Un estafador se hizo pasar por el hijo de una jubilada para sacarle dinero

El celular de Ramona Mirta Fernández sonó. Atendió. “Soy tu hijo, Walter”, le habría dicho la otra persona, y la mujer no requirió mayores presentaciones para entrar en confianza. Pero su hijo no tenía tiempo para hablar. Estaba apurado. Necesitaba dinero. Según él, estaba enfermo. La anciana no lo puso en dudas y le preguntó cuánto precisaba. Al principio, sólo era para recargar crédito en algunas líneas de celulares. Ramona le hizo ese favor. Pero, a los pocos minutos, el joven le dijo que su supuesto cuadro clínico se había agravado y necesitaba efectivo para pagar una operación de último momento que tenían que hacerle. Un minuto antes de recibir la plata que un banco de Justo Daract estaba a punto de prestarle para responder a ese último pedido, por primera vez, desde que había recibido el llamado, la jubilada puso en duda a ese tal Walter. Se preguntó si ése realmente era su hijo y si estaba enfermo como decía. Una breve comunicación telefónica con su otra hija le confirmó lo que empezaba a sospechar. Su hijo, en realidad, no estaba enfermo, ni precisaba dinero. La habían estafado.

La llamaron alrededor de las 11:30, cuando ella estaba trabajando, les dijo la anciana de 71 años a los policías de la Comisaría 18ª.  El llamado provenía de un número privado.

Pensó que el que llamaba era Walter Saúl Fredes, su hijo que vive en Mendoza. “El hombre le preguntó si tenía dinero porque necesitaba una carga virtual para su celular”, informó Walter Ortiz, jefe de la seccional actuante. Le aseguró que estaba muy enfermo y que lo estaban por trasladar en una ambulancia.

La jubilada le dijo cuánto dinero tenía a mano. Y el estafador le pasó los cinco números de celulares a  los que precisaba cargarles crédito. La mujer le recargó a cada línea 200 pesos, señaló Ortiz.

Al cabo de unos minutos, su supuesto hijo volvió a llamarla. Como la primera vez, no anduvo con rodeos. Le pidió efectivo porque lo iban “a operar de urgencia”, detalló la oficial Anahí Becerra, de Relaciones Policiales. La cifra que le requirió no trascendió, pero Ramona no contaba con ella.

Preocupada, la mujer cortó la llamada y fue hasta el banco Supervielle. Habló con uno de los empleados del área de comercio, para pedir un préstamo personal.

Mientras esperaba que el bancario le entregara la plata, su supuesto hijo volvió a llamarla. Le preguntó si ya había conseguido el dinero y ella le contestó que sí, pero le faltaba sólo un trámite para completar la entrega. El tal Walter le solicitó entonces que, una vez que se lo entregaran, fuera hasta la terminal de ómnibus. Allí un hombre la estaría esperando, para recibir el efectivo.

Ese último pedido del hombre no le dio buena espina. Sólo para confirmar se comunicó con su hija, que también vive en Mendoza, y después llamó al número que tiene agendado de su hijo. Él le ratificó lo que ya le había dicho su hermana: estaba bien de salud.

Durante la semana, la Policía le pidió a la comunidad que sea cuidadosa cuando recibe una llamada de un número desconocido y que no brinde datos personales.