SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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“Los sirios no vienen a quitarle ni la casa ni el trabajo a nadie”

Por redacción
| 12 de febrero de 2017
La única que reside en Candelaria. Ana heredó la casa de sus abuelos, cada año batalla contra la humedad porque quiere conservarla tal como la construyeron.

El movimiento migratorio en el mundo ya no puede circunscribirse a una sola época o a una sola causa, ya que todos los días cientos y miles de personas deciden dejar su país para vivir en otro. “En San Luis reside gente de España, de Italia, de Brasil, de Estados Unidos, de Suiza, de China y de Bolivia, sólo por nombrar algunos países. No es ni será la primera vez que sucede esto. Considero que la decisión de que los sirios vengan a vivir a la provincia no fue al azar y que es un gesto humanitario admirable”, dijo la intendenta de Candelaria, Ana Dolly Glellel, y agregó que sus abuelos llegaron desde el país en guerra hace “no más de cien años y se enamoraron de mi pueblo, por eso se quedaron acá”.

 


Cualquiera que ponga la palabra “Siria” en el buscador de Google, lo que menos encontrará serán paisajes para disfrutar en familia, sino todo lo contrario: ciudades devastadas, pilas de escombros, incendios y pequeños llorando o llenos de sangre, entre muchas otras imágenes dolorosas que implican una guerra.

 


“En ese contexto llegaron mis abuelos a Candelaria. Mis recuerdos de niña incluyen  a mis abuelos en un momento en el que ya eran mayores, vinieron a Argentina en circunstancias muy parecidas a las que arribó la pareja de Lana y Majd. Ellos también vinieron escapando de la guerra, de un lugar en el que se sentían amenazados permanentemente y en el que sufrían mucho”, dijo la jefa comunal.

 


Ana se acuerda que su abuela, Rosa Matea Gatica, le explicó, hace muchos años, cómo fue el desembarco en Argentina. “Jorge Glellel era mi abuelo y llegó junto a su hermano Abraham. Eligieron este lugar porque en ese entonces todo era parecido a la tierra que soñaban. Eran grandes comerciantes y comenzaron a trabajar en agricultura y ganadería. Lo que ganaban les permitió poder comunicarse con el resto de la familia, porque querían traérselos”.

 


Antes de continuar con el relato, la intendenta borró su sonrisa por un rato. “En el primer viaje vendría el padre de mi abuelo, se llamaba José, y la madre, Naza Asis; más la esposa de su hermano, Salma Amut. Estaban en San Pablo muy contentos por haber escapado de esa zona tan conflictiva, pero mucho más por saber que pronto se iba a reencontrar con sus hijos. Dicen que esa mañana en la que saldrían hacia Argentina él se estaba afeitando y de tanta emoción le dio un infarto y falleció. Así que no pudo llegar a reencontrarse con sus hijos”, afirmó y siguió: “Con ellos venía una hermana de mi abuelo, Marian, ella tenía un problema en los lagrimales, y antes, aunque creo que también ahora, eran muy estrictos en cuanto a la salud de quienes ingresaban a un país. No los dejaron continuar el viaje y tuvieron que volverse, solo por eso”.

 


Sus abuelos tuvieron nueve hijos: Nelly Ruth; Juan Ibar; José Ignacio; Edgar Alberto (su papá); Hugo; Jorge; Alba Dolly; Lila y Olga. 

 


"Tengo fotos, por supuesto que en blanco y negro. Era una gran familia y estaban acostumbrados a estar juntos, éramos y somos muy unidos. Siempre recordamos con mis primos los momentos que pasamos; tenemos muchos recuerdos y anécdotas. Nuestros abuelos nos enseñaron eso, a estar unidos, justamente porque a ellos se les truncó ese sueño, de estar todos acá reunidos”.

 


Sus ojos se entristecen por momentos, pero la sonrisa gana y continúa la historia, con ese acento encantador que caracteriza a quienes viven en el interior de la provincia. “Al principio comercializaban leña, madera y carbón, tenían mucha habilidad. Después compraron sus tierras y comenzaron a cultivarlas y a tener su ganado, de a poco salieron adelante. Actualmente yo vivo en la casa que mis abuelos construyeron. Es muy bella, he tratado de mantenerla con el mismo estilo que le dejaron. Allí nos reunimos todos y compartimos”, dijo y afirmó que es la única nieta que se quedó en Candelaria, el resto está repartido en diferentes provincias.

