El salón de la asociación “Lección de Vida” fue una fiesta. Este sábado, alrededor de cuarenta mamás, que asisten frecuentemente a los talleres y al merendero, dejaron a sus nenes con la familia por unas horas y sólo se dedicaron a celebrar y divertirse entre ellas. Hubo juegos de destreza con premios para las ganadoras y después brindis con empanadas, pizzas y pastafrola caseras, que prepararon en el taller de pastelería. “Es un momento especial en el que recordamos nuestros tiempos de niñas”, sostuvo Nancy Morales, una de las fundadoras de la institución.
Hace veinte años, desde el primer año que nació la asociación, que llevan adelante el festejo en la sede de Juan W. Gez 484. “Le borramos la tristeza por unas horas, las acompañamos, hay quienes necesitan un beso, una mirada, un te quiero, las incentivamos a que ellas hagan lo mismo con sus niños, aquello que no tuvieron que sí lo brinden a sus hijos. Nos pasamos la vida buscando el amor y ese amor parte de mamá, es lo principal. Samos vueltas pero siempre volvemos a mamá”, reflexionó Nancy.
La cita fue a las 16 y la consigna era ir bien cómoda, con zapatillas y ropa amplia como para jugar sin parar. Hasta allí llegaron mujeres de varios sectores de la ciudad: del barrio Villa Rafaela, San José, Güemes, Las Mirandas, Jardín del Sur, entre otros. Antes de arrancar con la diversión, recordaron a quienes ya no están o a las que la pasan mal y sufren mucho. Luego, con una sonrisa, subieron la música y se pusieron a bailar para sacudir los dolores.
La mejor parte fueron los juegos que pusieron a prueba el ingenio y las habilidades físicas de cada una, y los que cosecharon la mayoría de las carcajadas. El entretenido programa incluyó la carrera en el túnel, la alfombra mágica (en la que se arrastran sin la ayuda de las manos sobre un pulóver), juntar pelotas de colores, maquillar a otra dama con los ojos vendados, buscar caramelos en harina, el clásico de reventar globos con la cola y uno bien osado con pantalones de talles súper grandes donde dos de las más delgadas se metan dentro de cada pierna y corran carreras. “Terminamos exhaustas”, contó Nancy, entre risas.
Por semejante esfuerzo, las mamás ganadoras recibieron regalos hechos por ellas mismas: remeras (que fueron donadas y las lavaron y perfumaron), agarraderas hechas con retazos, carteras tejidas a mano y otras cosas más que reciclaron en los talleres.
Para comer, hubo preparaciones que las mismas mamás cocinaron en el taller de pastelería y panadería, que dictan los martes.
Además, hicieron flores con bolsas de residuos y plástico reciclado que llevarán hoy al cementerio para poder dejarle a los familiares fallecidos.
“Sólo tenemos la satisfacción de ayudar al otro, de que el mundo sea un poco mejor, de preparar el futuro de los hijos y nietos, cuidar y respetar el medio ambiente. Estos veinte años veo que han sido muy positivos”, aseguró Nancy con una sonrisa.
La asociación busca que cada uno de los que concurren aprenda algo. Por eso, también les enseñan tapicería y cestería. Los más chicos cuentan con clases de apoyo escolar de lunes a viernes y un taller de folclore.
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