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Femicidio de Tamara Olguín: “Murió por amor”, aseguró la abuela de la chica asesinada

Por redacción
| 26 de marzo de 2017
En silencio. El jueves, a las 18, la familia de Tamara Olguín marchó para pedir justicia por la chica.

Tamara Ayelén Olguín decía que estaba enamorada. Para ella, Kevin Samuel Avallay no era sólo el padre del hijo que esperaba, era, además, el amor de su vida. Le decía a su madre que la tenía sin cuidado que le gustara o no su novio, ella iba a estar con él como diera lugar. “Ella lo amaba”, dice Patricia, la madre de la joven, y repiensa su respuesta. “Pero no sé si era tan así o si estaba con él por miedo, porque la manipulaba”, se corrige. Más que enamorada, la adolescente se veía absorbida, por el chico que la tarde del lunes la mató de un balazo en la cabeza, y con ello también se llevó la vida de la criatura de cuatro meses que llevaba en el vientre.

 


El jueves, antes de salir a las calles de Villa Mercedes, de marchar dieciséis cuadras desde plaza San Martín hasta plaza Pedernera, para pedir justicia por los homicidios de su nieta y su bisnieto, Carmen, la abuela de la chica de 16 años, se contactó por teléfono con El Diario para aclarar algunas cosas que han escuchado sobre la adolescente, desde el día del crimen, y hacen más profunda la herida de la familia.

 


Veinte minutos después este medio se reunió con la mujer, en la casa de su hija, en el barrio Independencia. De entrada, Carmen aclaró que Patricia permanecería a su lado durante la entrevista, pero lo haría callada. No estaba en condiciones de hablar. Recién la mañana del miércoles, cuando regresó de sepultar a Tamara en el parque privado de La Paz, los calmantes lograron hacer efecto en su organismo y, desde entonces, había estado en cama.

 


“Yo le he dicho a ella que haga oído sordo a todo, porque si sigue escuchando lo que dicen por ahí se va a volver loca (…) Ahora todos salen y dicen que el novio de mi nieta era esto, era aquello. Pero por qué no hablaron antes o no advirtieron nada”, remarcó.

 


Su luz se apagó

 


Carmen dijo que no conoce al detalle la relación que Tamara llevaba con el imputado, pues ella vive en la localidad cordobesa de Río III. Pero, aún con la distancia de por medio, percibió que desde que su nieta estaba de novia con Avallay, su forma de ser dio un giro.

 


“Ella era una morocha divina, que enfrentaba la vida. Era una morocha que sé que si hubiera seguido con el pibe este o no, hubiera salido adelante con su hijo igual”, rescató.

 


Contó que cuando se enteraron de que había quedado embarazada, la apoyaron. El año pasado cursó tercer año del secundario en la escuela de su barrio. Iba a la mañana. Pero, pese al embarazo, no quería dejar de estudiar. Por eso le había dicho a su familia que este año continuaría, pero en el turno noche, y su madre prometió ayudarla con la inscripción.

 


Patricia, quien se había mantenido en silencio hasta entonces, habló. “Yo la llamé el lunes (el día que fue asesinada) temprano. Le dije ‘Tamara, venite a casa’. ‘No, sí, mami, voy a ir, pero primero tengo que hacer unos trámites (para conseguir la Asignación Universal por hijo) con el Kevin. Voy a ir, porque quiero que me acompañes a la escuela’. Ella quería que la llevara a firmar los papeles, porque era menor”, dijo. Entre el lunes y el martes de esa semana tenía pensado empezar las clases.

 


La madre le pedía que se volviera de la casa de su novio, en Comandante Videla 1622. Estaba ahí desde el jueves 16. Se había ido porque Patricia había viajado a Córdoba, para comenzar un tratamiento para operarse la vesícula. “Mi hija se fue a lo del chico, pero era como que iba a pasear esa tarde y pegaba la vuelta el mismo día. Pero fue y se quedó allá”, contó. “Mami, me quiero quedar con el Kevin hasta que vos volvás”, le avisó.

 


“Tamara nunca se quedaba a dormir en lo del novio. Iba sí, en el día, a pasar la tarde, o se iba al mediodía, pero a la noche la traían”, aclaró su abuela. Avallay tampoco se quedaba en lo de la joven. “No es que acá no se lo aceptaba, como dicen, es que él no se daba mucho con nosotros”, puntualizó la abuela.  Dice que cuando iba a buscar o a llevar a la chica siempre la esperaba en la calle, nunca entraba a la vivienda.

