Alumnos de 9 escuelas rurales cumplieron su sueño: conocieron el mar

No hay que perder los sueños, porque si uno trabaja para concretarlos se cumplen”, aconsejó “Charly” Castro, un guía turístico que forma parte del grupo de amigos y docentes que organizaron un viaje a Mar del Plata para que cincuenta y un chicos que viven en los parajes de Cerrito Blanco, Las Lomitas, Santa Ana, Los Chañares, Bajo de Véliz, Los Lobos, Las Chilcas, Lafinur y Cañada La Negra conocieran el mar. Juntaron kilómetros y todo lo que pudieron reunir para darles el desayuno, la merienda, el almuerzo y la cena. 

Partieron desde la terminal de  Santa Rosa el lunes pasadas las 15 y llegaron ayer a la mañana. “Estamos terminando de bajar la mercadería y el equipaje del micro, recién llegamos. Viajamos rebien”, contó Castro.

Además de los alumnos fueron nueve maestros y cuatro personas más, que forman parte del grupo que trabaja en la campaña “Es tan fácil”. “Vinimos a ayudar, a preparar las comidas, a organizar las paradas en las estaciones de servicio y a coordinar. Es mucha la gente de Mar del Plata que también se sumó a ayudarnos. Tenemos la suerte de estar acompañados y acompañarlos a los chicos. Acá tenemos cuatro almuerzos y cenas; más las de la ruta. Eso es todo lo que recibimos de las donaciones. Lo que hacemos es ir a buscar las cosas, cocinar y darles a los chicos”, contó.

Castro dijo que quizá lo más difícil es distribuir a cada uno en su habitación. “Estamos alojados en un hostel que tiene un comedor, allí nos prestan la cocina para que preparemos la comida, el menú de hoy (por ayer) es fideos con tuco. Tenemos donaciones de pizzas y empanadas, hamburguesas y  pollo, entre otras cosas”.

El itinerario de actividades es divertido y agitado. Ayer para distenderse del viaje, lo primero que hicieron, para hacer tiempo hasta que estuviera el almuerzo, fue caminar hasta la playa La Perla, la que tenían más cerca. Allí se tomaron fotos, junto a los docentes que los acompañaron, mientras los coordinadores cocinaban.

Después tenían decidido merendar en la playa, unas horas más tarde planeaban volver al hotel para cambiarse, cenar e irse tranquilos a dormir.

Hoy arrancaban bien temprano con las actividades recreativas. Dentro de la planificación está la visita a un barco que se llama La Mora y recorre la costa de la ciudad feliz.

Para el jueves y viernes la grilla incluye pases libres para disfrutar de distintos paradores. “Allí podrán disfrutar de la pileta que tiene salida a la playa, porque a la tarde nos vamos a instalar ahí a merendar; y para el almuerzo tenemos previstas hamburguesas. Con la ayuda de un coordinador amigo conseguimos que los chicos hicieran un city tour de noche. Además la Casa de Folclore de Mar del Plata, nos invitó a una cena en la que habrá un show folclórico para los chicos, esto va a ser el viernes. Después de dejar el hostel el sábado, planeamos ir a San Clemente y a Mundo Marino, allí nos dieron las entradas gratuitas. Después comeremos unas pizzas y nos volvemos a Santa Rosa. Es mucha gente la que se va sumando con lo que puede. No pagan nada los niños, gracias a la solidaridad de muchas personas”, especificó y agregó que a veces es difícil conseguir entradas gratis, “pero si nos cobran la mitad por ahí llegamos”.

A simple vista los viajeros no tendrán tiempo para aburrirse o extrañar.

“Estamos muy agradecidos con todos los que aportaron kilómetros y comida. Estoy convencido de que aunando corazones no hay nada que sea imposible”, expresó emocionado y siguió: “Que a un puñadito de chicos que viven en parajes rurales tan lejanos al mar se les dé la oportunidad de viajar es increíble. Esto les da una visión distinta de su cultura, de la vida y de las cosas. También les ayuda a dimensionar las distancias y aprenden a valorar el lugar en el que viven. Uno no sabe lo que le puede generar a un chiquito que se encuentra por primera vez con esta gran cantidad de agua, de arena y de aire, entre otras cosas que todavía no vislumbran”.  

Castro contó que mucha gente les pregunta cómo hacen para costear los viajes sin contar con un subsidio o con el sustento legal que podría proporcionarles la creación de una fundación. “Este año nos costó 85 mil pesos solamente el colectivo. En un mes y medio conseguimos la plata y logramos juntar todo, no sabíamos si íbamos a poder venir hasta Mar del Plata. Nosotros entendemos que si se puede soñar y poner toda la fuerza que tenés para lograrlo. Al final siento eso, termino creyendo que cuando uno sueña y trabaja para lograrlo, lo cumple. Por eso no hay que perder nunca los sueños”, afirmó el guía turístico que hace 15 años, cuando vacacionaba en Merlo se enamoró de la localidad y decidió quedarse a vivir allí.  Injustamente no aparecen en las fotos todas las personas que ayudaron a los 51 chicos a cumplir su sueño, “pero estoy seguro de que con sólo ver que lo lograron y que están felices se les llena el corazón, por eso a todos los que nos ayudaron les agradecemos por su aporte”, concluyó.