En campos del sur compiten por los colmillos del jabalí

Mauricio Rúa, segundo jefe del Cuerpo Vial Nº 4 que comprende los puestos de Casimiro Gómez sobre ruta Nº 188 (límite con La Pampa), Bajada Nueva (antes de Mendoza) y Arizona que limita con Victorica en la provincia de La Pampa. El oficial contó que los cazadores se mueven por los caminos vecinales que unen los distintos parajes de la provincia y por donde ingresan a los distintos campos. “Tenemos dos tipos de caza: la mayor y la menor. La primera se divide a su vez en otras dos: la que se realiza con armas de fuego, arco y flecha; es decir la llamada deportiva. Y la otra es la caza con jauría de perros porque lo que buscan son el chancho jabalí, ciervos y algunos, en menor medida, los pumas”, detalló.

Por su experiencia en este tipo de procedimientos, señaló que “algunos animales como el jabalí, el ciervo y las vizcachas se cazan para comer, pero también hacen negocio vendiendo sus cueros. Lo que más valoran los cazadores furtivos son las cabezas del ciervo, porque cuantas más puntas tenga su ornamenta más valioso es el ejemplar. El que más lo sufre es el macho de mayor edad, porque cuantos más años tiene, también suma más puntas. En cambio la hembra no tiene. También utilizan su carne para comerla o hacer el famoso escabeche”.

Con el jabalí dijo que sucede lo mismo, “y hasta se hacen competencias entre los cazadores en la zona del sur donde el ganador es el que obtenga el ejemplar con los colmillos más grandes que después embalsaman y los usan de adornos suntuosos”. De los pumas aprovechan su carne “porque también es comestible y se quedan con las pieles para usarlas como alfombras o las cuelgan en las paredes para decorar sus viviendas”. 

Los que hacen caza menor buscan la perdiz, la liebre, la vizcacha y las aves canoras. En este último caso atrapan cardenales, reina mora o el picahueso porque existe un tráfico ilegal de estas aves que después se venden como mascotas.

Señaló que llegan desde todos los puntos del país a cazar, “pero la mayoría son de las provincias limítrofes: Mendoza, Córdoba y La Pampa; aunque muchos también llegan desde Buenos Aires. Su explicación fue que “el sur de la provincia es muy rico en especies autóctonas porque están protegidas y la caza no está permitida. Por eso hay más ejemplares y de mayor tamaño que en el resto del país, donde la actividad está permitida o regulada según la época del año”, explicó el oficial.

Si bien la Policía Caminera tiene el control de los puestos fronterizos que es donde se realizan la mayor cantidad de decomisos, también se mueven por las distintas rutas donde ya tienen un circuito preparado. “Una forma de detenerlos es cuando vemos una camioneta que transporta perros dogos o pitbull, con la  excusa de que quieren pasar de Mendoza a La Pampa. Pero si no tienen el permiso de traslado con las jaulas precintadas y numeradas, quiere decir que los usan para cazar”, aclaró Rúa. Y más fácil de detenerlos es cuando los llevan sueltos en la caja de las camionetas: “Cuando los detectamos en un control en esa situación automáticamente se les labra una multa de infracción por tentativa de caza, de acuerdo a la Ley Provincial de Conservación de la Fauna, Caza y Pesca Nº 0317/2004”.

El integrante de la Policía Caminera destacó fue que la caza furtiva genera, además del mercado ilegal de especies, otro negocio que es el de los guías locales. “Hay muchas personas que viven en esta zona que se dedican a recibirlos y llevarlos, de manera clandestina, a recorrer los campos donde están los animales. En algunos casos hasta les cobran por el alojamiento y les dan la comida. Tanto que es muy común que durante los fines de semana largo haya varias personas que vienen a cazar y pernoctan en las casas de la gente de nuestros pueblos”.