El luto de Ester Píscore
Qué increíble... Una muerte puede doler tanto y dar tanta tristeza. Pero ésta un poco más, porque alguien que regaló tanta alegria y risas (de ésas que llegaban a doler) no merecía sufrir.
Tanto regaló que se olvidó de él. Siempre el otro estaba primero. La alegría era urgente. El humor inteligente, cómplice, veloz.
Hoy, descubrir la risa franca de mi hijo con la gallinita y su eureka me da la inmensa satisfacción de saber que esa clase de humor, esa clase, no morirá nunca, y trascenderá generaciones y modas de chiste fácil y chabacano. Porque hasta del doble sentido fue un maestro.
Ester Píscore quedó viuda y nosotros huérfanos, la polillita ya no tendrá defensor, la carta ya no será tan genialmente incorrecta. La Radio sufrirá el silencio, Raul-a no tendrá quién le cante. Pero el recuerdo será eterno, la risa explotará siempre en llanto ante cada imagen que devuelva al profesor Daniel Rabinovich.
Una sola palabra no alcanzará para agradecer por tanto. Nunca hará justicia a la cantidad de atracones de buen humor y a esa sed por ser más cultos, para no perderte nada en esos diálogos únicos. Igual gracias Daniel, enormes gracias. Y hasta siempre.
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