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La casa de los Latino, con estilo europeo

A fines del siglo XIX, San Luis tenía tres casas con similares características. Las tres fueron para uso familiar y privado. La casa de la familia Latino, en avenida España al 600, es única en su estilo. Es  una parte importante de la historia sanluiseña.

Por Johnny Díaz
| 15 de septiembre de 2017
El frente. La arquitectura señorial de la casa de avenida España al 600, una de las tres más antiguas de la ciudad de San Luis, muestra rasgos franceses.

Una de las tres casonas más antiguas de San Luis es la de la familia Latino, ubicada en avenida España al 600 en la ciudad de San Luis. Las otras dos son o pertenecieron a las familias Adaro y L’Huiller. Todas fueron edificadas con materiales traídos de Europa.

 

La situada casi en la esquina de Maipú, al lado de la estación de servicio YPF, fue construida en 1892, a fines del siglo XIX. Se diferencia del resto por ser una casona muy particular. Su ingreso principal está por el costado este,  en tanto que al frente dos portones de madera de pinotea indican la entrada a un local comercial y el otro a un sótano con marcados desniveles de mayor a menor. Es un espacio subterráneo que atraviesa a lo largo, toda la propiedad de la casa, que es en la planta alta, y que por su simetría ha tenido deferentes usos. Pero como dice su hija Belén “fue la bodega privada de mi padre”. “En ese espacio hay 17 grados de temperatura permanentemente”.

 

Es una construcción al estilo europeo, más bien francés. Mónica Latino relata que cuando fue a Europa visitó la ciudad de Toulouse, en el sur de Francia, y que se dio cuenta de que hay muchas casas parecidas a la de su familia y que la llaman la “ciudad rosa” por el color dominante en los edificios antiguos, hechos con ladrillos cara-vista. "Por eso cuando regresé a San Luis, le conté a mi hermana Belén, ella hizo pintar la casa de ese mismo color, pero quedó más oscuro porque nuestros ladrillos son de color marrón”. 

 

La casa de los Latino fue la única construcción que había en la zona y que en el siglo XX quedó sobre avenida España, donde finalizaba la ciudad, delimitada por las cuatro avenidas: España, Lafinur, Julio Argentino Roca y Sucre.

 

Además, estaba cerca de la estación de trenes que en esa época se encontraba donde  actualmente se levanta el edificio de la Universidad Nacional de San Luis. La propiedad en cuestión, abarcaba un cuarto de manzana y fue construida por el francés Limet La Juanquiere, su primer dueño.

 

El 3 de noviembre de 1905 el italiano Erneste Doménico Latino, le compró la casona, que era conocida como “La Bodega”, con una superficie de unos tres mil novecientos metros cuadrados. Quince años después, el 10 de mayo de 1920 su hijo Ernesto, la recibió como parte de una sucesión.

 

Hoy sus hijas Belén y Mónica recuerdan que la propiedad “estaba compuesta por una estación de servicio, dos departamentos de tres habitaciones, una cocina y un cuarto de baño cada uno, un departamento de tres habitaciones, una cocina y un cuarto de baño, un departamento con cuatro habitaciones, una cocina, un cuarto de baño, un salón y una despensa, un departamento con un salón de ventas, tres depósitos, un galpón, un sótano, una cocina, dos piezas, dos cuartos de baño, cinco habitaciones y tres salones chicos”.

 

En 1963 Ernesto Latino decidió vender por causas personales una parte de la propiedad a la Cooperativa Agropecuaria Limitada de San Luis, abarcando la estación de servicio, el local y la mitad de la casa de familia del primer piso.

 

En el subsuelo funcionó por años una curtiembre y una fábrica de artículos de retama, y después, el restaurante La Cueva. Por allí pasaron como concesionarios Pedro Dalmaso, Marcos  Irusta y Esteban Requelme y su esposa.

 

Más acá en el tiempo en la década del ‘80 se instaló un gimnasio y más tarde un taller de motores diesel. En la década del ‘90, el pub La Bodega (1995-1997), luego la sala de teatro Tótem (1998-2000) y finalmente el pub Panacea (2004-2017). “En la actualidad y desde hace 112 años, la propiedad continúa siendo de la familia Latino”, sostienen con orgullo sus hijas.

 

“La casa se construyó ‑continúa‑ utilizando la técnica denominada ‘Bóveda Catalana’ de gran auge en el Siglo XIX. Todo el material de construcción: ladrillos, tejuelas, tejas, -las vigas que son de hierro-, la madera de pino y el mármol de Carrara fueron traídos de Europa”.

 

Belén Latino dice que los muros son de ladrillos de 60 centímetros de ancho y posee como cimientos dos muros de piedra de 2 metros de ancho que sirven de contención, uno a la bóveda y otro al resto de la construcción. También posee techos de tejuela y tejas y cielorrasos de pinotea al igual que las aberturas y los pisos. “Es una casa única en su estilo arquitectónico y señorial, siendo la propiedad más lujosa de San Luis a principios del Siglo XX”, admite con orgullo.

 

Agrega que una de las características de la casa es su temperatura, templada en invierno y fresca en verano con una temperatura constante de unos 17 grados, debido al espesor de sus muros, la cámara de aire entre su doble techo y el sótano en su parte inferior.

 

“El sótano utilizado originalmente como bodega se extiende a todo lo largo de la construcción y se destaca un tipo de bóveda tabicada, una técnica de construcción tradicional y un elemento arquitectónico típico del modernismo catalán que aporta una espectacular originalidad”, añade.

 

La disposición de la bóveda es de ladrillos entre muros paralelos, denominados de cañón, que con el edificio plenamente en carga son muy estables, y, desde luego, muy rígidas y resistentes.

 

“Se trata de una técnica constructiva ancestral con la que se cubre una habitación mediante el uso de ladrillos metidos por la parte plana. En primer lugar se hace una primera vuelta con ladrillos, sobre la que se añade una segunda. La transmisión de presión del centro hacia los laterales hace que sea un elemento de una gran resistencia”, explica y sigue: “Esta construcción encierra años de esfuerzo, recorrerlo es como volver al pasado y valorar el sacrificio de antaño”.

 

El italiano latino

 

Hace un par de años, en una publicación de El Diario de la República, se destacaba una breve historia de don Ernesto Latino, un hombre polifuncional en la sociedad puntana y de gran visión para los negocios.

 

Latino fue concejal por la ciudad de San Luis, cuando esos cargos eran ad honórem. También fue miembro de la Sociedad Rural, con la que tenía una gran simpatía. Además ocupó la presidencia del Jockey Club San Luis, entidad que por años fue una de las mejores del país. Fue gerente del casino provincial y director de Comercio de San Luis.

 

Se casó con Guillermina Laspiur. Instaló en el local una curtiembre y posteriormente una fábrica de objetos de retama. Fue un emprendedor ganadero y comerciante, dueño de la primera casa de comercialización de autos en San Luis y propietario de una de las primeras estaciones de servicio de la capital sanluiseña.

 

Después del fallecimiento de su primera esposa, se casó con Blanca Rosa Sánchez con quien tuvo dos hijas, Mónica y Belén Latino.

 

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