SAN LUIS - Martes 14 de Mayo de 2024

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Desapareció una moto de un playón de Tránsito municipal

Por redacción
| 03 de febrero de 2017
El título. Los documentos de la Yamaha son lo único que le quedó del vehículo a Gustavo Pascualli. Foto: Martín Gómez.

“Es muy loco que le haya pagado a la Municipalidad la multa que me cobró, ni siquiera hice un descargo para que me hicieran una rebaja, y que no me devuelvan la moto porque no está, desapareció del corralón”, dice Gustavo Andrés Pascualli y se ríe. No de felicidad, sino de perplejidad y bronca.

 


Le secuestraron su Yamaha YBR 125 azul, patente HKU 394, un día que lo sorprendieron manejando sin carnet. Cuando la fue a retirar, descubrió que no está en el playón municipal.

 


“Es así, la moto no está. Están los comprobantes de que el vehículo llegó ahí, al depósito municipal, pero no está. Es la primera vez que nos pasa, es raro, atípico”, le dijo a El Diario el secretario de Seguridad de la Municipalidad de San Luis, José Antonio Pereyra.

 


Ya rodó una cabeza por el escándalo. El director de Tránsito y Vía Pública del Municipio, Leandro Lucero, presentó su renuncia al cargo, “porque entiende que ante este hecho debe hacerlo, debido a su responsabilidad funcional”, informó Pereyra ayer. Hasta anoche no había trascendido si el intendente, Enrique Ponce, aceptaría la dimisión. Aunque parecía lo más probable.

 


Gustavo Pascualli cuenta que sus pesares empezaron el 27 de noviembre del año pasado. Dice que ese día perdió la billetera con documentos, entre ellos, la licencia de conducir.

 


Dos días después, el 29 a la tarde, iba en la moto, modelo 2012, que había comprado hace dos años, a una concesionaria Yamaha para que le hicieran el service. Lo sorprendió un control municipal de tránsito y le hicieron una multa por manejar sin carnet. El inspector, de apellido Falasca, le dijo que debía retenerle el vehículo. Y por más que él insistió y ofreció que fuera su hermano a llevarse la moto, se la dejaron secuestrada.

 


Pascualli tenía domicilio en Quines. Para hacer el DNI nuevo y la nueva licencia de conducir tuvo que hacer el cambio de domicilio. Eso, sumado a los recesos de fin de año y las licencias en los organismos públicos, demoró su presentación en el Juzgado de Faltas de San Luis.

 


“Una vez que tuve todo, me presenté el viernes pasado a pagar la multa. Me preguntaron si iba a hacer descargo, para ver si me hacían una rebaja. En ese caso tenía que esperar hasta el 6 de febrero, el lunes que viene, para hacerlo. Yo necesito la moto para trabajar, así que pregunté de cuánto era la multa, me dijeron que de mil doscientos pesos. Entonces dije bueno, la pago, quiero la moto”, contó Gustavo.

 


Fueron a hacerle la boleta “y no pudieron porque no tenían sistema”. “Volví el lunes, tampoco me la pudieron hacer por el mismo problema. Me presenté el martes, me hicieron la boleta, pagué los mil doscientos y me hicieron el acta de liberación”, contó. Pensó que por fin se iba a reencontrar con su Yamaha.

 


Fue al playón de la calle Pringles 358, casi Ituzaingó. “En el libro del corralón de la Pringles está asentado que la moto entró el 29 de noviembre a las siete y media u ocho de la noche al playón”, acota el dueño.

 


Le dijeron que tenía que abonar la estadía del rodado. Preguntó de cuánto era y le indicaron ir a una oficina municipal de Ayacucho y Caseros, donde habló con Leandro Lucero. El funcionario accedió a no cobrarle ese ítem, aseguró Pascualli.

 



¡Oh!, sorpresa

 


De vuelta en la oficina de la calle Pringles, una empleada que le hizo el acta de restitución le indicó que firmara. El joven no menciona haber tenido un presentimiento o algo por el estilo, pero tuvo una precaución: “Le digo ‘no te voy a firmar conforme porque todavía no la veo a la moto’. ‘Dale’, me dice. Fuimos al playón. A unos treinta metros de la oficina para el fondo, hay una reja cerrada con llave, pero el candado estaba abierto. La buscamos entre cien motos”. Su YBR 125 azul no estaba.

 


Un rato después, ya eran siete las personas que repasaban una y otra vez el depósito. En alrededor de un centenar de vehículos de diferentes marcas, colores, tamaños y formas, “había una sola Yamaha toda desarmada”, recuerda.

 


El encargado del playón, Jorge Lucero, convocó al inspector Falasca, el que había secuestrado el rodado. Ese empleado dijo que estaba “cerca del portón, junto a un Renault 12”. Otros inspectores que se sumaron a la búsqueda también recordaron haberla visto justo en ese lugar y hasta ponderaron lo bien cuidada que se veía la Yamaha azul. Pero no hubo caso. Había “desaparecido”.

 


El director de Tránsito, Lucero, también se presentó. Le pidió a Pascualli que hiciera la denuncia en la Policía o, si quería, le diera tiempo hasta el miércoles al mediodía, a ver si la ubicaban. “Como me había atendido bien, le dije ‘te espero”, cuenta el denunciante.

 


Anteayer, cuando lo llamó, el funcionario le contestó que hiciera lo que tenía que hacer, “porque la Municipalidad todavía no ha implementado el método de tortura, para obligar a los empleados a decir quién fue” el que la robó, contó Pascualli.

 


El dueño de la moto se reunió ayer con el secretario de Seguridad. “Pereyra me atendió muy bien, pero no me dio ninguna solución. Me dijo que la moto tiene que aparecer, que así le hayan cambiado los plásticos, tiene que aparecer. Pero yo la quiero como estaba. Tiene un par de llantas que valen siete mil pesos cada una, más o menos. Tiene una alarma que vale 2.500 mangos. Tiene un xenón que vale 2 lucas, y un montón de chiches. Quiero que me la devuelvan tal cual me la secuestraron. O que me la paguen. Vale cuarenta mil pesos”, afirmó.

 


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