 


“Supe que mi abuelo era muy solidario, mi abuela Rosa tuvo mucho que ver en eso. Todos fuimos aprendiendo. Mi tío Jorge fue el diputado más joven del país. Además de llenarme de orgullo, considero que aprendí bastante de él. No me olvido nunca más de tanto escucharla y me quedó para siempre grabada la marcha peronista”, recordó entre risas y siguió: “Allá (en Siria) sé que quedó la familia de Marian, es difícil contactarse. Pero estamos trabajando para generar algún encuentro. Supe que una prima viajó y que uno de los hijos de ella es sacerdote. Estoy en eso, lleva mucho tiempo lograrlo, sobre todo porque ella se casó e incorporó otro apellido, entonces a la embajada le cuesta rastrearla. He involucrado a toda la familia en esto. Ojalá pueda reunirme con alguno de mis parientes para ayudarlos sobre todo. A ellos o a cualquiera que lo necesite”.

 


Ana expresó que son muchas las razones que le tocan el corazón al hablar de su descendencia por eso recomienda adoptar una actitud solidaria. “No se puede permitir que alguien juzgue a estas personas, somos todos parte de la inmigración. Mi abuelo materno llegó a la Argentina refugiándose de la guerra de Yugoslavia, arribó con varios vecinos que se instalaron en Quines, en Luján. Era una situación similar a ésta. Mi papá de origen sirio, mi mamá de origen yugoslavo, cada uno con su impronta fueron recibidos en dos pueblos vecinos. Ésta es una buena oportunidad para madurar, a través de este tipo de gestos tan generosos”.

 


La intendenta de Candelaria aseveró que estuvo de acuerdo con la iniciativa del gobierno provincial desde el principio. “Muchas veces la crítica de algunos grupos apunta a las cosas que podríamos haber hecho, o que tendríamos que hacer. Considero que éste es un gesto humanitario digno de imitar. Hay muchas cosas que mejorar, pero esto de salvar una vida y de poder darle a alguien la oportunidad de crecer, es grandioso. Estoy segura de que no serán una carga y no vienen a quitarnos nada, al contrario mis abuelos llegaron y trabajaron como cualquiera de nosotros”.

 


A principios de febrero cuarenta y nueve localidades de la provincia firmaron un convenio de cooperación con el Comité de Refugiados, las intendencias se incorporaron como adherentes activos para acoger a refugiados en todo el territorio provincial, entre ellos estuvo Ana.

 


“Ojalá que se sumen más municipios, y también es necesario que proporcionen información de por qué se hace esto. Hay que ayudar al prójimo, si no lo hago es un mal ejemplo el que le doy a mi pueblo. Tenemos que demostrar que somos solidarios. Si hay un grupo que diga o haga lo contrario, no hay que confrontar, ellos solos se darán cuenta de que no es tanto como ellos piensan”, aseguró y agregó: “Los sirios no vienen a quitarle la casa, ni el trabajo a nadie. A través del ejemplo quedará demostrado que no es así. Ojalá que todos se sumen a esta iniciativa. No hay un trasfondo en todo esto, la cuestión es simple: es ayudarle a un ser humano a tener una vida diferente, a poder formar una familia, a trabajar para hacer aportes a la comunidad, la misma oportunidad que han tenido todos los que arribaron en cualquier momento histórico a vivir a nuestro país”, afirmó.

 


La intendenta no se siente sola en esta tarea, sabe que el Papa valora los gestos humanitarios y siente que en diferentes rincones de la provincia hay muchos “paisanos sirios” dispuestos a ayudar. “Algunos tienen historias más lindas, otros más tristes, pero la oportunidad de darles asilo es incuestionable. Un ser humano no puede negar la posibilidad de refugiar a otro ser humano. Yo creo que otros gobernadores van a mirar con buenos ojos esta iniciativa”, dijo.

 


Ana explicó que prepararán los espacios en los que se hospedarán en “función a la cantidad, a los grupos familiares, de acuerdo a la situación de cada uno, y a lo que sepan hacer. De a poco se irán integrando a la sociedad. Todo se hará con amor, estamos trabajando en varios proyectos en el pueblo. Con respecto a la escuela y al idioma, entre muchas otras cosas, estoy segura de que va a costar, como todo, pero sé que podrán salir adelante. Como mis abuelos lo hicieron antes. A ellos nadie les enseñó el idioma, sin embargo se comunicaron, trabajaron y tuvieron una gran familia”, concluyó con firmeza.

 


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