 


“Pero si uno le decía algo de él, ella ahí nomas lo defendía. ‘Vos decís eso porque no lo querés’, te contestaba. ‘Mami, a vos te guste o no el Kevin, voy a estar con él, porque es el hombre que yo amo’, así me decía. Y yo, muchas veces, para no ponerme a mi hija en contra y evitar que se escapara de la casa, se lo permitía. Se lo permití y él igual me la devolvió en un cajón…”, recordó la mujer con la voz desganada.

 


Cuando le preguntaban cómo era el chico con ella, la adolescente siempre respondía que era bueno. “Yo no sé cómo era su relación, pero mi nieta no era la misma desde que estaban juntos”, manifestó Carmen. Tamara era una adolescente llena de luz, pero la última vez que la vio la notó muy apagada.

 


“Tami era de reírse, hablar y bailar como una nena de su edad. Pero cuando fue a visitarme a Córdoba, el 24 de enero, para mi cumpleaños, la vi muy pensativa. Estaba callada”, precisó. De hecho, un mes antes, también había ido a ver a su abuela. Le dio la noticia de que estaba embarazada y le preguntó: “¿Abuela, me puedo quedar a vivir con vos?”.

 


“Sí, gorda, quedate, sos una compañía para mí”, le respondió Carmen. Pero tres días después sus planes cambiaron. Esa tarde, sentadas en el garaje de su casa, tomando mates, le avisó que no se quedaría a vivir en Río III. La mujer le preguntó por qué y ella le dijo: “No me quedo porque recibí un mensaje de mi novio. Me dijo que las cosas van a cambiar… Me va a hacer una casita para vivir juntos, con nuestro hijo”.

 


En la última visita, Carmen notó que la menor tenía un moretón en su brazo derecho, debajo de la axila. “Me dijo que se lo había hecho con la ventana. Después le volví a preguntar, porque con una ventana no te podés golpear en esa parte del cuerpo, y me dijo que se lo había hecho jugando con su novio. Le dije: ‘Nena, juegos de manos entre ustedes no. Respétense’”, narró.

 


“A lo mejor muchas cosas pasaron entre los dos y ella no nos comentó. A lo mejor mi nieta cambió muchas cosas de ella que a él no le gustaban. Pero no sé, ella se veía feliz. Estaba chocha con su bebé, con su novio. Murió por amor… Ella lo amó mucho”, reflexionó.

 


Ni siquiera a sus amigas les contaba sobre Avallay, dijeron. De hecho, desde que estaba en pareja, se había alejado de sus amigos. “Kevin era muy celoso. Los dos eran así, pero él no la dejaba tener celular. Por eso ella no usaba teléfono cuando estaba en su casa, para que él no la viera. Se metía en su Facebook, escribía por ella y le borró un montón de contactos”, remarcó la madre.

 


A veces hasta a Patricia se le dificultaba hablar tranquila por celular con su hija. “Él siempre se metía en las conversaciones. ‘Decile que estás bien. Decile que está todo bien’, se escuchaba que le decía al lado”, rememoró.

 


“Yo no le creo”

 


Ni la madre ni la abuela se arriesgan a decir que el imputado era violento con la adolescente. Tampoco se animan a señalar lo que pudo haber sucedido en el dormitorio del chico, la tarde del lunes. “Ése es un secreto que ella se llevó a la tumba”, coinciden. Asimismo a ninguna la convence la versión que Avallay declaró ante el juez Leandro Estrada. Según él, mató a su novia en un accidente. “Se me escapó un disparo cuando trataba de sacar las balas del revólver”, le aseguró.

 


“Yo no le creo”, dijo a secas Patricia. “¿Tan exacto va a ser el disparo que se te escapó y fue directo a la frente? No, yo tampoco le creo”, opinó Carmen.

 


La madre también está dolida con la familia del acusado. “No los culpo por lo que pasó, porque eso fue entre mi hija y su novio, pero nunca se acercaron a preguntar cómo estábamos”, recordó. Pero lo que más le molesta es cómo reaccionaron cuando Tamara aún luchaba por su vida. “La subieron a una ambulancia y nadie la acompañó. La abandonaron como a un perro. Cuando me enteré y llegué al hospital después, mi hija estaba sola, no había nadie al lado de ella”, recordó con la voz endurecida.

 


“Así haya sido un accidente, él mató a dos personas, a mi nieta y a mi bisnieto y tiene que pagar por eso. Lo único que queremos es que Tami descanse y que él pague como tiene que ser, en la cárcel”, subrayó Carmen. 

 


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