas”. El sobrepastoreo trae consecuencias graves, porque se eliminan especies forrajeras valiosas, permite la invasión de especies no deseadas, se incrementa la infiltración de los suelos y la erosión provoca una disminución de la tasa de recuperación.

 


Los productores se dividieron por grupos y fueron analizando especies autóctonas. Encontraron pasturas altas, de la familia de las cetarias, como las "colas de zorro", cloris y tricloris de alta calidad y digitarias del tipo califórnicas, que daban un color plateado al pastizal. El problema lo plantea el chulque, considerado plaga porque quita accesibilidad al ganado. Además, con rolado e implantación de megatérmicas como el Buffel Grass se altera el ambiente.

 


“La Lela”, el campo donde se realizó la jornada, tiene 600 hectáreas de Buffel rolado y 500 de pastizal natural para una carga alta de 330 vacas y 18 toros. Se utiliza el Buffel de octubre a marzo para pastoreo y los lotes de monte en invierno. “Al Buffel hay que darle descanso, rotar cada dos o tres años para que semille”, aconsejó Castagno.

 


El Buffel Grass por su condición de megatérmica, es una buena opción. Los productores pudieron observar un lote rolado en 2012 que ya fue consumido por el ganado y otro que data de la primavera pasada que tuvo un agregado de un kilo de Gatton Panic a los seis kilos de semilla de buffel. “Lo mejor es sembrarlo en zonas degradadas, que llamamos de sacrificio, para no destruir el pastizal natural”, dijo el ingeniero Marcos Coeli, mientras mostró un rolo con tacho sembrador, poblado de agujeros, para que caigan las semillas.

 


La densidad de siembra más adecuada es de 6 a 7 kilos de semilla por hectárea, con un poder germinativo de un 50% como mínimo. Si es un lugar de monte, es conveniente un laboreo previo de hasta 15 centímetros de profundidad y hay que colocar la semilla a una distancia de entre 0,5 y 1,5 centímetro, si es posible con un rolo compactador para lograr un buen contacto. La siembra se puede hacer de manera mecánica o a mano, pero siembre al voleo.

 


“Para la cosecha hay que dejar secar bien las semillas antes de embolsar, si no surgen hongos”. El rendimiento es interesante: de 850 a 2.800 kilos de materia seca por hectárea, mientras que el pastizal, que es muy variable, va de 200 a 1.200 kilos. “El Buffel es una pastura plástica y agresiva, ideal para usar en las zonas más complicadas del campo. Se da bien en climas nublados, inestables y con lloviznas para el nacimiento. Y cuanto más cobertura tenga el suelo, se va a implantar mejor”, dijo Coeli.

 


La pastura requiere un período mínimo de implantación antes del primer pastoreo para evitar que los animales arranquen la planta de raíz. “Es aconsejable el primer pastoreo en agosto-setiembre, antes del período de lluvias, para que consuman el forraje del primer ciclo de crecimiento. Es mejor introducir animales del último destete”, cerró el especialista.

 


El Renoval no deseado

 


Pasado el efecto inicial de las pasturas, sean naturales o implantadas, llega la hora de entablar una lucha dura con las especies vegetales, leñosas o semi- leñosas, que invaden esos lotes, generalmente por un pobre manejo. Esas especies son los Renovales, que abundan en San Luis y son todo un problema. Uña de gato, Brea, Tala, Tusca, Aromo, Chilca, Garabato, Jarilla, Lata, Pichanilla, Usillo, Albaricoque, Chañar y Retamo son las más comunes y requieren de cuidado para que no le cierren el paso al ganado bovino en busca de alimento.

 


“No hay una única receta, es una tecnología de procesos más que de insumos la que se necesita. Es clave la planificación para mantener la rentabilidad y ganar en sustentabilidad”, abrió el juego Jorge Garay, un especialista con amplia experiencia. El auditorio se paró en un campo que había tenido Buffel Grass y ya había sido consumido, por lo que asomaban algunos Renovales, como el Tala churque. “Son difíciles de combatir porque son originarios de la zona y están adaptados; tienen una abundante producción de frutos que son consumidos por la hacienda, lo que contribuye a su diseminación; desarrollan raíces profundas, tienen estructura leñosa y son perennes”, definió el ingeniero agrónomo mientras mostraba algunos ejemplares. Más hacia el oeste se podrán encontrar jarillas y latas y al sur de Villa Mercedes, en la zona de Unión, Las Isletas y El Moro, hay problemas con el chañar, que tiene raíz con yema, lo que multiplica el nacimiento de plantas. “Hay que eliminarlas de raíz”, pidió el ingeniero. La cuestión se pone más brava aún en esa zona porque hay Palque, que es mortal para el ganado que lo consume.

 


“Es mejor control químico con mochila, que arrojó resultados de hasta seis años sin reinfección, que el mecánico a través de rolado. Si vamos a hacer rolado, mejor el selectivo de baja intensidad”, aconsejó. En cuanto a la época de aplicación, dijo que siempre es preferible el verano, “porque las plantas tienen un crecimiento activo, pero de todos modos hay que conocer la fisiología y la fenología de cada arbusto”.

 


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