En 20 años, el consumo de frutas en el país se redujo a la mitad

El Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) analizó los datos que realizó la "Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares" (ENGHo). El estudio se centró en los cambios de patrón del consumo de alimentos y nutrientes entre los años 1966-2013. Los autores analizaron los periodos 1996-1997, 2004-2005 y 2012-2013, lo que permitió establecer tendencias en el tiempo. Los datos públicos, corresponden a todo el país. Son registros de la compra semanal de las familias, reunidos por el Indec.

Según el presidente de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición, Juan Ángel Rivera Dommarco, los resultados mostraron el desplazamiento de la dieta tradicional, basada en alimentos frescos o mínimamente procesados, preparados en el hogar, por una dieta basada cada vez más en alimentos ultraprocesados. Esto se traduce en un deterioro en la calidad de la dieta (fibra, grasas saturadas, vitamina A y vitamina C), con algunas excepciones (grasas trans, sodio y hierro). Sorprende el elevado consumo de azúcares libres, el cual rebasa el límite establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y su aumento a lo largo del tiempo.

La encuesta mostró que en Argentina el consumo aparente de alimentos y bebidas se ha modificado en las dos últimas décadas, destacándose la disminución en el consumo de frutas y vegetales, harina de trigo, legumbres, carne vacuna y leche; y el aumento en el consumo de masas de tartas y empanadas, carne porcina, productos cárnicos semielaborados, yogur, gaseosas, jugos y comidas listas para consumir. Ese cambio, se refleja en modificaciones en la ingesta de nutrientes críticos como grasas saturadas, trans, sodio, azúcares, fibra, vitamina A y C.

Cifras que preocupan

Entre 1997 y 2013 el consumo de frutas se redujo casi a la mitad (de 155 gramos a 92 gramos por día). En ese lapso se duplicó el consumo de gaseosas (de medio a un vaso por día; en los hogares de menores ingresos se cuadruplicó. Lo mismo sucede con los jugos. También se cuadruplicó la compra de comidas listas para consumir (pizzas, empanadas, sándwiches, tartas).

Además, se triplicó la presencia en la dieta de carnes semielaboradas, como milanesas y hamburguesas. Se come menos pan, pero más galletitas y amasados de pastelería.

La ingesta de azúcares libres es mayor a la recomendada (10% de la energía) y aumentó mayormente por el hábito de tomar jugos y gaseosas.

Según los especialistas, si se compara la mesa local con lo sugerido por el sistema sanitario, se advierte que ésta es pobre en variedad: menos de 10 alimentos aportan la mitad de las calorías diarias (panes, aceite de girasol, carne vacuna, azúcar, fideos, arroz, harina de trigo, galletitas dulces y gaseosas). Por otro lado, los argentinos sólo comen la mitad de los vegetales recomendados por la OMS (400 gramos diarios), y esto ocurre en los hogares de menores y en los de mayores ingresos.

La ENGHo, para evaluar el consumo aparente de alimentos de su población, se realiza en otros países como Chile, Uruguay, Brasil, Ecuador, México y España.

Nina Alvarez Tatar, nutricionista aseguró que lo importante es volver a la comida casera y dejar de cocinar con productos industrializados que, si bien contienen la información nutricional, señaló, al igual que Costa, que no es suficiente. "Las grasas omega 6 provenientes de aceites vegetales producen inflamación. Es una grasa muy barata y nociva que es utilizada en la mayoría de los alimentos procesados sobre todo en productos amasados y snacks. En cambio, los omega 3 tienen una función desinflamatoria presentes en carnes de pastura y pescados frescos", indicó.

La especialista aconsejó que para comenzar a tener una alimentación más sana se debe optar por alimentos naturales como frutas, verduras, frutos secos; carnes de todo tipo (mejor si son de pasturas); consumir pescado cuatro veces a la semana; huevos caseros y elegir productos que no tengan conservantes. "Producir una huerta orgánica en la casa sería lo ideal", sostuvo.