Crimen en Villa Mercedes: el joven salía de la casa de su tío cuando fue baleado

La tarde del sábado Alexis Ortiz había estado en lo de un tío. Seguramente le contó cómo pensaba pasar, en un par de horas, Nochebuena. Lo que le haya dicho no sucedió. Apenas se despidió de ese pariente se cruzó con sus verdugos: dos jóvenes que también se conducían en una moto y empezaron a seguirlo por las calles del barrio Villa Celestina. En el camino le dispararon. Uno de esos balazos lo alcanzó por la espalda y se cobró su vida un minuto después, a escasos metros de la casa de un hermano.

La bala ingresó por el costado derecho de la espalda, reveló la autopsia. Eso desencadenó un shock hipovolémico, es decir, una pérdida abundante de sangre.

Mientras los forenses practicaban ese estudio, los nombres de los dos presuntos asesinos saltaban a la luz: los hermanos Martín Lucero y Cristian Contrera. A los investigadores no les tomó mucho tiempo llegar a ellos. Dado que muchos vecinos alcanzaron a ver cómo Alexis huía de los disparos y a la vez identificaron a quienes los gatillaban, pues, en una época, los sospechosos fueron también vecinos del barrio.

La víctima tenía 24 años. Vivía de changas y con su padre, en Carlos Pellegrini al 60, detalló el oficial principal Germán Gómez, jefe de la división Homicidios. Los investigadores también estaban al tanto de que Ortiz cargaba con antecedentes penales, pero les resta establecer por qué clase de delitos.

Antes de morir había estado en lo de un tío, de apellido Lucero, que también vive en el Villa Celestina, pero sobre General Paz, detalló Gómez. Cerca de las 16:30 salió de lo de ese pariente, en su moto 110.

Apenas ganó la calle notó que no estaba solo. Detrás, lo seguían. Según los testigos, eran Contrera y Lucero. Los dos llevaban gorras con viseras, remeras y pantalones cortos. Y, al igual que la víctima, circulaban en una motocicleta negra.

En la persecución, uno de ellos sacó un arma y empezó a dispararle a Ortiz. Presumen que se trató de Lucero, puesto que Contrera conducía la moto.

Aunque, en un principio, la Policía informó que fueron varios los balazos, eso aún no está determinado, aclaró Gómez. “Sólo podemos decir que solo uno impactó en el cuerpo de la víctima”, señaló.

Ese tiro lo alcanzó a cuatro cuadras y media de la casa de su tío. Pero Ortiz no se desplomó de inmediato. Con el último hilo de vida que le quedaba condujo una cuadra más. En 9 de Julio y Olagaray la vitalidad lo abandonó.

La motocicleta se le fue de las manos. “El rodado impactó contra el cordón de la cuneta y ahí (el joven) se quiso desvanecer. Consiguió hacer pie, pero se derrumbó”, dijo. Murió sobre la vereda noroeste de esa esquina.

Cuando los policías llegaron hasta ese cruce, los testigos, entre ellos un pariente de Alexis, un remisero y alrededor de ocho vecinos, sólo repetían dos nombres, los de los sospechosos.

Los investigadores, entonces, no perdieron tiempo. Sabían que la dupla había enrumbado hacia Los Álamos e iniciaron una búsqueda por los alrededores.

A las 16:50 cayó el primero, Lucero. El joven de 21 años fue localizado por los efectivos del Comando Radioeléctrico, en Moreno y Europa. En cuanto advirtió la patrulla intentó escapar, pero a los pocos metros desistió de esa idea, pues iba a pie y se dio cuenta de que las posibilidades de escapar eran casi nulas.

“En la requisa no encontramos nada relacionado con el crimen, pero igual fue demorado”, comentó el jefe de Homicidios. Con el correr de las horas la sospecha sobre él  ganó peso, dijo el oficial principal.

Las pruebas que acentuaron esa presunción llegaron tres horas después, con el allanamiento de la vivienda de su hermano.

Con el aval de la jueza de instrucción Penal 3, Mirta Ucelay, los investigadores se dirigieron a la casa de calle 9 de Julio.

A Contrera, al parecer, le llamó la atención el despliegue policial que había fuera de su domicilio y salió a ver de qué se trataba. Cuando lo hizo, a la vista de su esposa Romina, fue aprehendido.

Por lo visto, acababa de bañarse y cambiarse de ropa.

En el baño de la vivienda, en una especie de vestidor, tapado por ropa y bolsas, hallaron una pistola calibre 22. Tenía tres o cuatro proyectiles, detalló la fuente.

De allí, también incautaron una Motomel 150 negra. Según trascendió, los testigos ya reconocieron la moto y la señalaron como la misma en la que andaban los asesinos de Ortiz.

Los investigadores no descartan que todo se haya tratado de un ajuste de cuentas. Según saben, entre los hermanos Lucero-Contrera y la víctima había bronca. La enemistad habría nacido hace casi dos años, cuando los tres vivían en el Villa Celestina y eran vecinos. Aunque no conste denuncia policial, algunos testigos afirmaron que, en una ocasión, hasta llegaron a enfrentarse con armas de fuego. A qué se debía esa rivalidad es algo que aún falta establecer.

Por lo pronto, la pistola, la remera de Ortiz, con el agujero del balazo que le perforó la espalda, y el proyectil que le extrajeron del cuerpo ya fueron enviados a San Luis. Allí serán examinados por el personal de Criminalística, para determinar, entre otras cosas, cuántos disparos se produjeron y el calibre de la bala. Al igual que las pruebas de rodizonato de sodio que hicieron en las manos de los sospechosos y las de la víctima, para hallar vestigios de pólvora que revelen quiénes accionaron un arma de fuego.

“Sólo nos falta ver qué dice el dermotest (prueba de rodizonato de sodio) para confirmar la posible autoría de los sospechosos. Pero me animo a decir que es un caso prácticamente resuelto”, comentó el jefe de Homicidios.