Las ganas contenidas se dispersaron con ritmos varios en la explanada del Monumento al Pueblo Puntano de la Independencia donde se llevó a cabo la Master Class de Zumba solidaria. Al frente de la organización estuvo Valeria Fornabay y sus amigas instructoras.
En la previa, sonaban canciones que ponían en ritmo a los recién llegados, y las y los que no bailaron enfocaron sus rostros al sol y aprovecharon los últimos y sensibles rayos del atardecer para tomar color.
La megaclase al aire libre dio comienzo con los profesores en escena, todos dictan clases que tienen validez tutorial porque son miembros ZIN (Zumba Instructor Network), y junto a Fornabay estuvieron los instructores Morena Mulhall, Valentina Carranza, María Luz Sosa, Cynthia Ludueña, ((Inés Palacios)) y Emanuel Ponticelli. Sin prisa pero sin pausa se sucedieron todas las profesoras, una canción para cada uno. Un merecido aplauso para los que bailaron, que se bancaron la sesión entera.
Cómplice con sus alumnas, Vale apeló a su grito de guerra: “Vamos, ssheguas, a moverse”, y la que combinó las risas con sus pasos siguió con el ritmo, las descoordinadas miraron sorprendidas. Es que fue como una reunión de amigas, cuando Vale descubría que algunas de sus chicas no bailaba, salía de la formación y las llevaba al medio del grupo.
Decorado con mucho rojo y verde, los arreglos navideños eran la única pista de la fecha, por el resto, tanto el clima como la actitud en la pista eran las mismas, caliente y húmedo. Las ropas fueron de ocasión, calzas y shorts, remeras y musculosas, todo ajustado y en estridente flúo.
Los niños que no se prendieron a bailar, hicieron rancho aparte y jugaban a cualquier cosa que los divirtiera. Se logró uno de los objetivos, pasar una tarde agradable al aire libre, sin celulares ni aparatos tecnológicos que distrajeran. El otro fue colaborar de manera solidaria con algunos juguetes que se repartirán el día en que los Reyes Magos pasen por los hogares sanluiseños.
Las instructoras que dejaban el escenario, lejos de descansar se unían a la tropa dancera.
Reggaetón, latinos y hip hop, street pop, rumba y disco, cumbia retro, éxitos recientes y un cuartetazo que formó un alegre trencito. Como decía la canción: “Si estás bailando, no te detengas”. Los rezagados impuntuales se animaban al ver la algarabía y buena onda y se prendían sin dudar, mezclándose con los otros bailarines.
Un dispenser de agua natural calmó algunas necesidades. Los que quisieron evitar la fatiga la pasaron bien, como en un picnic, entre mates y gaseosas frescas, viendo el ejercicio desde lejos, por las dudas.
Un temita tranqui, “Marvin Gaye and get it on”, sirvió para estirar y no dejar los músculos duros. La seguridad ante todo. Todo pensado.
Con las pilas cargadas, y a pesar de que era el último tema, los presentes se subieron al escenario a terminar la pieza final, en una canción que sacudió los cimientos del monumento.
Al final todas se abrazaron, con la satisfacción de haber compartido una tarde agradable, liberaron energía, quemaron calorías y recuperaron el ánimo para empezar el finde navideño.
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