José Luis Alfonzo estaba inquieto, y desafiante. Le susurraba a su abogado cada vez que un testigo entraba a la sala y a la mayoría le lanzó miradas intimidantes, como al cronista de este medio y al fotógrafo, a quien además le dedicó unas palabras que perfectamente podrían considerarse una amenaza: “De vos no me olvido”, le dijo. Se levantó dos veces del banquillo y los policías que custodian el recinto tuvieron que hacerlo sentar. Se sacó la campera, se la volvió a poner, pidió ir al baño, simuló tener sucia la camisa y la sacudió con una mano, y hasta les regaló varias sonrisas y guiños a las tres familiares que estaban a sus espaldas. Su actitud fue muy distinta a la de la primera audiencia, quizá porque esta vez hubo varios testimonios que lo ligaron al homicidio del jubilado José Esteban Barroso, asesinado en su vivienda de Fraga en medio de un robo.
El imputado tenía otro motivo para estar nervioso: enfrenta un pedido de pena a prisión perpetua y los testimonios de ayer fueron los últimos en el juicio que le sigue la Cámara de Crimen 1. Hoy la jornada comenzará con la producción de alegatos y lo más probable es que Alfonzo termine el día sabiendo cuál será su destino.
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