Que los niños coman alimentos adecuados cuando no están bajo vigilancia, es el sueño de la mayoría de los padres. Para ellos, la opción de los quioscos saludables fue un alivio en la engorrosa tarea de controlar lo que ingieren en los recreos. ¿Pero qué pasa cuando las escuelas no cumplen con las normas que buscan que los estudiantes tengan acceso a una mejor alimentación en los establecimientos educativos?
En una encuesta publicada en la página web de El Diario de la República, un grupo de padres mostró su disconformidad por la escasa accesibilidad que tienen los chicos por las opciones más sanas. En un comentario, Yanina Cejas dice: “Me gustaría saber qué escuela lo cumple” y más abajo Ven Elba subraya que “si hay un quiosco saludable, es un milagro”. A las opiniones negativas también se sumaron Norma Lucero, Mirta Ortiz, Ailen Miranda y May Sanchez.
Otros factores que los lectores dejaron entrever son los costos. Señalaron que a la hora de elegir, los chicos también miran los precios, y un alfajor de tres pesos, es más llamativo que una fruta de diez.
El aspecto visual de los productos es también es un punto aparte, en los sondeos realizados por El Diario, los comestibles populares y chatarras ocupan el protagonismo y los turrones y tutucas, el segundo plano. A eso hay que sumarle que los insumos como galletas, y alfajores duran más tiempo en las estanterías que la fruta, que a los dos días necesitan un recambio. Aún así los padres consultados prefieren pagar un poco más a lidiar con las posibles enfermedades que pueden presentar sus pequeños con los años.
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