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Nisman: un año sin respuestas judiciales ni institucionales

Por redacción
| 18 de enero de 2016
La muerte de Nisman, y el momento en que ocurrió, abonaron la idea del asesinato.

Como ocurrió quizá con el ataque a las Torres Gemelas, todo argentino seguro tiene fresco el recuerdo de qué estaba haciendo y cómo se enteró de la muerte de Alberto Nisman, el fiscal que llevó adelante la investigación por el ataque a la AMIA. A un año de ese terrible hecho, su sombra sobrevuela sobre las instituciones que aún no pudieron dar respuesta a los más mínimos interrogantes sobre su muerte, ocurrida en extrañas circunstancias y a pocos días de haber denunciado a la entonces presidenta Cristina Fernández por encubrir a funcionarios iraníes en la investigación del atentado.
 

 

La denuncia de Nisman quedó en la nada. La causa sobre su muerte, por ahora, también.


Nisman murió con un tiro en la cabeza dentro del baño de su departamento en el edificio Le Parc de Puerto Madero: ni siquiera se sabe si fue la mañana del domingo 18 de enero, como afirman los análisis del Cuerpo Médico Forense, o el sábado 17, como sostiene la querella que impulsa la ex esposa del fiscal, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado.
Fue tal el grado de contaminación en la escena del crimen, que tampoco se puede confiar en las pericias: cuando se descubrió el cuerpo más de 30 personas desfilaron por el departamento, entre ellos el ex secretario de Seguridad Sergio Berni, tras la tardía convocatoria a la madre del fiscal, Sara Garfunkel. Allí, sólo se encontró ADN de Nisman.
Una filmación de levantamiento de rastros fue editada al momento de llegar al arma: una pistola Bersa calibre 22 que curiosamente no dejó rastros de pólvora en las manos de Nisman, pese a que ese tipo de armas habitualmente lo deja.
El video muestra un pelo negro en el baño a centímetros del casquillo de bala pero esa prueba no se recolectó, con lo que se perdió para siempre la chance de saber si hubo otra persona en el baño, según sostienen los querellantes.
Tampoco había huellas en la casa o el arma de Diego Lagormasino, quien le prestó la pistola a Nisman y quedó en la mira del Gobierno y Arroyo Salgado. El técnico informático está imputado; nunca fue llamado a indagatoria.
Son algunas gotas en el mar de irregularidades que tuvo la investigación que encabezó la fiscal Viviana Fein, quien nunca firmó el prometido dictamen en donde se iba a pronunciar —después de las elecciones— sobre si la muerte de Nisman fue un asesinato, un suicidio o una muerte inducida.
Ahora, Fein perdió el control de la causa. Tras un enfrentamiento abierto con la querellante Arroyo Salgado, la jueza Fabiana Palmaghini resolvió en diciembre hacerse cargo de la investigación, algo que ya le habían pedido varias veces y se había negado.
La decisión de Palmaghini llegó justo cuando la querella impulsaba el pase al fuero federal del proceso, ya que la ex mujer de Nisman sostiene que al fiscal lo mataron por investigar la causa AMIA. 
La muerte de Nisman sucedió cuatro días después de que denunciara a la ex presidenta por "encubrir" a Irán en la responsabilidad del atentado que el 18 de julio de 1994 mató a 85 personas y dejó a una sociedad aterrorizada.
Para Nisman, el Memorándum con Irán, que el entonces canciller Héctor Timerman por orden de Cristina Fernández firmó con ese país, fue una forma de darles impunidad a los iraníes sospechados de haber organizado la masacre, para que quedaran exentos de las circulares rojas de Interpol y ambas naciones pudieran avanzar en una serie de negocios comerciales.
La jefa de Estado fue y vino con la caracterización de hecho, alternando entre hipótesis de suicidio y de asesinato. En silla de ruedas, vestida de blanco y por cadena nacional, apareció el 26 de enero de 2015 para decir que a Nisman lo habían matado para perjudicar a su gobierno, después de haber presentado una denuncia escrita por otros a los que supuestamente obedecía, y en medio de una campaña de desprestigio que incluyeron fotos del fiscal, cuanto menos, indecorosas para un funcionario.
Cristina descabezó la SIDE, creó la AFI y convirtió en archienemigo de la Argentina al espía Antonio "Jaime" Stiuso, quien había sido funcional al Gobierno durante la mayoría de los años kirchneristas.
Mientras, la denuncia de Nisman quedó en la nada: el juez Daniel Rafecas cerró la causa sin abrirla a investigación, tras considerar "alarmante" y "temeraria" acusación contra la jefa de Estado. La Sala I de la Cámara Federal —que en 2014 había considerado inconstitucional el Memorándum con Irán— ratificó ese fallo.
Un fiscal afín al kirchnerismo frustró nuevas apelaciones pero se activó un dominó interminable de jueces y fiscales colocados y removidos, buscando un fallo que legitimara el pacto con Irán impulsado por el kirchnerismo. Todo quedó en la nada cuando Mauricio Macri ganó la Presidencia y el Ministerio de Justicia presentó un escrito desestimando apelaciones, y dejando firme aquella inconstitucionalidad.
En medio de los avatares políticos, gran parte de la sociedad tiene la certeza de que a Nisman lo mataron, pero la Justicia argentina sigue retorciéndose en sus dudas.

 


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